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La Semana Santa Electoral

Después de una cuaresma de recogimiento, ayunos y recortes, después de haber sufrido unos días mediáticamente agotadores, después de incompletos debates, del coñazo de leer las opiniones políticas de tus amigos en Facebook (y de que ellos hayan tenido que leer las tuyas), después de que nadie le haya dedicado ni un segundo a la Cultura ni a la lluvia de abril; después de todo eso, por fin, ha terminado la Semana Santa Electoral. Regocijémonos, hermanas y hermanos. 

Como el de las bodas de Canaán, como el de los panes y los peces, como el de la escena final de Big Fish, el milagro del final de esta agonía ha venido para salvarnos de las procesiones, de los pasos, de los costaleros y de la fe ciega que hemos puesto en cada uno a los santos de palo que están luchando por el Trono de Hierro.

Mientras esperamos a conocer los resultados de esta tortura, todavía resuenan en nuestros oídos los milagros que nuestros ídolos han aseverado que obrarán en los próximos cuatro años en el caso de salir elegidos: millones de puestos de trabajo, menos impuestos, más diálogo, refugios para los animales, que los niños puedan ir a clase montados en unicornios rosas y una España monárquica, republicana, federal, simétrica, asimétrica y 'poliaristotélica'.

Martirio

Aún sin querer, durante estos últimos días también hemos podido constatar la labia (o la falta de ella), la valentía (o la falta de ella), la imagen (o la falta de ella), la falta de ella (o más bien, la falta de ELLAS) de cada uno de estos candidatos. 

De la misma manera, hemos asistido atónitos a sus planas disputas, a sus bailes de cifras, a sus frases de campaña de Playmobil e, incluso, hemos podido percibir el posicionamiento de cada medio de comunicación en función de los resultados de las encuestas de intención de voto que han ido publicado.

Permitirme que os diga que todo esto me ha resultado una tediosa partida de ajedrez más propia de la final de 'Gran Hermano' que de 'El arte de la guerra' de Sun Tzu. Claro que, esto es lo es lo que tiene hacer política de Trending Topic y no de planteamientos razonables y medio/'largoplacistas'.

Muerte

En fin, casi todo ha terminado ya. Cuando visitemos esta noche el sepulcro electoral, nos quedará poco para saber cuál de los candidatos saldrá por su propio pie de las urnas. Bueno, eso hasta que todos comiencen a decir que han ganado, que no lo han hecho tan mal, que teniendo en cuenta cómo llovía, el árbitro, el dinero que tenían, la fiabilidad del Carbono 14, la teoría de Cuerdas, la narcotización social… lo que sea que justifique los errores cometidos.

Más allá de las procesiones, de la cantidad de árboles muertos para fabricar los carteles electorales, de las saetas proferidas por los pesebreros, de las gominas, las coletas y los tintes, del revuelto de callos con gazpacho en el que se ha convertido la política moderna, sólo espero que el elegido recuerde que estamos aquí y que le necesitamos.

Resurrección

Necesitamos a alguien que sea capaz de formar un Gobierno amable que se preocupe por sus ciudadanos, que establezca estrategias económicas de futuro, que no se olvide ni de la cultura ni de la investigación ni de nuestra seguridad y que se centre en encontrar una fórmula educativa que sirva para formar, lejos de mecanismos de repetición sistemática de conceptos, seres pensantes que enriquezcan el mundo que está por venir.

Después de una cuaresma de recogimiento, ayunos y recortes, después de haber sufrido unos días mediáticamente agotadores, después de incompletos debates, del coñazo de leer las opiniones políticas de tus amigos en Facebook (y de que ellos hayan tenido que leer las tuyas), después de que nadie le haya dedicado ni un segundo a la Cultura ni a la lluvia de abril; después de todo eso, por fin, ha terminado la Semana Santa Electoral. Regocijémonos, hermanas y hermanos. 

Como el de las bodas de Canaán, como el de los panes y los peces, como el de la escena final de Big Fish, el milagro del final de esta agonía ha venido para salvarnos de las procesiones, de los pasos, de los costaleros y de la fe ciega que hemos puesto en cada uno a los santos de palo que están luchando por el Trono de Hierro.