Espacio de opinión de Tenerife Ahora
De inspectores, agricultura y ladronismo
Desde Madrid debe verse el mundo muy plano. Creen los que legislan desde allí que la realidad es uniforme e infinitamente homogénea, como su meseta central; que no hay diversidad cultural ni dinámicas nacionales diferentes. Creen que la vendimia se hace con máquinas gigantescas en grandes extensiones. Y hasta tal punto lo creen y están convencidos de ello que el Ministerio de Trabajo de Madrid está empeñado en amargarle la vida a nuestros agricultores echándole a los inspectores encima. Ahora, en tiempo de vendimia, los inspectores acechan las fincas para ver si todo el que allí trabaja está asegurado, está dado de alta como autónomo, no es pensionista ni cobra ayuda alguna, o similares. Se trata, según ellos, de que todo se haga conforme a la ley, pero aquí, como en tantas otras ocasiones, la ley no tiene nada que ver con las culturas, ni con la realidad, ni con las necesidades de la gente.
De toda la vida, en Canarias se ha estilado el trabajo comunitario consistente en que hoy yo te ayudo a ti y mañana tú me ayudas a mí. A vendimiar, a levantar una casa. Se ha estilado que la familia, como concepto amplio, te eche una mano. Por eso, cuando llegan estas fechas, la mano de obra extra te la dan tus hijos, tus vecinos, los amigos de tus hijos, tus yernos y tus nietos, tus primos. Pues eso se va a acabar. Si no tienes asegurada y asalariada a toda esa gente que no sea familiar directo tuyo, te caerá encima una multa. Por eso andan los magos echando espumarajos por la boca; andan los agricultores echando pestes y maldiciones. “¡Ladronismo!”, gritan unos. “¡Malditos!”, blasfeman otros. Y así retumban los lamentos y maldiciones como en la Cantata del Mencey Loco por esos valles y laderas. El trocapeón (Tenerife) o la peonada (Fuerteventura), un tipo de ayuda vecinal y trabajo comunitario, es ilegal; la solidaridad campesina y comunitaria, también. En cambio, es legal que el Cabildo compre vino foráneo para enriquecer sus caldos. Compran vino barato que no quieren los españoles –de ahí que muchos llamen a Canarias el sumidero del vino malo español–. Así pues, entre el acoso a los guachinches, el acecho a los agricultores y el fraude vitivinícola del Cabildo, ¿qué sentido tiene hacer una comida comunitaria y un tenderete después de vendimiar? ¡Ladronismo es lo que hay! ¡No hay más!
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