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Cambio 16: ¡qué cambio!
Entre hierros, chispas de soldadura y malas caras, un niño de trece años se paseaba. No iba solo. Estaba en los astilleros “Astano” de Ferrol –entonces del Caudillo- y corría la semana santa de 1972, días después de unas jornadas de lucha sindical y conflicto. Hubo muertos pero aquel niño no lo sabía. Aquel niño solo veía los esqueletos, las piezas de lo que serían grandes petroleros de más de trescientas mil toneladas y doscientos cincuenta metros de eslora como poco.
Tampoco sabía aquel infante que hacía unos meses se vendía en los quiscos, junto al intrépido “Mundo Joven” que tanto le gustaba, una revista que se llamaba “Cambio16. Economía y sociedad”
Su padre la trajo por casa algunas veces, hasta que se le vio el plumero político de manera clara.
De todo eso el niño aprendería mucho con los tiempos, incluso llegaría a escribir en Cambio16 veinte años después. Pero da igual: se le habían aparecido los astilleros “Astano” en cuanto escuchó que el padre de Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del gobierno de España, había muerto. Quien quiera saber la relación, que lea las necrológicas. Quien quiera saber algo del niño, que lea el nombre y el apellido del que firma este artículo.
Y todas las personas que deseen conocer un poco más, y un poco mucho gracias a un excelente catálogo, que se acerquen por la calle Larra número 14, de Madrid, sede de la fundación Diario Madrid: allí se exponen muchas portadas de la revista Cambio16 entre 1971 y 1976, y se cuentan algunas historias interesantes: una joya de exposición que inauguró el Ministro de Política Territorial y memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. La iniciativa es conjunta, de la Asociación de Periodistas Europeos (APE) y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, del citado ministerio. Y el trabajo ha sido, sobre todo, de un excelente periodista, veterano de Cambio16, Román Orozco.
Buscando una foto de astilleros, premonitorio, me pregunté por qué no antes, mucho antes. No hubo respuesta. Pero menos mal que ahora sí, me dije. No se la pierdan.
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