Un pueblo ‘patas arriba’, proyectos fallidos y prórrogas incumplidas, las trabas interminables de las obras en San Mateo

Calles cortadas en la Vega de San Mateo. (Alejandro Ramos)

Silvia Álamo

Las Palmas de Gran Canaria —

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Ni un solo ruido que se parezca al de un municipio en obras. Las voces de los vecinos y vecinas que se reúnen en las terrazas del casco y el transitar de algún coche es lo único que se escucha en un pueblo que se encuentra patas arriba. No hay obreros en las calles, las máquinas llevan semanas paradas y nadie sabe lo que ocurre. Solo desean que todo termine cuanto antes pues es una situación incómoda para residentes y visitantes. Pocos se acuerdan de cómo era La Vega de San Mateo antes del comienzo de las interminables construcciones en los alrededores del casco histórico. Desde la remodelación de la plaza, el aparcamiento subterráneo del mercado o la nave y restaurante de este, al también aparcamiento subterráneo de la plaza principal o la reforma de la Avenida Tinamar. Las obras se complican en esta localidad de las medianías de Gran Canaria, un centro neurálgico de las conexiones y la movilidad en el interior de la isla. 

Desde que se pusiera en marcha el denominado Plan E (Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo) -también conocido como Plan Zapatero- en 2008, justo en el comienzo de la crisis económica, la Vega parece no tener definida su estructura urbanística en el casco municipal. El programa, del que fue beneficiario el municipio grancanario, se componía de más de un centenar de medidas económicas planteadas por el Gobierno socialista, dirigido por José Luis Rodríguez Zapatero, a través de las cuales se pretendía impulsar la actividad económica del país para hacer frente a la crisis que ya tocaba la puerta. 

En ese momento en la Vega gobernaba Alternativa por San Mateo con Gregorio González a la cabeza, quien perdería las elecciones en 2011 tras 16 años gobernando el municipio. Con González y el Plan E se puso en marcha la remodelación del centro veguero. El proyecto consistía en trasladar la estación de guaguas a las afueras del casco, para ello se creó la parada preferente. La siguiente idea era tirar la plaza, hacer un parque, una zona verde diáfana y un auditorio. Con la inminente llegada de la crisis solo se construyó la plaza y el parque infantil. La condición, en aquella época, era mantenerlo así hasta que llegaran “tiempos mejores”, recuerdan algunas fuentes que vivieron el proyecto de cerca. Llegan los siguientes comicios (2011) y Antonio Ortega se convierte en el nuevo alcalde veguero, solo tres meses después de formar su partido, Avesan (Asamblea de Vecinos de San Mateo), se hizo con la mayoría absoluta de votantes de la localidad. Ortega lo tenía claro: iba a “devolver” al municipio al “sitio que se merece” y lo iba a convertir en un “referente en el Archipiélago”. 

Dos años después de que se hiciera con la Alcaldía, el grupo de gobierno dirigido por Ortega lanzó el proyecto de las obras en el entorno del mercado. Así, gracias a un Plan de Cooperación con el Cabildo insular -con José Miguel Bravo de Laguna (Partido Popular) como presidente- comienza la construcción de la plaza entre las dos naves además del aparcamiento. Tres años después, en marzo de 2017, se inaugura la plaza pero no el estacionamiento, ya que no cumple una serie de requisitos para su apertura. Al cabo de un año se adjudica a una nueva empresa la adecuación de esos defectos. Y sin embargo hasta ahora continúa cerrado. 

La tenienta de alcalde de la Vega, Davinia Falcón, aclara que la razón por la que este estacionamiento no se ha puesto en marcha es que sigue a la espera de que la Consejería de Industria conceda el permiso. “En su momento se hizo con una normativa y cuando transcurrieron las obras la normativa cambió y para pasar la inspección de la OCA (Organismo de Control Autorizado) nos hicieron hacer unas cosas que en ese proyecto no se contemplaban. Tuvimos que volver a redactar pliegos y licitar”. Sin embargo, según fuentes consultadas, la OCA tiene que regirse al proyecto de instalaciones, que en su momento tendría que haber sido aprobado por el Colegio de Ingenieros correspondiente y, por tanto, por Industria, es decir tener el visado de calidad y conformidad. Si bien, apuntan que se puede dar el caso de que el proyecto estuviera mal pero eso incurriría en una cadena de errores burocráticos.

Esa no sería la única obra relacionada con el famoso mercado veguero, que cada fin de semana pre-Covid19 acogía a una gran cantidad de clientes y curiosos de toda la isla. En 2016 el ayuntamiento decide modificar la Nave A del establecimiento, la agrícola. Se trataba de un plan de colaboración entre el Cabildo de Gran Canaria, la Mancomunidad de Medianías y el ayuntamiento. Se presentan varios proyectos y finalmente se elige una especie de cubo de cristal que no fue del agrado de los residentes de la zona. No obstante, la obra se adjudica a una empresa peninsular y en enero de 2018 comienza el desmontaje de la antigua nave, el plazo de finalización se estipulaba en algo más de ocho meses. En marzo del mismo año la empresa paraliza las obras alegando problemas en el proyecto, según indicaron era “irrealizable”. En la actualidad el recinto no se ha puesto en pie. A todo esto se le añade que la constructora se declara en quiebra y termina por abandonar la edificación. Finalmente, el año pasado se reformó el proyecto y volvió a salir a concurso, en esta ocasión con fondos municipales. El pasado 2 de marzo acababa el plazo de presentación de ofertas. Falcón explica que justo antes de que se declarara el estado de alarma se abrieron los sobres del concurso de la obra y “está a punto de ser adjudicada”. Indica que debido a la situación se pararon todos los procedimientos y “ahora” se ha vuelto a retomar y están “pendientes” del informe técnico para asignarla a una empresa. 

En todo este tiempo, los comerciantes de la nave agrícola se han instalado en la Nave B, o artesanal, y en unas carpas exteriores. Un local más pequeño y estrecho que el que se tiró al suelo. Las mismas fuentes aseguran que muchos de ellos se marcharon por la falta de espacio o por el frío con el que tenían que convivir en los inviernos de esta localidad. 

Un caso similar se dio el Bar Restaurante el Mercado. La idea era llevar a cabo una remodelación integral del edificio, tanto en el exterior como en el interior. El Consistorio habló de ampliación de espacios y mejoras en la accesibilidad, un proyecto presupuestado en 385.000 euros y con un plazo de ejecución de tres meses y medio que comenzó en febrero de 2019. En julio del mismo año se solicita la primera prórroga y en la actualidad la obra está paralizada por la indefinición del proyecto. La portavoz de la oposición en el municipio, Isabel Peñate, de Alternativa por San Mateo, afirma que era una construcción que “no hacía ninguna falta”. 

La obra estrella, el aparcamiento subterráneo de la plaza

Sin duda, la obra estrella de la Vega de San Mateo es el aparcamiento subterráneo de la plaza. Se ha visto envuelto en todo tipo de polémicas, desde el favoritismo del expresidente canario Fernando Clavijo (Coalición Canaria) por Antonio Ortega a la paralización de la construcción, las quejas de otras empresas, las reformas del proyecto, la ordenanza municipal “a medida” o las prórrogas para poder acabar la obra que nunca terminan de cumplirse. La obra con la que Clavijo premió al alcalde por desmarcarse del Cabildo de Gran Canaria y optar al Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan) en solitario (como lo hicieron Mogán y Firgas) ha estado en controversia desde que se iniciaron los trámites para la adjudicación de su construcción. El proyecto se le adjudicó a la empresa OHL que se comprometía a ejecutarlo en menor tiempo (11 meses) y con mejor presupuesto que sus competidores. Tenía que haber estado finalizado a principios de 2019, es decir hace un año y medio pero la construcción no parece avanzar. Los vecinos, resignados con la situación, señalan que es “una pena” ver el pueblo así.

El laberinto del aparcamiento comienza en noviembre de 2017 cuando se formalizó el contrato con la empresa adjudicataria y con el acta de replanteo -el documento que da por iniciadas las obras de manera formal- el 23 de enero de 2018. Pero solo unos días después, el 5 de febrero, OHL anunció que le era imposible iniciar los trabajos y que se veía obligada a solicitar la paralización temporal de la obra por errores en el proyecto. En ese momento se consideró que era necesario “realizar un estudio y una valoración de los servicios afectados que se encuentran en todo el perímetro del futuro edificio, los cuales no están contemplados en el proyecto adjudicado”. Es decir, que no se tuvo en cuenta que hay sótanos en los edificios colindantes que interfieren con este. Ante el posible encarecimiento, la dirección facultativa de la obra decide alejarse de las edificaciones limítrofes y construir una planta más para evitar modificar el objeto del proyecto. Sin embargo, esta alteración no llevó un nuevo concurso y finalmente el aparcamiento contará con una planta más y las 384 plazas inicialmente previstas pasan a 408 en total. Aunque se generaron dudas jurídicas ya que según la Ley de Contratos Públicos las reformas no previstas en los pliegos no podrán “alterar las condiciones esenciales en la licitación” y tampoco podrá variar sustancialmente la función y características de la prestación inicialmente contratada, los técnicos estimaron que no se alteran las condiciones urbanísticas y precisaron que la modificación sería solo “geométrica”. 

No obstante, desde la oposición se reprochó que las normas urbanísticas del municipio solo permiten la construcción de dos plantas subterráneas. Peñate asegura que al percatarse de la situación, el alcalde elaboró una nueva ordenanza municipal “a medida” autorizando la edificación de tres plantas bajo rasante en suelo público. Con la nueva prórroga, la obra tendría que estar finalizada en julio de este año pero los propios vecinos reconocen que es “muy difícil, por no decir imposible” que esto ocurra. Además, tiene que estar justificada a finales de 2020 a través del Fdcan en el Gobierno de Canarias. Lo cierto es que en la construcción apenas se ven obreros y algunos transeúntes aseguran que desde la declaración del estado de alarma por la llegada de la pandemia de la COVID-19 casi todos los trabajadores se marcharon y, en estos momentos, son pocos los que siguen al pie del cañón. 

La Avenida Tinamar, el embudo del municipio 

La Avenida Tinamar, la entrada principal del pueblo, conocida popularmente como ‘la carretera del centro’, que se dirige hacia la cumbre grancanaria es uno de los grandes quebraderos de cabeza de vecinos y comerciantes, el embudo por donde hay que entrar al casco urbano de La Vega. Las obras comenzaron en noviembre de 2019 -adjudicadas a la misma empresa del aparcamiento- y en estos momentos se encuentran aparentemente paralizadas. El proyecto consiste en convertir los dos carriles que cruzan la localidad -era uno de subida y otro de bajada- en solo de subida hacia la Cumbre para evitar los habituales atascos cada fin de semana. Además, se eliminarán las aceras para dejar una plataforma única más ancha. La obra ocupa el tramo comprendido en una zona donde hay bastantes comercios, donde no se permite el estacionamiento de vehículos y los ruidos y el polvo (cuando se ponen en marcha) así como los cambios de movilidad que existen en estos momentos en el municipio generan “estrés urbano”, como reconoció una vecina de la zona. Una manifestación con la que coincide Peñate, “existen un montón de dificultades para la población, poco aparcamiento, calles cortadas, hoy con un sentido y mañana con otro, ruido…”. Aunque la previsión era que estuviera finalizada en el verano de este año, el estado en el que se encuentran ahora mismo los trabajos anticipa que será inviable. 

La concejala de la oposición coincide con Ortega en el argumento de que “para mejorar hay que hacer obras”, pero considera que tienen que estar “bien planeadas y planificadas para que se hagan lo más rápido posible”. “Aquí llevamos muchos años con edificaciones”, afirma. Peñate cree que el problema es que “se han visto con mucho dinero y no saben gestionar”. 

La justificación para el retraso en la finalización de las obras del aparcamiento de la plaza y de la Avenida Tinamar es que siguen pendientes de la redacción de un modificado del proyecto y de su posterior aprobación porque hay aspectos de la calle y de las instalaciones que no aparecían en él. “Seguramente se solicitará una nueva prórroga”, apunta la tenienta de alcalde, señalando que es toda una misma construcción adjudicada a una sola empresa con financiación del Fdcan. 

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