“El Castillo de Santa Catalina es algo nuestro y debe ser disfrutado por los ciudadanos”
Su idea es que el Castillo de Santa Catalina de la capital, construido entre 1683 y 1692, no solo se abra al público, sino también que sea disfrutado por los ciudadanos y que se divulgue su historia. La arquitecta Gara Lorenzo Díaz (Santa Cruz de La Palma, 1987) es tataranieta de Manuel Rodríguez Acosta, el representante del grupo de comerciantes que en 1950 adquirió al Ejército el histórico inmueble, sobre el que realizó su proyecto de fin de carrera, un trabajo que fue calificado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona con matrícula de honor y que resaltó su sensibilidad con la conservación del patrimonio.
El Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma y el representante actual de la familia Rodríguez Acosta han llegado a un acuerdo para abrir al público uno de los edificios históricos más emblemáticos de la ciudad y el principal exponente de fortificación defensiva de la Isla. “No solo hay que abrirlo y ya está, tiene que haber una labor de divulgación para que la gente conozca su historia”, ha señalado a LA PALMA AHORA Gara Lorenzo, quien propone que el recinto forme parte protagonista de una ruta de fortificaciones. “Yo antes que en el turista pienso en la población, en las personas que lo podemos disfrutar, porque es algo nuestro”, subraya, aunque precisa que “se le puede dar un uso turístico para dinamizar la ciudad, porque no es incompatible, puede ser un punto más de atracción”.
La fortificación fue adquirida al Ejército en 1950 por un grupo de comerciantes, representados por Manuel Rodríguez Acosta, con la intención de edificar naves industriales, pero poco después entró en vigor la Ley de Protección del Patrimonio Defensivo que impidió su derribo. En 1951 fue declarado Monumento Histórico Artístico. “Otro aspecto positivo es que está ubicado en la zona norte, un área donde no está intensificada la actividad comercial, puesto que aquí no se ha intervenido tanto como en el primer tramo de la Calle Real, donde se concentra la actividad comercial, institucional y turística”, señala.
El acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento, en opinión de esta joven arquitecta, que estudia Historia del Arte, es “un paso más en lo que yo había imaginado cuando inicié el proyecto de fin de carrera, que se ponga en conocimiento de la gente, que se conserve y, como ya ha perdido su función defensiva, que se le dé un nuevo uso, que no quede como un monumento solo por admirar, sino que se pueda vivir y disfrutar”, resalta. Está convencida de que este inmueble “puede mover la gente hacia la zona norte de la ciudad -donde también propongo la creación de una área verde- y, por tanto, es una oportunidad para su dinamización”.
El proyecto de Gara Lorenzo, que dio a conocer LA PALMA AHORA en julio de 2013, lleva por título 'Puesta en valor y uso del patrimonio defensivo. Castillo de Santa Catalina' y no pretende ser una actuación aislada sino integrarse dentro de la actuación de mejora del frente marítimo de Santa Cruz de La Palma. “El hecho de que la fortificación de recupere, se ponga en valor y se divulgue su historia, ya es un éxito para mí”, asegura. “Mi proyecto es una idea más, y habría que ver si es realmente lo que la ciudadanía necesita; si se pudiera llevar a cabo sería un orgullo, pero también contemplo su modificación para adaptarlo a lo que necesita primero el ciudadano y luego el turista, que se puede compaginar”, añade.
El Castillo de Santa Catalina, según la propuesta de Gara, sería “parte protagonista de una ruta de las fortificaciones donde se trataría de recuperar los elementos desaparecidos -mediante el redibujado de su ubicación en el pavimento o, si hubiera restos, su introducción en el paisaje urbano- y poner en valor los elementos existentes de la arquitectura defensiva de la ciudad”. “Esta sería una interesante manera de poner a la población en contacto con su memoria histórica”, indica.
En su actuación, Gara aboga por “causar el menor impacto visual posible, construir con materiales diferentes para no mimetizarse con lo existente e intervenir mínimamente”. “El proyecto se implanta excavando una planta por debajo del nivel actual de la terraza, y así, al entrar en la fortificación no se pierde la forma original”, explica. “En la planta inferior se ubicaría el museo de las fortificaciones, una sala temporal de exposición y un pequeño auditorio; la obra pretende ser lo más respetuosa posible con los muros por lo que ni la estructura del proyecto ni ningún tabique interior se apoyan en éstos”, resalta.
En la actualidad, recuerda Gara, “la arquitectura defensiva no desempeña su función original por lo que debemos transformar y repensar sus usos, compaginando su conservación con la posibilidad de vivir estas construcciones; de esta manera, conociendo el patrimonio, las personas empezarán a sentirlo como propio, valorándolo y respetándolo”, apunta.
Gara quería realizar el proyecto de fin de carrera sobre “un lugar que me fuera conocido”. “Después de seis años de proyectos en diferentes emplazamientos, tenía la necesidad de hacer algo donde realmente conociera de primera mano las necesidades del lugar y sus personas; a partir de aquí, me centré en buscar un posible emplazamiento en Santa Cruz de La Palma que permitiera combinar la construcción de un nuevo proyecto y la conservación del patrimonio, tema que me interesa especialmente y en el cual me gustaría especializarme; el Castillo de Santa Catalina parecía el emplazamiento idóneo, además de poseer un fuerte atractivo arquitectónico”, concluye.