El brote de COVID-19 en Hoya Fría afecta a 21 personas y vuelve a evidenciar las carencias del CIE

Imagen de archivo de un hombre llegado en cayuco al puerto de Los Cristianos, en Tenerife

Natalia G. Vargas

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El brote de COVID-19 registrado en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Tenerife afecta ya a 21 personas. Una de ellas, tal y como explican personas que frecuentan el establecimiento, ha requerido ingreso hospitalario porque presentaba una patología previa. Antes de la pandemia, las condiciones de este espacio ya eran cuestionadas, pero el contagio del 31% de los internos (67) ha hecho resurgir las carencias de Hoya Fría. Fuentes de Cáritas Diocesana de Tenerife que visitan a los migrantes recluidos en el CIE subrayan que estos espacios no reúnen las condiciones para guardar cuarentenas sanitarias. “Los CIE son por sí mismos lugares que vulneran los derechos humanos”, apuntan. El pasado viernes, el director del Servicio Canario de Salud (SCS), Conrado Domínguez, dictó una instrucción que estableció que las personas en situación de vulnerabilidad social, profesionales sanitarios y migrantes llegados en pateras y cayucos podrían alojarse en hoteles durante el periodo de cuarentena que se debe guardar por contagio de COVID-19. Sin embargo, la Delegación del Gobierno en Canarias no ha respondido acerca de si los positivos de Hoya Fría serán derivados a otros establecimientos de corta estancia.

El origen del brote aún no ha sido revelado por las autoridades competentes. Por su parte, el Ministerio del Interior ha asegurado que hay “protocolos severos de detección y trazabilidad” y “en ningún momento se ingresa positivos ni sospechosos”. Además, el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska ha explicado que los protocolos, que contemplan también la trazabilidad, están bajo la supervisión de las autoridades sanitarias. La Consejería de Sanidad ha remitido a esta redacción a la Delegación del Gobierno, que hace el seguimiento de este brote, pero no ha respondido.

En la actualidad, según fuentes de Cáritas, en el CIE hay personas de Marruecos, Senegal, Gambia, Guinea Conakry y Mauritania. Al menos uno de los migrantes internados en el CIE ha sido trasladados a Hoya Fría desde el aeropuerto, en un intento fallido de viajar a la Península, según las declaraciones de algunos hombres que han llegado a Tenerife en cayuco en las últimas semanas y de algunos trabajadores del centro.

En las habitaciones, tal y como explica el capellán Alejandro Abrante, pese a que hay literas para seis personas, ahora solo están ocupadas por tres o cuatro. A pesar de ello, Abrante destaca que las habitaciones no tienen luz. Fuentes relacionadas con la gestión del centro han justificado al capellán que la falta de luz pretende que “no se molesten entre compañeros si uno está descansando y el otro quiere salir del cuarto''. Asimismo, los baños son compartidos.

Como medida de prevención, se han limitado las salidas al patio. Ahora se realizan por grupos y por un tiempo limitado de 30 minutos por la mañana y 30 minutos por la tarde. Además, tras el brote se han paralizado todas las visitas, incluidas las de los abogados.

El sindicato Confederación Española de Policía (CEP) de Tenerife ha solicitado el cierre de Hoya Fría por el riesgo de contagio de COVID-19. Según el sindicato, hasta el sábado 30 de enero los funcionarios que trabajan en el centro no recibieron equipos de protección individual. Durante el paso de la borrasca Filomena, la CEP ya denunció las precarias condiciones del CIE. El temporal que golpeó a Canarias provocó que los pasillos de Hoya Fría se inundaran y algunas placas del falso techo cayeron por la ausencia de estanques en el tejado de algunas dependencias. También aparecieron enormes humedades según el sindicato “debido al mal estado de las instalaciones”. La filtración de agua también provocó daños en el sistema eléctrico.

El sindicato de la Policía Nacional JUPOL se ha sumado a la petición del cierre “inmediato” por el ''estado de ruina'' de las instalaciones. Los agentes aseguran la cantidad de mascarillas que reciben es insuficiente para todas las horas laborales y que en el CIE no se puede realizar “el aislamiento de posibles positivos” ni mantener el distanciamiento social en las zonas comunes.

Nueve meses de cierre

El CIE de Hoya Fría reabrió en noviembre de 2020 después de permanecer cerrado más de nueve meses desde el estallido de la pandemia. Al igual que sucedió en el CIE de Barranco Seco, en Gran Canaria, el centro de Tenerife fue desalojado tras la detección de positivos de COVID en las instalaciones y ante la imposibilidad de efectuar las deportaciones por el cierre de fronteras entre los países.

El 31 de marzo, el juez de control de Barranco Seco, Arcadio Díaz Tejera, ordenó el desalojo y cierre del centro ante el hacinamiento en el que se encontraban los internos y que facilitó el contagio masivo de los migrantes que allí se encontraban. Después de su reapertura a finales del año pasado, el magistrado redujo a 42 el número máximo de personas que admitiría en el CIE para evitar que la enfermedad volviera a propagarse por el establecimiento. Además, Díaz Tejera aseguró que, si volvía a notificarse un caso de COVID-19 en Barranco Seco, ordenaría de inmediato su desalojo: ''Es una ratonera''.

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