15 ciudades europeas protestan contra el turismo masivo mientras Canarias espera por unos límites que no llegan
Este domingo miles de personas han salido a las calles de 15 ciudades europeas, como Barcelona, Ibiza, Granada, Bilbao, San Sebastián, Lisboa o Marsella, para protestar contra el modelo económico que “prioriza al turista al bienestar de la población”. Así lo han explicado sus organizadores, que exigen un decrecimiento en este sector por las consecuencias que tiene no solo para el territorio, donde se explotan los recursos naturales, sino también para la población residente, que se ve relegada a un segundo plano, cuando no expulsada, para dar todo el protagonismo a los visitantes. Canarias no ha protestado en esta ocasión, pues ya lo hizo hace unas pocas semanas, a mediados de mayo, pero las reivindicaciones y los problemas son similares a los expresados hoy. Las Islas fueron quienes en abril de 2024, hace más de un año, prendieron la mecha de una voz que se alzó no solo en España, sino en muchas ciudades europeas, para protestar contra el avance sin límites de la industria turística y de los políticos que lo permiten y alientan. Sin embargo, aún esperan por medidas que en otros territorios ya son una realidad.
En las protestas de este domingo, como también ocurrió en Canarias, se ha hecho hincapié en que no se está contra el turista, sino contra la industria, y se han enumerado algunos de los problemas que esta genera en sus propios trabajadores y en las poblaciones residentes. En Barcelona, por ejemplo, la cabecera de la manifestación ha estado formada únicamente por trabajadores “afectados por el modelo turístico” como camareras de habitación, conductores de autobuses de líneas muy turísticas y trabajadores del Hospital del Mar, que “cada año se ven desbordados por la atención a turistas”.
Pero los problemas van más allá, como las consecuencias para la vivienda o la afección al medio ambiente de tantos vuelos y cruceros. “La economía turística es extremadamente perjudicial para la salud colectiva. Los beneficios que acumulan los oligarcas del turismo a costa de la ciudad y su población, ni se redistribuyen ni mejoran la calidad de vida”, sentencian desde la Assamblea de Barris pel Decreixement Turístic (ABDT) de Barcelona.
Ninguno de esos problemas es desconocido en Canarias. De hecho, muchos de ellos se agravan en las Islas por ser un territorio frágil y fragmentado. Pero eso no ha impedido que 18 millones de turistas llegaran al archipiélago en 2024 y que este año las cifras sigan aumentando, tanto en llegadas como gasto. La previsión es que, pese a las protestas del año pasado, que dieron la vuelta al mundo gracias a los medios de comunicación, lleguen incluso más turistas y se incrementen los beneficios en el sector.
Pero esa bonanza no se traduce en mejoras inmediatas en las condiciones de sus trabajadores. De hecho, solo en la provincia de Las Palmas se han mejorado sueldos, pero solo tras una amenaza de huelga en plena Semana Santa. En la provincia de Santa Cruz de Tenerife aún se negocia porque no se ha alcanzado un acuerdo. La patronal está dispuesta a subir salarios, pero a costa de recortar en derechos, según los sindicatos, que ya han anunciado su intención de ir a la huelga también este verano.
Y mientras, Canarias sigue teniendo los segundos sueldos más bajos del país y los índices de pobreza y exclusión social más elevados. A esto se suma que la población no ha dejado de crecer y ya suma más de medio millón de nuevos residentes en apenas 20 años. Mientras, las infraestructuras, como las carreteras, crecen a un ritmo mucho más lento.
Los 2,2 millones de habitantes más los 18 millones de turistas ejercen una presión sin precedentes sobre el territorio insular, pero más allá de celebrar comisiones parlamentarias para tratar el tema o encargar diferentes estudios el Gobierno de Canarias no ha tomado ninguna medida para limitar la llegada de visitantes o nuevos residentes.
Al contrario, recientemente se ha anunciado la ampliación del horario de dos de los aeropuertos en las islas (La Palma y Fuerteventura), y se negocia para ampliar el del norte de Tenerife. También se intenta que lleguen más cruceros y que estos no tengan que cumplir con las normativas europeas de utilizar combustibles menos contaminantes. Tampoco hay sobre la mesa ningún límite a los vehículos de alquiler, como sí ocurre ya en Baleares.
Pese a inaugurar las protestas contra la industria allá por abril de 2024, en Canarias se han seguido concediendo licencias para seguir sumando camas turísticas, se ha disparado el número de pisos turísticos al no aprobar una moratoria mientras se tramita una ley para regularlos y se siguen impulsando desde las administraciones proyectos como un nuevo parque temático sobre el océano en el sur de Tenerife o más campos de golf, entre otros.
Las principales medidas reclamadas desde las calles isleñas siguen sin ser escuchadas, como una moratoria, la implantación de una ecotasa destinada a la conservación y la paralización de grandes proyectos turísticos. Y mientras algunos de los problemas se acrecientan, como la fuerte dependencia del exterior para abastecer a las Islas, el sistema energético obsoleto e insuficiente o la deficiente gestión de las aguas residuales, la población en las islas no deja de crecer y la imparable llegada de turistas augura que en este 2025 se pulverizarán incuso los récords de 2024.
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