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Rajoy inauguró Granadilla con bronca del presidente de Puertos del Estado al jefe de la Policía Portuaria

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante el acto inaugural del Puerto de Granadilla.

Alexis González

Las Palmas de Gran Canaria —

“Se cabrea, claro que se cabrea. El policía se puso bastante chulito, nos pareció una irresponsabilidad”. Así explican desde el gabinete del presidente de Puertos del Estado una bronca de su titular, José Llorca, a un jefe de la Policía Portuaria de Tenerife, cuyo sindicato le acusa de haberle amenazado con el despido. “Yo soy el superior de sus superiores… alguien va a perder su puesto de trabajo aquí”, dice el Sindicato de Policías y Bomberos que dijo el presidente de Puertos de Estado.

El incidente se produjo durante la inauguración del puerto de Granadilla, en el sur de Tenerife, con la presencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el 2 de marzo. Y las versiones de Puertos y del sindicato solo difieren en el alcance de la bronca de José Llorca. Puertos reconoce el cabreo del presidente por no acatar sus órdenes, pero que solo advirtió con exigir responsabilidades. Y el sindicato le ha pedido que se disculpe ante el funcionario, de baja por estrés ante la amenaza de despido.

La chispa que encendió a José Llorca fue que no se parara la actividad portuaria a escasos metros de la carpa donde se celebraba el acto institucional. Puertos estaba advertido por la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife de que simultáneo al acto con Rajoy, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, y hasta 70 autoridades e invitados, se iba a proceder a la descarga de grandes palas de aerogeneradores desde un buque.

En un principio hasta pareció adecuada que la inauguración de esta cuestionada infraestructura ligada a la polémica penetración del gas en Canarias se hiciera en plena faena portuaria, pero según relatan desde Puertos del Estado, en la práctica el cuadro fue otro: la descarga de las palas del buque Louis invadía el área de la carpa de invitados, en su trayecto por un carril estrecho en transportes especiales.

La inquietud se disparó. Camiones transitando a escasos metros de Mariano Rajoy, con unas palas de molinos de viento inmensas, y todo un trajín de actividad rodada más allá de la estampa ideal de una desestiba y descarga no entraban dentro de los guiones de los servicios de seguridad y de protocolo de Moncloa y Fomento. “Nos lo pidieron de Moncloa, suponía una inseguridad para los asistentes”, sostienen.

Así que Puertos trasladó la orden de parar durante una hora, entre las 12:00 y las 13:00 que duraría el corte de cinta, el paso de camiones cargados de palas junto a la carpa, pero nadie hizo caso. Ni siquiera el director de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, José Rafael Díaz, quien en principio era el destinatario para que se ejecutaran las instrucciones del presidente de Puertos del Estado.

Fue entonces cuando José Llorca estalló. Sostiene el sindicato que “con muy malos modos y de manera encolerizada” se dirigió al jefe de servicio de la Policía Portuaria a pedirle explicaciones por el tránsito de esos vehículos. Y que lo hizo delante de “unas 60 personas”. La sorpresa del funcionario fue tal que respondió, “guardando siempre el respeto y las formas debidas” según su sindicato, que se limitaba a cumplir instrucciones de la Autoridad Portuaria de Tenerife.

Que lo dijera en plan “chulito” ya es apreciación de la otra parte litigante. Puertos rebaja el espectáculo a solo unos cuantos testigos, y no a toda la comitiva de Rajoy. Según su versión, Llorca se dirigió a la garita de los policías con el director de la Autoridad Portuaria tinerfeña y la jefa de protocolo de Fomento para pedir esas explicaciones al jefe de la Policía Portuaria. Y ahí sí se produjo la bronca.

“¿Qué usted responde ante su superior? Pues yo soy el superior de sus superiores”, admite Puertos que le espetó su presidente al policía. Con el superior del policía, el presidente de la Autoridad Portuaria tinerfeña, al lado sin abrir la boca. “Llega a pasar algo, y se nos cae la cabeza a todos”, mantienen desde Puertos del Estado en defensa de la actitud de su presidente a la hora de ordenar el cese de la descarga.

Una guerra de poder en la Autoridad tinerfeña

El incidente ha trascendido al circular un escrito del sindicato, dirigido a Llorca, en el que se le conminaba a disculparse ante el funcionario para cerrar el caso sin que este llegara a los medios de comunicación. Obviamente, la respuesta oficial que ha dado Puertos del Estado no incluye disculpa alguna, y sí una evidencia de hartazgo por la guerra interna en Tenerife entre el director y el presidente de la Autoridad.

“El director estaba justo al lado del presidente [de Puertos del Estado], y no decía nada, se callaba”, explican fuentes oficiales sobre la trifulca con el jefe de servicio de la Policía Portuaria. Las mismas sostienen que todo se debe a la lucha de poder entre José Rafael Díaz y Ricardo Melchior, que incluye una serie de denuncias en los tribunales ordinarios. “El director no se habla con su propio presidente. Están divididos, y todo esto nos ha cogido en medio. Estamos impresionados”, recalcan.

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