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''Los periodistas han pecado de soberbia''

Aunque periodista de profesión, Héctor Fajardo (Santa Cruz de La Palma, 1980) se considera ante todo un trabajador de clase obrera. Es secretario de acción sindical de la Unión de Profesionales de la Comunicación de Canarias (UPCC) desde hace cerca de cuatro años, organización que ya cumple una década de existencia con delegados en medios como Radio Televisión Canaria, Diario de Avisos y La Opinión de Tenerife, y secciones sindicales en los principales medios del Archipiélago.

Muchas cosas han ocurrido en este tiempo. “Hace unas semanas organizamos dos asambleas generales -Tenerife y Gran Canaria- y la mayor parte de afiliados ya eran autónomos”, señala. Como él mismo, que vive de las colaboraciones que van surgiendo.

Fajardo habla en tercera persona de los periodistas cuando se refiere a aquellos que han provocado que un sector de la población nada minoritario vea a los medios de comunicación como parte del poder, en lugar de un contrapoder que defienda a los ciudadanos. “Hay compañeros que cobran 600 o 700 euros pero consideran que pertenecen a una clase social privilegiada”, comenta irónico.

Como sindicato del sector de la comunicación, ¿cuál piensan que es el principal problema del sector?

Hay una escasa conciencia de clase entre los compañeros de la profesión. Les cuesta mucho organizarse no solo en torno a un sindicato, sino incluso en plataformas, para defender cuestiones innatas a los profesionales de los medios. Siempre pongo el ejemplo de los estibadores, que cuando tocan a un compañero sin motivo, son capaces de parar la producción en distintos puertos para defenderlo.

¿El motivo?

El excesivo individualismo. Los periodistas, por su relación constante con empresarios y políticos, se han convencido de que pertenecen a una clase social distinta a la suya. Pero incluso las condiciones de los trabajadores de la industria son mejores que las de los periodistas.

¿Una de las causas por las que a menudo se identifica a la prensa con el poder?

Es muy curioso ver compañeros que cobran 600 o 700 euros pero consideran que pertenecen a una clase social privilegiada, que no son clase trabajadora. Existe la falsa creencia de que los periodistas tienen capacidad de influir en la vida política y provocar cambios en ella. Uno de los problemas más grandes que tenemos es la censura. Puedo entender las líneas editoriales de los medios privados, pero ocurre también en los públicos. Ninguna parte está sin supervisión de alguien que está por arriba y decide qué contenidos salen y qué no.

¿La separación de los periodistas respecto al personal de talleres en los periódicos ha tenido algo que ver?

Un obrero de las rotativas tiene mucha más conciencia de clase que un periodista y puede llegar a influenciarle. Pero la escasa conciencia de clase viene desde el propio nacimiento del periodismo. Siempre se ha dicho que el periodista tiene que ser objetivo y mantenerse al margen de opiniones e ideologías.

Es conveniente en el trabajo, pero no como actitud vital...

Ahí está uno de los problemas. Al final no son unos desclasados que están por encima del bien y del mal. Cuando tomen conciencia de que pertenecen a la clase trabajadora, los problemas empezarán a solucionarse. No es lógico que el periodismo sea una profesión que no esté regulada. No puede ser que se lleve tanto tiempo luchando por un estatuto del periodista, que ha sido presentado y rechazado dos veces en el Parlamento.

Si esa es la realidad, ¿por qué existe esta percepción tan mala del periodismo?

Da la sensación de que se ha pecado de orgullo o soberbia.

Habla mucho de conciencia de clase, ¿pero no es bueno un periodista que no se identifique con ninguna clase social pero sí con valores como la democracia?

Yo creo que va ligado. Un periodista puede ejercer una labor de contrapoder, pero si quieres desarrollar esas funciones, primero tienes que conseguir unas condiciones laborales dignas y que se respete tu trabajo en las redacciones.

¿Alguna propuesta?

Que los medios de producción estén en manos de los trabajadores, para desarrollar una función que tenga que ver con todo esto.

Ahora están surgiendo medios digitales como Eldiario.es o Materia, que siguen este principioEldiario.esMateria

No es una utopía. Poco a poco tenemos que ir ganando terreno y conquistando espacios dentro de las empresas. En Diario de Avisos, el sindicato tiene la máxima representación y se ha instaurado un comité de redacción que emite informes sobre contenidos, tiene un espacio donde publicar su postura sobre cuestiones relacionadas con el periódico... Tiene una capacidad de decisión que, aunque sea mínima, hace llegar a la dirección la opinión de los trabajadores.

Cuando la UPCC comenzó hace diez años, el contexto era muy diferente. Ahora en cambio tienen más experiencia. ¿Qué valoración hacen de estos años?

Había un déficit organizativo, creo que hemos hecho algo para paliarlo y que algunos tomen conciencia de clase. Por otra parte, resaltar que es necesario estar dentro de colectivos que reivindiquen tus derechos y los defiendan. Y ya no solamente dentro de las empresas, hace unas semanas organizamos dos asambleas generales, en Tenerife y Gran Canaria, donde vimos el sentir de los afiliados, y la mayor parte de ellos eran ya autónomos.

¿Antes eran empleados?

Venían de trabajar por cuenta ajena y ahora se han buscado sus garbanzos. Como ha cambiado la perspectiva, el sindicato tiene que seguir ofreciendo asesoramiento a estos compañeros, y ampliamos servicios a los autónomos. Pero seguimos teniendo la misma necesidad de organizarnos. Lo que hemos logrado es que se escuche una voz distinta. Nunca hemos pretendido que se nos vea como un sindicato al uso. Aspectos de valores periodísticos que consideramos como una agresión a la libertad de los trabajadores. Nosotros sí llegamos a estos temas, por eso creo que el sindicato es más necesario que nunca.

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