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Andan las madres con sus niños y niñas postradas frente a la valla que separa la gasolinera junto al Carrefour y el descampado en el que, ajenos al rifirrafe sobre licencias, pasean los elefantes. Todo un espectáculo. Y no me refiero al hecho de que en nuestra ciudad sea habitual eso de empezar construcciones o actividades sin licencia, ahí tenemos la gasolinera de la que no sabemos nada. A lo mejor ahora con la remodelación del Gobierno se desatasca. Me refiero a esa carita de felicidad de niños y padres avistando esa estampa exótica de elefantes danzando y caravanas pertrechadas, esperando una vista gorda a ordenanzas de pueblo que no deberían impedir unas tardes de circo y paseo al centro comercial.
Pero esta ciudad, más amante de los circos que de los animales, con su alcalde a la cabeza, se ha propuesto cumplir a rajatabla la ordenanza y va a impedir una actividad que se lucra con el sufrimiento gratuito de los animales. ¿Y la gente? no se quejará mucho, con un rato para ver los elefantes tras la valla será suficiente. En Talavera somos así, desde la barrera nos conformamos con poco pan y pésimo circo.
Porque pésimo, bochornoso, resulta el circo en el que algunos representantes locales convierten el Ayuntamiento, el Pleno y la democracia local. Con operaciones de transfuguismo en una y otra bancada que ofrecen una imagen de fraude electoral y político intolerable. Comportamientos que justifican esa desafección ciudadana ante la política mientras que el Gobierno, el de la minoría antes, y el de la mayoría ahora, se sale con la suya. A costa de lo que sea, de contratar a una concejala para conseguir un voto más a favor del gobierno del PP, o aceptar a concejales que entran en el salón de plenos de la mano de un partido o coalición política y salen de la mano de otro, o por su propio pie.
En Talavera no queremos animales en el circo, y además, no son necesarios. Tenemos al mejor funambulista de alcalde, eso sí, asegurando un buen colchón político por si el público mueve la cuerda. A los mejores malabaristas y trileros, moviendo presupuestos generales de un año para otro sin ejecutar ni acabar proyectos, que siguen prometiéndonos un AVE para 2020. Un buen maquillaje, color y sombras para planes, visitas y estudios previos, que amanuenses de la Junta y el Estado vienen reproduciendo para que parezca lo que no es. Ácrobatas, magos e ilusionistas que deleitan al personal con números increíbles que aunque repetitivos, siempre se acaban aplaudiendo. A payasos no llegamos pues este es uno de los oficios más serios en el circo. ¿Y cómo están ustedes?? Bien!! Bien jodidos pero contentos, y con ello vamos tirando.
A las madres nos gusta ver la sonrisa de nuestras criaturas cuando ilusamente son deslumbrados por la magia y los artificios del circo, pero ellos crecen y también se dan cuenta de las mentiras y los trucos. Y se cansaran de ver y escuchar siempre lo mismo. Oh ilusa de mí, eso me gustaría, que no aceptaran el poco pan y el pésimo circo. Había una vez un circo sin animales, pero el Alcalde es más firme y beligerante en el respeto de las normas con el circo de animales que con el de las personas.