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Jorge Pais y su curiosidad por el pasado

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Cuando nos recreamos demasiado en el pasado, nos tachan de mirarnos el ombligo, y esto parece que no está bien visto en una Isla que apunta sus telescopios al Universo para mirar más allá de las estrellas. Sin embargo, la Arqueología es una ciencia que estudia a los seres humanos, su comportamiento y procedencia a través de los restos materiales que utilizaron en tiempos y espacios determinados. De ahí la importancia de cualquier vestigio nuevo que nos permita reforzar las hipótesis existentes o crear otras nuevas. Testimonios del pasado que, tras un profundo análisis, posibiliten reconstruir y dar explicaciones acerca de la organización y los cambios sociales de nuestros aborígenes auaritas, con una supuesta presencia en la Isla de más de dos milenios anteriores a la conquista.

En palabras del arqueólogo Jorge Pais “La Carta Arqueológica de La Palma está realizada en un 60%. Tenemos en la Isla 4.000 yacimientos arqueológicos inventariados y siguen apareciendo estaciones de grabados rupestres y nuevos yacimientos”. Un derrumbe, tras las lluvias del último invierno, ha puesto al descubierto una parte hasta ahora desconocida del yacimiento arqueológico de Belmaco, en Villa de Mazo, que podría arrojar más luz sobre los antiguos pobladores de la Isla. Un regalo para los investigadores, especialmente para Pais que, como jefe de la Sección de Patrimonio Histórico y Arqueológico del Cabildo, entiende que para poner de relieve el caudal informativo que nos llega de épocas remotas, se requieren muchos trabajos de investigación, además de prospecciones e incluso excavaciones con la metodología científica más moderna.

En ocasiones, escribir sobre algo o sobre alguien se convierte en un acto de gratitud y de justicia. Jorge Pais lleva una docena de años como jefe de la Sección de Patrimonio Arqueológico del Cabildo Insular de La Palma. Con hondo amor por la tierra en que nace y un conocimiento no menos profundo de la arqueología, ha estado gran parte de su vida vinculado a la investigación en territorio palmero y, desde hace años, dirige la elaboración de la Carta Arqueológica insular. Vivimos tan apegados a aspectos preocupantes de la actualidad y a lo que éstos nos puedan deparar, que olvidamos la contemplación de nuestro pasado sin darle la importancia que merecen los restos o vestigios que nos lo recuerdan y, en algunos casos, hasta lo definen. Son huellas de una etapa nada iluminada por fuentes escritas que únicamente desde el conocimiento arqueológico podemos interpretar. Posiblemente, como ha señalado el propio Jorge Pais, la apertura del Museo Benahorita de Los Llanos de Aridane, ha marcado un antes y un después en la búsqueda y divulgación de la riqueza arqueológica palmera, que debería tener una proyección internacional, incluso desde el punto de vista turístico. La curiosidad y el interés por saber qué ocurrió con nuestros antepasados, de dónde procedían y cuáles eran sus comportamientos religiosos y sociales, no sólo perduran, sino que aumentan con el paso de los años.

Está bien que el Consejo Insular de Aguas busque las soluciones técnicas que garanticen, sin causar daño alguno, el paso de posibles caudales de agua por el entorno de la Cueva de Belmaco, después del castigo infringido por el citado temporal. No debemos olvidar, y menos ahora, que en este enclave se halla uno de los yacimientos arqueológicos más importante de Canarias, aunque los motivos de estos grabados hechos con la técnica del picado, sean similares a los encontrados en otros puntos de la Isla. No obstante, Belmaco siempre ha merecido una consideración especial, tal es así, que en 1984 la Dirección General de Cultura del Gobierno de Canarias incoaba un expediente para declarar este conjunto formado por varias cuevas habitación y sus petroglifos como monumento histórico-artístico. Los materiales encontrados después del último derrumbe (fragmentos de cerámica, basalto y huesos), tienen una antigüedad que va desde los 300 a los 800 años antes de Cristo. No es de extrañar que ante este importante hallazgo los arqueólogos aseguren que la utilización de técnicas y procedimientos de análisis avanzados, nos ayudarían a saber qué fue exactamente Belmaco, para qué sirvió y qué cosas se hicieron en la cueva y sus alrededores, pues no debemos olvidar que los restos de fauna, carbones, semillas y pólenes permiten también recomponer el ecosistema y su explotación por parte de los pobladores prehispánicos del lugar.

Sabemos que en el marco de la investigación arqueológica han sido varios los expertos que han realizado estudios e intervenciones sobre territorio palmero, pero nos satisface señalar que la etapa más álgida en este tipo de indagaciones, se produce a raíz de que, contratado como técnico arqueólogo por el Cabildo de La Palma, Jorge Pais se encarga de velar por nuestro patrimonio y de coordinar el Inventario Arqueológico de los distintos municipios. En resumen, podríamos estar hablando del artífice del mejor estudio integral que sobre la materia se ha hecho en Canarias. Y sin embargo, Jorge Pais es un hombre modesto que trabaja despacio pero con ilusión en lo que le gusta y que sintiendo la curiosidad de todo apasionado de la investigación se ha visto inmerso en la idea de clarificar, con la seriedad y el rigor que le caracterizan, de dónde venimos, de indagar en nuestras raíces, bien para invitarnos a reflexionar ante algo novedoso que pudiera transformar nuestro pasado o de confirmar alguna hipótesis que abra un poco más el abanico de la historia. En esa búsqueda, su corazón sigue palpitando acelerado entre las piedras. ¡Qué sea por mucho tiempo!

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