Canarias, pionera en España en el implante coclear que permite la resonancia

La paciente lanzaroteña, Gloria Almeida Moreno, durante la activación por primera vez de la nueva unidad de implante coclear de última generación. (Efe/Ángel Medina G).

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

El Hospital Universitario Insular de Gran Canaria lidera en la sanidad española la recuperación de la audición a través de un implante coclear de última generación, que permite que el paciente sea sometido a resonancias magnéticas sin riesgo para su salud.

Según ha informado este miércoles el jefe de Otorrinolaringología del Complejo Hospitalario Universitario Insular-Materno Infantil, Ángel Ramos, el pasado mes de agosto una canaria de 61 años se convirtió en la primera paciente que recibe en España una unidad de implante coclear de última generación y que, desde entonces, se han colocado otras dos unidades, la última esta misma mañana.

El doctor ha destacado que, al contrario de otros implantes cocleares, el de última generación de titanio no precisa la retirada quirúrgica del imán de Synchrony para la realización de una resonancia magnética de alta resolución a 3.0 Tesla.

La novedad es que el imán gira libremente y se alinea automáticamente dentro del encapsulado, lo que impide que se vea afectado por el campo magnético de la resonancia, que se realiza con “mayor comodidad y seguridad”.

Ángel Ramos ha asegurado que el nuevo implante permite la recuperación de la audición del paciente y de “aquellos elementos que mejoran más su calidad de vida”.

“Este invento ya se utiliza a nivel mundial y es un producto seguro que aporta muchos beneficios” a la persona que sufre sordera.

Ramos considera que para su departamento, que trabaja con implantes cocleares desde el año 1991, con casi un millar de intervenciones en su historial, ha sido “una suerte” hacer el primer implante de última generación en España.

Este especialista ha destacado el trabajo de su equipo de investigadores, entre los que se encuentran físicos e ingenieros, que han compartido sus conocimientos y avances con otros centros hospitalarios, en especial de Alemania, y con la industria de la biomédica.

“Cualquier paciente se puede beneficiar con este implante coclear de última generación”, ha apuntado el doctor Ramos, aunque la primera española en disfrutarlo es una lanzaroteña, Gloria Almeida Moreno, quien se quedó sorda de los dos oídos hace cuatro años y que hoy ha podido recordar algunos sonidos y comenzar a conversar.

Después de un breve periodo de recuperación quirúrgica, Almeida Moreno ha comenzado un programa de rehabilitación porque, según ha explicado el doctor, “aprender a oír con un implante coclear es un proceso”.

La primera clase de la paciente lanzaroteña fue impartida por el enfermero Juan Carlos Falcón, quien, a través de un ordenador, regulaba los sonidos agudos y graves para que Almeida Moreno volviera a reconocerlos y ubicarlos.

La primera sesión de rehabilitación duró dos horas y, con posterioridad, la paciente será observada dentro de un mes y medio, seis meses, nueve meses y un año, para pasar con posterioridad revisiones anuales. Sin embargo, Juan Carlos Falcón ha explicado que en “en tres meses se defenderá y dejará de atender al lenguaje de los labios”.

Un implante coclear es un dispositivo electrónico médico implantable, diseñado para producir sensaciones auditivas útiles en una persona con hipoacusia neurosensorial de severa a profunda, mediante la transformación de las ondas de sonido en señales eléctricas que se transmiten al nervio auditivo en el oído interno.

Los principales beneficiarios de esta tecnología son los pacientes adultos con una hipoacusia de severa a profunda que han perdido la audición cuando ya han desarrollado el habla, o niños que al nacer no pueden oír y necesitan tener audición para poder desarrollarla.

La única contraindicación del implante es la ausencia congénita de oído interno, pero, aun en esos casos, el Hospital Insular es pionero en la estimulación cerebral. El centro grancanario realiza unos 60 implantes cocleares al año, cada uno de ellos con un coste de unos 20.000 euros, y en un 80 % los pacientes pertenecen a otras autonomías.

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