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La palabra agricultura, traducida del latín, significa campo (agri) y crianza del cultivo (cultura). Por lo tanto, la agricultura, como cualquier oficio, es el conjunto de actividades económicas y técnicas relacionadas en este caso con el suelo y el cultivo de la tierra para la producción de los alimentos.
La agricultura es sabiduría, es un arte que muy pocas personas saben trabajar en este mundo y, qué decir queda, otras muchas que no saben siquiera valorarla. Bien por desconocimiento, bien por desprecio al oficio al tratarnos como seres vulgares o simplemente por indiferencia. La agricultura es la profesión más antigua y quizás más importante que exista, ya que es la profesión que nos da de comer a todos los seres humanos. Si un agricultor no siembra, el resto de personas no come.
La agricultura no solamente la debe valorar la sociedad, sino también las administraciones y los gobiernos, dando apoyo, asesorando, realizando políticas justas y viables que cuiden a nuestros agricultores y ganaderos, a nuestras agricultoras y ganaderas, que son quienes sostienen y cuidan nuestro medio ambiente y las zonas rurales de la España abandonada.
Desde el gobierno de coalición ya se han empezado hacer esas políticas cuidadoras, como la Ley de la Cadena Alimentaría, la cual ya no permite vender a pérdidas el producto de nuestro trabajo y la cual, como agricultor que soy, me siento especialmente orgulloso de ella. Este gobierno de coalición ha sido valiente y se ha puesto a trabajar, mientras otros que se envuelven con la bandera de lo agro, votaban en contra de tan necesaria medida.
Aún queda mucho por hacer por las administraciones, como por ejemplo rejuvenecer nuestro campo con más apoyo a jóvenes agricultores y agricultoras que realmente quieren incorporarse y que no cuentan con los recursos para ello. También para aquellos que compran e invierten en una pequeña parcela y un pequeño tractor para con el tiempo poder dedicarse a este bello oficio.
El campo cada vez está menos rejuvenecido y más masculinizado, con una alta edad de media de agricultores, hombres en su mayoría, que necesitan de un relevo y de un reparto igualitario de las tareas. Para ello es fundamental el máximo apoyo a las incorporaciones de jóvenes y mujeres. No vale con llenarnos la boca de lo bien que va todo, como dice orgulloso el consejero Martínez Arroyo, si por el camino quedan atrás los pequeños grandes agricultores y las pequeñas grandes agricultoras que trabajan nuestra tierra, nos alimentan e invierten en nuestros pueblos y nuestras zonas rurales.
Ojalá y la Ley de Cadena Alimentaria sea el primero de los muchos pasos que hacen falta para revitalizar nuestra agricultura y garantizar un futuro digno para todas aquellas personas que, fruto del amor a nuestra tierra, decidimos dedicarnos en cuerpo y alma al campo, a la agricultura y a la ganadería.
A todas vosotras y vosotros, feliz día.
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