El folclore antiguo de La Palma: Grupo de Castañuelas de Breña Alta

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Por suerte, en el rico folclore palmero perduran aún notables manifestaciones festivas ancestrales. De valor incuestionable, sin embargo, muchas de ellas no son suficientemente conocidas por el público ni incluso por los investigadores de las costumbres y tradiciones populares canarias.

La divulgación y toma de conciencia de estos valores responsabiliza tanto a instituciones privadas como públicas. Dentro las muestras del repertorio de danzas tradicionales palmeras, junto al sirinoque y el cho Juan Perenal, entre otras, se encuentra la danza de castañuelas de Breña Alta, mucho menos conocida que las dos anteriores.

El Grupo de las Castañuelas de Breña Alta se compone de dos sesiones: la musical, integrada por tocadores de castañuelas, triángulo, tambor palmero, flauta (pitos de caña), pandero, órgano y acordeón (que sustituye al órgano en las romerías), y la coreográfica, conocida con el nombre de pastores, cuyos miembros danzan acompañados de las distintas melodías que interpreta la sección musical de acuerdo al siguiente orden consecutivo: empieza con sirinoque (tocadores solos), continúa el arrullo, en el que se incorporan los danzantes, y concluye con el tajaraste, conocido por los breñuscos con la denominación onomatopéyica chabarráschamaría. La agrupación toca los antiguos sones palmeros sin canto, una maravillosa y ensordecedora muestra musical con distintos toques y repiqueteos.

En las últimas dos décadas el Ayuntamiento de Breña Alta ha sido conciente del valor patrimonial que guardaban sus vecinos con los ancestrales toque y danzas de castañuelas.

Danza de pastores, Breña Alta. Foto MVH

Para salvarlo pusieron en marcha talleres bajo la dirección de los “pastores” mayores y la incorporación de jóvenes y niños. Entre la administración local y los vecinos podemos decir que el folclore antiguo y primogénito de la isla canaria de La Palma lo conservamos y disfrutamos, no sin peligros futuros. 

 La instrumentación tradicional en La Palma: viento y percusión

La interpretación del antiguo folclore musical palmero se articulaba a través de distintas combinaciones instrumentales entre castañuelas, tambor, pandero, cascabel, flauta y chirimía (pequeño instrumento de viento madera).

El paso del tiempo, la proliferación de otras danzas folclóricas y, sobre todo, la progresiva incorporación de instrumentos de cuerda propició el lamentable desuso de las castañuelas palmeras, hasta tal punto que en algún momento han llegado incluso a causar asombro a los que las desconocían, que han creído equivocadamente que se trataba de un modelo de reciente introducción desde otras islas.

Las danzas con castañuelas y tamboril se refugiaron —y por eso han perdurado— casi de manera exclusiva en los repertorios musicales del ciclo navideño, si bien, en la antigüedad constituían una forma generalizada en cualquier festejo o regocijo, ya fuera civil o religioso.

Tamboril de La Palma. Breña Alta. Foto MVH

En 1628 sucedió en La Palma un hecho que tal como dice el romance “al orbe pasma”. Nos referimos a las aparecidas de la llamada Alma de Tacande, en el actual municipio de El Paso. Durante siglos el pueblo repitió los versos, entre la incredulidad de unos y el temor de otros.

Cuentan que durante ochenta y siete días el Alma de Tacande deambuló su pena y su pecado. Se presentaba en la casa de la hacienda de Tacande a arrullar a un niño y la cuna se movía sola, se oían dulces cantos y voces que procedían de persona no visible… y los desconocidos lloros de un niño recién nacido.

En estos fenómenos tambores, panderos y castañuelas tenían una importante participación sonora. Cuentan que otras noches se escuchaban tamborcitos, panderos y castañuelas y cantaban voces de decenas de mujeres invisibles al son del ancestral villancico a lo divino: «María lo envuelve, José lo arrulla; por ser carpintero, el niño no tiene cuna. | María lo envuelve en sus lindos cantares».

Fueron los autores eruditos ilustrados los que, desde finales del siglo xviii y principios de la siguiente centuria, iniciaron una auténtica campaña desacreditadora que terminó empañando la percepción positiva que hasta entonces el pueblo había tenido de estos repertorios tradicionales y, en especial, de los instrumentos con los que se interpretaban. Ya en su trabajo Usos y costumbres de los aldeanos de la Isla de La Palma el palmero Antonio Lemus y Smalley (1788-1867) manifiesta sin tapujos su desprecio hacia estos repertorios, que, según su criterio, «carecen de variedad y melodía, pues se reduce a dos tambores, que acompañan las castañuelas de los que bailan, llevando el compás los concurrentes con sus palos en el suelo». Al margen de sus prejuicios, la cita de Lemos da noticia del uso común de castañuelas y tambores en las celebraciones rurales palmeras del primer tercio del Ochocientos.

Algunos años más tarde, el economista natural de Los Llanos de Aridane Benigno Carballo Wangüemert (1826-1864) menciona en su libro Las Afortunadas (1862) el uso del tamboril en el marco de la romería del 15 de agosto que los aridanenses realizaban al santuario de Nuestra Señora de las Angustias: «Véseles cruzar por las calles de Los Llanos, por Argual y por los demás puntos, haciendo una gran algazara, tocando el tamboril, cantando y llenando el aire con sus gritos de alegría». Por segunda vez refiere que dos o tres hombres tocaban «el tamboril con el acompañamiento de una pandereta». Carballo describe también el baile del Santo Domingo, en el que los danzantes «dan grandes saltos y zapateados, sudando, cuando es posible sudar».

Castañuelas de Breña Alta. Foto MVH.

Por esa misma época, el semanario insular El Time, en su edición de 7 de agosto de 1863, informa sobre los modelos musicales practicados en otra romería estival, la que conducía a los peregrinos venidos de todos los rincones de la isla hasta el santuario de Nuestra Señora de las Nieves: «No faltaron en la víspera las clásicas baladas campestres cantadas al son del tamboril».

A principios del siglo XX los instrumentos de la navidad palmera, y por ente de todo el hoy llamado folclore, se componía de tres instrumentos fundamentales: flauta, tambor y castañuelas. Así lo atestigua el periódico El Heraldo de La Palma de 20 de diciembre de 1900 diciendo: “En la ermita de las Monjas, así que termine en la noche del 24 del corriente los oficios en la parroquia Matriz, habrá también su correspondiente Noche-Buena, con sus villancicos acompañados de flautas, tamboriles y castañuelas”.

Otra referencia esclarecedora la encontramos en un requerimiento notarial de 1908, en el que el alcalde de Los Llanos de Aridane responde al párroco de Los Remedios —que se negaba a dejar usar las instalaciones parroquiales a los músicos—, recordándole: «en este mismo templo se han llevado a cabo ensayos para misas de Luz, con panderetas, tambores y castañuelas y otros instrumentos por el estilo»; sin duda, el comentario apunta la implantación de esta agrupación instrumental con anterioridad y sirve como ejemplo de su generalizada extensión en el resto de la geografía palmesana.

La danza con castañuelas y la indumentaria de Breña Alta

Pese al arraigo de las citadas «campañas desacreditadoras», lo cierto es que, en determinados lugares de la isla, ya sea por hallarse apartados del influjo de esa tónica cultista, ya por responder a un espíritu de conservación consciente y reivindicativo, la instrumentación folclórica añeja logró salvarse y ello gracias a su inclusión, casi exclusiva, dentro del contexto festivo navideño.

Toque de castañuelas. Breña Alta. Foto MVH.

Tal es así, que todavía en el cruce del siglo xix al xx, encontramos un testimonio valiosísimo debido a la pluma del pintor madrileño afincado en La Palma Ubaldo Bordanova Moreno (1866-1909). Su crónica de la Navidad en Breña Alta en 1899, publicada en el periódico La justicia, recoge una descripción de las danzas celebradas entonces en el interior del templo de San Pedro Apóstol durante la misa de Nochebuena: «La procesión por dentro de la iglesia es de lo más encantadora. Rodeando al sacerdote de lindos niños de ambos sexos, vestidos a la antigua usanza con primor y riqueza, brincando alegremente al son de instrumentos primitivos y pastoriles como son las chirimías —especie de pito de pocas notas— y tamboril tocado por el mismo que la chirimía, algunos hierros o triángulo y multitud de castañuelas que golpean los hombres en el coro, y los niños cerca del sacerdote».

Según nos explica Bordanova, terminada la ceremonia religiosa, la plaza de la iglesia comenzaba a ser ocupada por alegres mozos, que cantaban romances con acompañamiento de tambor y choque de palos; se trata, sin duda, del testimonio de la pervivencia de los mismos instrumentos en regocijos populares menos dirigidos por las autoridades y, por tanto, más espontáneos y genuinos.

La citada crónica aporta, asimismo, interesantes datos sobre la indumentaria de los pastores o danzantes, coincidente con la que éstos portan hoy en día y cuya referencia nos ha llegado también a través de la versión oral contada por los actuales tocadores, todos ellos, hombres de cierta edad que en su juventud actuaron como danzarines. Paralelamente, la fotografía histórica ha contribuido a verificar estos términos. En algunas instantáneas fechadas en la primera mitad del siglo xx, se aprecia un grupo de danzantes vestidos con camisa, calzón corto y delantal blanco, y montera y chaleco oscuros. Hoy no llevan el chaleco y los tocadores mayores visten pantalón largo oscuro y chaleco. El tocado del varón es la tradicional montera palmera, en sus variantes de ala y pasamontañas.

Otras instantáneas muestran a los niños con castañuelas en las manos, coincidiendo también con la vestimenta actual, en la que domina el blanco en el calzón y la camisa; unas similitudes que conservan las figuritas del Nacimiento costumbrista anónimo de la iglesia de San Andrés, en el norte de La Palma, datadas en el Ochocientos.

La castañuela palmera, al contrario que la chácara gomera —grande, pesada y panzuda— es pequeña, ligera y más plana; los artesanos que las fabrican buscan maderas duras como el almendro, el naranjo del país o el escobón, apreciadas por los tocadores por su «mejor» sonoridad; muchas presentan ornamentación a base de grabados geométricos practicados en la cara cóncava o exterior y pueden distinguirse dos variantes en el acabado final (con o sin barniz). Por lo que respecta a su tañido, algunos testimonios orales especifican que los tocadores deben «llevar los brazos sobre la cabeza»; de este modo contribuyen a contrarrestar la monotonía de la danza, aportando cierto ritmo coreográfico.

Don Emilio pasó sus saberes. Castañuelas de Breña Alta. Foto MVH.

Hasta hace pocos años, la danza de castañuelas era bailada por ocho parejas de varones, prohibiéndose por las autoridades eclesiásticas la participación de la mujer en las ceremonias religiosas. No obstante, a finales del Ochocientos, Bordanova da cuenta de la presencia de niñas en la danza breñusca; asimismo, Felipe Expósito Pérez (Breña Alta, 1934-2017), ex director y componente del grupo, manifestaba en 1995 que lo había bailado hacia más de cuarenta años: “Delante de los bailadores, siempre varones, iba un grupo de niñas abriendo la procesión, ataviadas con el traje tradicional y tirando pétalos de flores». Testimonio para tener en cuenta y recuperar.

Desaparecidas las agrupaciones de castañuelas en muchas parroquias de la isla, hacia en el primer tercio del siglo xx los pastores de Breña Alta se habían convertido en una reliquia folclórica; apreciados por su exclusividad, por entonces puede documentarse la primera noticia conocida del progresivo proceso de exclaustración fuera del municipio breñusco que el grupo ha experimentado con el tiempo, solicitados, como fueron, por ejemplo, por algunos gestores festivos de Santa Cruz de La Palma.

De este modo, el Grupo de Castañuelas de Breña Alta deleitó el ceremonial del 25 de diciembre de 1939 que conmemoraban los hermanos terciarios franciscanos en la iglesia del convento de la Inmaculada Concepción, unos veinte años antes de constituirse la parroquia de San Francisco. En una comunicación publicada dos días antes en Diario de avisos, se informaba:

«Cultos que en honor del Niño Jesús, se celebrarán en Ex Convento de San Francisco de Asís de esta Ciudad. El próximo día 25 a las ocho de la noche, se cantarán solemnes completas y a continuación habrá procesión y Adoración al Niño Jesús. En este acto tomarán parte los Pastores de la Parroquia de San Pedro de Breña Alta con sus bailes típicos y cantos de Villancicos. La VOT concurrirá corporativamente a estos cultos».

No obstante, el llamado folclore antiguo de La Palma ha tenido un empuje considerable desde que en el año 2012 se toma conciencia de su alto valor patrimonial y la Consejería de Cultura y Patrimonio del Cabildo Insular de La Palma viene organizando el llamado Encuentro de Música y Danza de Navidad.

La agrupación de Castañuelas de Breña Alta en Aridane. Foto MVH.

Lo cierto es que ha sido un revulsivo en el folclore insular y están incorporando viejos usos y costumbres que estaban aletargados y casi olvidados. Los resultados se han visto superados por las primeras expectativas e incluso el Encuentro está dando su fruto con la subida del trono plata, hasta el Santuario, de la Virgen de las Nieves en romería acompañada sólo con folclore antiguo, tal y como era hace siglos.

En los últimos años los toques de pitos de caña, que languidecían lamentablemente, están recibiendo un empuje entusiasta de Cesar Cabrera Vargas, profesor de clarinete en la Escuela de Música del Cabildo Insular, y su trabajo constante está dando frutos.

Es grato observar que este ancestral folclore de la isla, con la recuperación iniciada en el año 2012 en el Encuentro Insular de Música y Danza de Navidad, se está incorporando a la programación de la Bajada Lustral de la Virgen de las Nieves, dónde estuvo desde un principio.

En el año 1915 la romería, de “ranchos” de gentes, de la subida del trono y andas hacía el Santuario se realizó por parte de los vecinos del pago las Nieves. Da testimonio documental el rotativo palmero Antorcha del Obrero, Breña Alta junio de 1915, diciendo: “Y en efecto, en la tarde del 28 presentáronse los vecinos y alcalde pedáneo de las Nieves con banderas y palmas, disparando cohetes voladores y cantando romances al son del tamboril, para llevar el citado trono y andas”.

Hoy, el Grupo de Castañuelas de Breña Alta mantiene vivos los toques de castañuelas en los festejos navideños de Nochebuena y Reyes celebrados en la parroquia de San Pedro y continúan participando activamente en toda clase eventos tradicionales, romerías, conciertos y festivales a lo Divino.

María Victoria Hernández, cronista oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane (2002), miembro de la Academia Canaria de la Lengua (2009) y de la Real Academia Canaria de Bellas Artes San Miguel Arcángel (2009)

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