Limpieza, jardinería y seguridad, temas pendientes en el Polígono de San José

La basura se acumula en cualquier rincón del barrio. FOTO: Iago Otero Paz.

Iago Otero Paz

Las Palmas de Gran Canaria —

En Las Palmas de Gran Canaria, a tan solo cinco minutos de la Catedral de Las Palmas y entre el Hospital Insular y la reluciente Ciudad de la Justicia se encuentra el Polígono de San José, una de las zonas más populosas del distrito Vegueta-Cono Sur y en el que un paseo por él muestra una realidad completamente diferente al turístico barrio de Vegueta. Cornisas cayéndose, papeleras que brillan por su ausencia o palmeras que no se podan y llenan el barrio de cucarachas y ratas, son los principales dolores de cabeza de este vecindario en el que ahora que llegan las elecciones el Consistorio comienza a adecentar, aunque “solo las zonas que se ven” según narran los vecinos.

En los numerosos jardines con los que cuentan el vecindario se acumula la basura ya que apenas entran los servicios de limpieza en el barrio. Un vecino que supera los 80 años de edad cuida el jardín bajo su casa, con el sacho en mano, y sonríe mientras dice con ironía: “Aquí, trabajando para el alcalde, porque si yo no lo limpio...”. Son muchos los ciudadanos que deciden, ante la falta de servicios de limpieza y jardinería, arreglar de la manera que pueden la zona donde viven. Así, es fácil encontrarse cajas de cartón o cestas que hacen las funciones de papeleras ya que estás “abundan por su ausencia”, lamentan desde la Asociación de Vecinos Tesegue, donde afirman que muchas de ellas son retiradas porque los incívicos “las rompen”. Incluso arrancaron un árbol porque las raíces de este buscaba el bajante de un edificio y estaba dañando la estructura del mismo, eso sí, lo hicieron tras ver que cada vez que las solicitudes al Consistorio no tenían nunca respuesta. También brillan por su ausencia los carteles que indican las calles, es complicado encontrarlos, aunque a veces están en los portales de las viviendas donde ponen el número y la calle en la que se encuentra.

La resignación es la palabra que reina entre los vecinos que son conscientes de que su barrio no cuenta con los mismos servicios que el resto de la ciudad. “Llevo 35 años aquí y esto no ha cambiado nada, ya estoy acostumbrado”, explica un chico cuando se le pregunta sobre qué piensa de los servicios donde vive. También hay los que niegan la realidad y creen que en San José “todo está bien”, pero quien tiene dos dedos de frente sabe que esto no es así.

Desde hace un año está abierta en el barrio la Ciudad de la Justicia. Los edificios, inaugurados el 18 de enero de 2014, permitieron darle una imagen remozada a algunas calles de la zona. “Han arreglado la parte de abajo por el juzgado, pero del resto no se ocupa nadie”, comenta una persona cuando se le pregunta por las actuaciones tras la reapertura de los juzgados, una opinión que sostiene Juan José Betancor, presidente de Tesegue, quien concreta que asfaltaron la calle Málaga pero el aparcamiento que da a esta, en la que estacionan muchos de los usuarios de los juzgados, se dejó en el estado que estaba, con numerosos baches.

El presidente de la asociación de vecinos también subraya como uno de los grandes problemas el trapicheo y la delincuencia de muchos de sus vecinos que hacen que la inseguridad sea latente entre sus calles. Y es que aunque asegura que hay más vigilancia que hace algunos años, “la policía viene a cuenta gotas”. A ello hay que añadir que las farolas son excasas en las grandes calles, y en los jardines entre viviendas son inexistentes, por lo que de noche todo está en penumbra.

Las cornisas son uno de los grandes peligros para los viandantes ya que muchas tienen peligro de derrumbamiento. Betancor explica que se arreglaron algunas, pero debido a que el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento no se ponen de acuerdo, otras muchas se ven con redes de seguridad que muestran el peligro inminente de caída. El otro son las vallas que están apenas fijadas al suelo o las paredes, con los tornillos sin fijarse o la base destrozada, esperando a que alguien la empuje para tirarla, por no hablar de agujeros en las aceras tapados con piedras para que las personas no se caigan dentro de ellos.

En cuanto a las escaleras, la orografía del barrio hacen que sean necesarias, sin embargo, están desgastadas o desniveladas respecto al suelo, por lo que tropezarse es lo más fácil. A ello hay que añadirle que la gran mayoría no cuentan con barandillas a las que los vecinos se puedan agarrar. Eso sí, al igual que las papeleras de cartón, ante la falta de mantenimiento por parte del Ayuntamiento en algunas escaleras se pueden ver vallas de obras unidas al suelo con cemento a modo de barandillas. Hablando con algunos vecinos, también protestan porque ni hay rampas ni las escaleras están en buen estado, y cuentan como algunas personas mayores apenas salen a la calle por el peligro que ello le conlleva.

Entre las calles Córdoba y la calle Palma de Mallorca se encuentra la zona conocida como El Chaparral. Aquí el Consistorio realizó la rehabilitación del Pasaje Los Canales, donde se creó un acceso mixto, peatonal y rodonal, de 250 metros de longitud. Estas obras contaron con un presupuesto de 232.874 euros para realizar una calzada de 4 metros de ancho con aceras de 2 metros de ancho a ambos lados de la vía. Tras la inauguración de esta actuación los vecinos protestan porque el alcantarillado no se cuida y está taponado todos los días, siendo muchas veces ellos quienes lo desatascan. Una señora recalca que la cañería para recoger el agua de las lluvias, aparte de estar taponada, es muy estrecha, más propia de una casa que de la calle. Mientras, las anchas aceras terminan en unas escaleras, por lo que el andar en silla de ruedas por esta zona tiene que ser por la carretera.

Y una de las grandes ausencias son los parques infantiles. Antes existía uno cerca del cementerio, pero este fue eliminado para hacer uno de los muchos pipican con los que cuentan la capital, dejando al vecindarios in columpios para los niños. Un barrio que cuenta con pipican pero en el que muchos de sus vecinos llevan a los animales a hacer sus necesidades a unas canchas deportivas entre las viviendas y que nadie vigila. Es tal la suciedad de las mismas, con numerosos excrementos de animales, que en su exterior hay dos piedras formando una portería ya que los jóvenes prefieren jugar al fútbol en la calle que en unas instalaciones deportivas que no se pueden usar para ello.

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