Alguien se fue de la lengua y a José Manuel Corrales se le vino abajo la tarde-noche de este lunes la expectación que había generado en las redacciones de los medios informativos con el anuncio de una rueda de prensa a celebrar este martes en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. La convocatoria, en la que avisaba que estará acompañado por “abogados de la acusación particular”, verbigracia Felipe Campos, Corrales anunciaba urbi et orbi que tenía “nuevas pruebas que confirman la existencia de una trama corrupta que actuó con total impunidad en el pelotazo de Las Teresitas”. Para, a continuación, como si de un cebo televisivo se tratara, añadir: “Presentamos escandalosos cheques y pagos irregulares realizados con dinero público”. Pocas horas después, un aventajado periodista tinerfeño, David Cuesta, daba a conocer en la web de MírameTv el contenido de tan escandaloso anuncio: un cheque de 750.000 (4.507 euros) euros que habría cobrado en 2001 el por entonces secretario de Urbanismo del Ayuntamiento de Santa Cruz, Víctor Reyes, y otro de 2.748 euros destinado al interventor delegado, José Luis Roca, ambos imputados en el caso las Teresitas. En total, 7.255 euros que, comparado con la mordida obtenida por la compraventa del frente de playa de Las Teresitas, viene a ser una auténtica minucia. No obstante, conviene analizar el alcance del hallazgo, porque se trata, realmente, de una gratificación que reciben ambos funcionarios por la carga de trabajo soportada por aquellas calendas, cuando hubo que hacer de todo para que la operación colase de la manera tan burda que coló. Entre otras cosas, al tal Reyes se le atribuyen unas nada disimuladas presiones sobre la arquitecta municipal Pía Oramas para que aceptara una tasación externa que elevaba considerablemente el valor de los suelos en presencia de los 3.000 millones de pesetas que ella sostenía a los 8.000 necesarios para la operación. Los cheques ?que no transferencias bancarias, como es norma- aparecen firmados por otro ilustre imputado en la causa, el ex concejal Manuel Parejo, y por el propio Roca, lo que eleva notablemente el grado de la ordinariez.