La Tasca de Mawa, sabor canario en el entorno de Las Canteras

Pulpo en La Tasca de Mawa

Javier Suárez

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Ya les comentaba hace unas semanas que tenía ganas de dar voz a diferentes tipos de locales que uno siempre va dejando “para mañana” cuando quizás son esos a los que muchos les apetece descubrir e ir hoy mismo. Así nace esta crítica de La Tasca de Mawa, pequeño local ubicado en el corazón de Guanarteme, en Las Palmas de Gran Canaria, y al que la pandemia ha golpeado de manera fuerte pero que sus propietarios, la familia Calderín, no van a dejar atrás.

Al final de la calle Colombia, perpendicular a la playa de Las Canteras, cerca de la zona de la Curva y antes de llegar a la Cicer, sin casi darse cuenta se ha montando un pequeño triángulo de las Bermudas gastronómico para todos los gustos y paladares. Desde la alta cocina de Tabaiba, la valiente propuesta de DeMar, hoy toca hablar del tercer vértice, La Tasca de Mawa, un pequeño pero acogedor local que nació como fábrica de cerveza artesanal del mismo nombre pero que con el tiempo ha mutado a una de esas tascas donde uno va con las ganas de comer bien, tomar unos buenos vinos, sentirse bien atendido y que cuando sales, desear de inmediato volver.

Este es un local atípico, montado entre varios miembros de una misma familia, los Calderín, toda una institución en el barrio, aunque ninguno de ellos trabaja allí. Teníamos el local y decidimos apostar primero por hacer una cerveza, lo que después nos llevó a abrir este pequeño rincón pensando en ese sitio que siempre habríamos querido para el barrio y que nunca tuvimos. Así nació esta apuesta entre la familia que la verdad nos está dando alegrías y disgustos a partes iguales, como un hijo, vamos”, comentaba entre risas Manuel Calderín hijo.

Profundizaba en lo que estaba siendo la trayectoria: “No hemos podido mantener una regularidad en la Tasca, aquí es imposible tener terraza express y eso nos ha fulminado durante la pandemia. Ahora que podemos abrir de nuevo no es que nos toque empezar de cero, sino más bien de menos cero. Pero vamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas porque además creo que se lo debemos al equipo, que ahora se ha reforzado con un nuevo jefe de cocina, Tony Guzmán, que viene con ganas e ideas frescas que suman mucho”.

Empezamos la cena con una cerveza Mawa, marca de la casa, que ya no fabrican en el local sino que se la elaboran para ellos unos maestros cerveceros artesanales de la isla. Pan del bueno (todo un acierto) con alioli casero, aceitunas de Santa Lucía y una ensaladilla rusa al estilo isleño, buena apertura.

Impecable y sabroso el surtido de croquetas variadas en versión jamón, chistorras y morcilla. Goloso el rollito de pollo en su guiso propio y quizás un poco más flojo el langostino rebozado a la gabardina.

Los dos platos principales, para repetir. El rejo de pulpo con mojo hervido y papas arrugadas llegó perfecto en su punto de cocción y absorbente en su potente fondo. Por otra parte, el solomillo bien cocinado y acompañado por unas excelsas papas fritas caseras y unos pimientos de Padrón bien ejecutados. ¡Qué poco valoramos a veces la perfección de la sencillez!

En los postres si decae un poco la cosa por unas tartas que elabora para la casa un obrador y de las que no hay por donde coger la de queso; se salva en parte la strudel de manzana. Pero la nota feliz en el postre la puso la crema catalana, en esta ocasión sí que es casera, la elabora Tony.

La sala la llevó con una eficiencia, rapidez y elegancia absoluta una camarera, Mary, que te sonreía a través de la mascarilla, ayudada en este servicio por Patricia. Y el vino elegido para la ocasión, Caldera Blanco, todo un acierto, aunque también se pueden encontrar vinos de aquí y de península en su carta, no muy amplia pero sí acorde a lo que uno espera encontrar en un sitio modesto como este.

Esta visita al local tuvo lugar en un día especial para ellos porque formábamos un grupo de 18 personas en dos mesas, lo que otorga un grado de dificultad mayor al servicio. En unas condiciones habituales, lo normal hubiera sido que no escribiera sobre ellos, pero sería muy injusto dejar pasar la oportunidad de dar a conocer una propuesta honesta, humilde pero llena de verdad y una gran ejecución como ha sido esta.

 Al principio de este artículo les hablaba de esos sitios que uno va dejando para mañana, en este caso además “la confianza da asco” porque el conocer a la familia desde toda la vida había puesto en mí unos absurdos prejuicios a la hora de visitar un lugar, La Tasca de Mawa, al que no volveré a dejar para mañana y permítanme recomendarles que ustedes tampoco. 

La Tasca de Mawa

c/ Colombia 39

Tfno 928.09.94.84

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