No hace tanto tiempo y en una tierra muy cercana, era posible encontrar en la llanura una estación de tren repleta de gente despidiendo a sus seres queridos. No marchaban de vacaciones; emigraban a Europa en busca de trabajo.
Sin ir más lejos, en el verano de 1967, el periodista Sebastián Moreno preguntaba para La Voz de Albacete entre un grupo de 74 albaceteños de toda la provincia: “¿Por qué se va a Holanda?”. Y contestaba uno de los vecinos: “No hay trabajo en el pueblo durante el verano y creo que durante el invierno tampoco. Pero con lo que se gana ahora se puede pasar”. La estampa se repitió durante años con cientos y cientos de personas. No solo hombres, muchas albaceteñas dejaron atrás su casa buscando una oportunidad.
La emigración española de los años sesenta y setenta fue la continuación de un largo proceso iniciado décadas atrás en el que siempre participaron las españolas. Al parecer, desde 1900 a 1930, de los 2,7 millones de compatriotas que marcharon a Latinoamérica, más de 800.000 eran mujeres.
Como dijo la catedrática Josefina Cuesta: “A lo largo del siglo XIX los movimientos migratorios han sido una constante en España y, siempre, las mujeres han participado en las mismas, en mayor o menor medida; sin embargo, su presencia ha quedado relegada por la figura del varón, pasando ellas, una vez más, a un segundo plano”. La emigración es parte de nuestra identidad como nación, no hay duda. O como afirma el historiador albaceteño Sergio Molina: “Negar la migración es negarnos a nosotros mismos”.
Los archivos no engañan. Decenas de vecinas de Albacete y sus municipios huyeron en 1939 hacia México, Colombia, Cuba o Estados Unidos. Los viejos papeles conservan sus efímeros recuerdos convertidos en fría burocracia. “Mercedes. Color: blanco. Cejas: castañas. Pelo: castaño. Nariz: recta. Ojos: cafés. Complexión: delgada. Estatura: 1,62. Boca: regular. Señas particulares: ninguna. Estado civil: soltera. Religión: católica. Raza: blanca. Profesión, oficio u ocupación: su hogar. Lugar de nacimiento: Villarrobledo”.
Vidas anónimas que comenzaron de nuevo en la Ellis Island de Nueva York o en Veracruz. ¿Quién sabe lo que sufrieron aquellas manchegas? Pero este reportaje no es de historia. O, al menos, no solo de historia. Importa mucho la realidad que late a estas horas. Y en este minuto, según las encuestas oficiales, la inmigración es una de las principales preocupaciones de los españoles. No por los que marchan, sino por los que están llegando.
Duelo migratorio
La realidad siempre tiene su reverso y ahora a España le toca estar del otro del espejo. Rozamos los cincuenta millones de habitantes. Según el INE, en el aumento de población del primer trimestre del año, destacan las comunidades autónomas de Valencia, Aragón y Castilla-La Mancha. Del total de ciudadanos que viven en el país, más de siete millones son personas extranjeras; 38.000 de ellas, en la provincia de Albacete.
Desconocemos la cifra exacta de mujeres y hombres que pueden estar sufriendo una situación psicológica que condiciona las percepciones y el comportamiento. Es el llamado 'Duelo migratorio' o 'Síndrome de Ulises'. Algunos estudios indican que las mujeres inmigrantes soportan el desarraigo, un sentimiento de soledad y fracaso, y situaciones de miedo. A lo que se suma, en los casos de mayor vulnerabilidad, el maltrato. Los expertos han catalogado en siete los instrumentos que los maltratadores utilizan contra las mujeres inmigrantes: aislamiento, amenazas, intimidación, manipulación, abuso económico, abuso emocional y uso de los niños. Una macabra lista de utensilios para la violencia de género.
016. Que nadie olvide este número. Accesible para toda la ciudadanía, no solo para las víctimas, todo aquel que detecte un posible caso, puede ponerse en contacto y recibir una primera orientación
016. Este reportaje continúa con un número de teléfono imprescindible. Aunque es muy conocido, conviene recordarlo. Es la línea directa de atención a víctimas de violencia de género. Un primer paso para salir del infierno. 016. Tres dígitos que han sido marcados en 7.202 ocasiones en Albacete desde el 3 de septiembre de 2007 al 30 de septiembre de 2025. En este periodo de tiempo en el que hay registro, el número de teléfono ha recibido casi un millón y medio de llamadas en toda España, 48.524 en Castilla-La Mancha.
016. Que nadie olvide este número. Accesible para toda la ciudadanía, no solo para las víctimas, todo aquel que detecte un posible caso, puede ponerse en contacto y recibir una primera orientación. Insistimos: 016.
En estas dos últimas décadas, se han desarrollado una serie de medidas para luchar contra una situación endémica. Esta línea telefónica forma parte de las iniciativas que se han desplegado desde la aprobación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Desde finales del año 2004, esta norma ha transformado la manera de prevenir, proteger, perseguir el delito y ayudar a la recuperación de las mujeres que sufren esta violencia. La ley fue una de las más avanzadas del momento y vino a tratar de paliar un terrible olvido.
Una realidad invisible. Un relato de silencio. El grito que nadie escuchó, la voz de auxilio que no escapó del hogar, el crimen que acabó sin castigo. Una verdad repetida a lo largo del tiempo y que, por desgracia, sigue de actualidad. La denominación de la tragedia ha variado con el paso de los siglos, pero el fondo del drama, apenas ha cambiado. El maltrato a la mujer también ha manchado las tierras de Albacete. Por suerte, en lo que va de año, ninguna mujer ha muerto en la provincia a manos de su cónyuge o expareja.
Sin embargo, desde enero de 2003, año en que se inició la dramática contabilidad, hasta ocho mujeres han sido asesinadas por violencia de género. Una crueldad que antaño recibía el nombre de crimen pasional.
Crimen 'pasional'
Antes de seguir en el ahora, otra mirada breve al pasado. Albacete, octubre de 1916, publica un diario: “Se ha registrado en esta capital un crimen pasional. Un sujeto, en rapto de celos, dio muerte a su concubina suicidándose después”. Un suceso que apenas ocupó unas líneas en el periódico, al fin y cabo, eran sucesos que ocurrían a millares en el mundo entero. Desde las páginas de prensa, los hechos solían justificarse con expresiones como “celos mal reprimidos”, “manifestación nativa de nuestro carácter” o “vivía a disgusto con su esposa porque obraba ésta siempre con mucha ligereza”.
El lenguaje nunca ha sido inocente. En 1929, un texto anónimo publicado en el Defensor de Albacete denunciaba el uso de frases como “la mató por amor”. Esta voz pionera de la igualdad argumentaba: “El amor es una cosa muy distinta al odio, y el que ama, con amor del espíritu, no puede quitar la vida al objeto amado. Amar es construir, no destruir; hacer amable y llena de sonrisas la vida, y el que en su desesperación insana causa la muerte, ignora las sublimes sensibilidades del amor, compatibles con el perdón, pero no con el rencor”. Palabras más que vigentes cien años después. Las agresiones a las mujeres han atravesado dictaduras, democracias, monarquías, repúblicas. Siglos y siglos de violencia silenciada.
Hasta mediados de los años ochenta se siguió usando lo de “crimen pasional”. Hoy, la denominación ha cambiado mientras prosigue la labor de concienciación. “Es fundamental que la perspectiva de género esté presente en todos los ámbitos de la sociedad ya que el machismo no es tanto un problema de las personas consideradas individualmente, sino un problema de la sociedad en su conjunto; la violencia de género es consecuencia de la situación de desigualdad de las mujeres respecto a los hombres, para prevenirla hay que ir a la base, construir una sociedad libre de consideraciones y condicionamientos machistas”, se expresa para los lectores el Servicio Provincial del Instituto de la Mujer en Albacete.
El equipo de profesionales conoce esta realidad en la provincia. Una realidad compleja y poliédrica, expuesta a los bulos y al ruido. Mucho ruido. Aún más estruendoso cuando se trata de extranjeras. Preguntamos ahora a Donelia Roldán Martínez y lo tiene claro: “La ultraderecha tiene dos objetivos: mujer e inmigración”.
La abogada lleva más de treinta años especializada en extranjería. En 1995, cuando el fenómeno migratorio en Albacete apenas se reducía a un grupo de municipios de producción agrícola de ajos, Donelia participó junto a un grupo de compañeros en la creación de los cimientos de la futura Albacete Acoge. Un colectivo pionero que se interesó por los inmigrantes en los albores de este proceso sociológico. “El patriarcado está en todo, dentro de nuestra sociedad, dentro de nosotros, en nuestro ADN”, afirma desde su despacho de la calle Tesifonte Gallego.
Hace unas semanas, en el centro cultural de El Ensanche, Donelia impartió una charla a unas cincuenta personas de distintas nacionalidades. No era la primera vez que se ofrecía una sesión de estas características en el barrio de Franciscanos. La Mesa de Transformación Social del Proceso Comunitario 'Yo Soy Franciscanos' detectó hace cinco años la necesidad de ofrecer información veraz a la población extranjera de este lugar de Albacete.
Acompañada de un técnico del Ayuntamiento, la letrada desgranó los aspectos del nuevo reglamento en vigor desde mayo, insistió en que deben informarse de forma adecuada y aprovechó la asistencia para decirles a las mujeres que, si sufren violencia de género, pueden denunciar. “Quiero que sepáis que no estáis solas”, insistía la abogada.
De regreso a la conversación, Roldán Martínez contesta de manera más sosegada: “En la inmigración, hay una infradenuncia en general; tienen muchos problemas, no necesariamente de violencia, como son estafas o engaños. Desde mi punto de vista, no se suspende lo que se debe suspender la incoación de orden de expulsión cuando una persona es víctima de cualquier delito”.
Por violencia de género ya está reconocida la paralización del proceso y que no se abra orden de expulsión. De hecho, según los datos facilitados por la Subdelegación del Gobierno en Albacete, de enero a septiembre de 2025, en Albacete, a 84 mujeres extranjeras se les ha concedido autorización de residencia temporal y trabajo como víctimas de violencia de género. A nivel nacional, contabilizando el tiempo transcurrido desde marzo de 2005, un total de 43.327 mujeres se han acogido a esta medida. De todas ellas, 434 en la provincia albaceteña.
Diversos estudios apuntan a que las mujeres extranjeras tienen más riesgo de morir por violencia de género en España. Una proporción aproximada indicaría que una de cada tres mujeres asesinadas no había nacido en nuestro país. En 2024, incluso representaron la mitad de las víctimas, cuando la población extranjera en España está en torno al 14%. Los expertos hablan de sobrerrepresentación asociada a distintas causas.
Escuchamos otra voz autorizada. “No suelen denunciar porque muchas de ellas se encuentran en situación irregular, existe cierto miedo por la expulsión”, dice Ana Legorburo. Habla desde su experiencia como trabajadora social en la Asociación In Género de Albacete. Esta ONG nacional, con sede regional en Valdepeñas, es la única de Castilla-La Mancha que se dedica exclusivamente a la atención de mujeres que ejercen la prostitución.
Agresiones sexuales
“Muchas de las mujeres a las que asistimos sí que han sufrido agresiones sexuales”, comenta Ana y añade que “sufren bastante violencia ejerciendo la prostitución y por eso les resulta útil conocer algunas herramientas para poder gestionarla”. Sin ir más lejos, a principios de mes, In Género organizó un taller de defensa personal en el centro cultural Ágora.
Esta solo es una de las actividades impulsadas desde esta entidad con veinte años de historia y con unos firmes objetivos: “La mayoría de personas que ejercen la prostitución en nuestro país son de origen extranjero y esta condición atraviesa de manera transversal el reconocimiento de sus derechos y libertades, pero eso seguiremos trabajando para que los derechos humanos sean reconocidos para este colectivo”. Durante el año 2024, el equipo In Género en la provincia de Albacete atendió a 364 personas, principalmente mujeres nacidas mujeres; de edades comprendidas entre los 23 y 42 años y procedentes, en su mayoría, de países como Colombia o Paraguay.
Este es el perfil de mujer inmigrante que recibe el apoyo psicológico, la ayuda en la tramitación de documentos o las intervenciones preventivas de tipo sanitario de la mano de las profesionales albaceteñas de In Género. Explica Ana Legorburo: “Nosotras entramos, tanto en los lugares privados que son los pisos como a los clubes de alterne, porque se nos permite, entregamos material preventivo, les damos información sobre estar empadronadas o hacerse la tarjeta sanitaria; son asuntos que a los dueños de los clubes como a las propias mujeres les benefician”.
Sobre el acceso de las prostitutas a la ONG, confirma la trabajadora social que “ellas siempre acuden en libertad, quizá hay algunas que no acuden por miedo, porque no conocen cuál puede ser nuestra posición con la policía o con extranjería, pero una vez que nos conocen, saben que están en un lugar de confianza; es más el boca a boca lo que hace que vengan a nosotras”.
Evidentemente, no son todas las que están. Un porcentaje menor nunca podrá acudir a asociaciones como In Género. De forma periódica, la prensa recoge informaciones sobre trata. Una de las últimas noticias se publicó en el verano de 2024 y daba cuenta de la intervención de la Policía Nacional que permitió liberar a 13 mujeres víctimas de explotación sexual en lo que parecía un bar de copas del polígono industrial de Campollano, en Albacete.
Solo hace siete meses, otras 18 mujeres eran obligadas a ejercer la prostitución en clubes de alterne de Albacete y Murcia. Al parecer, las víctimas del entramado delictivo internacional adquirían una deuda de hasta 4.000 euros que solo podían saldar trabajando 24 horas al día y siete días a la semana. Una vida de intimidación y amenazas.
Por suerte, para las que ejercen en otras condiciones, existen colectivos que son lazos de esta red de ayuda. “Con la mayoría de las mujeres tenemos un trato continuo, muy bueno, un espacio seguro donde ellas pueden contarnos lo que quieran, que no va a ser trasladado a ningún otro servicio ni otro lugar más allá de la asociación”, cuenta Ana Legorburo.
En este trabajo de integración, el apoyo de la administración, la cooperación con el colectivo sanitario y la buena relación con otras asociaciones es fundamental. Cuenta la trabajadora social: “Ellas nos manifiestan que no se relacionan con mucha gente, su día a día consiste en estar en los pisos o en los clubes, ejerciendo la prostitución o pendiente de hacerlo”.
Pero vivir hoy en el Barrio de Franciscanos de Albacete ofrece unas posibilidades únicas para la convivencia. Así como ha ocurrido en la localidad de Villamalea, en estas calles de la capital se viene forjando una coexistencia desde el respeto. Las profesionales de In Género suelen recomendar a las mujeres que participen de las actividades que se organizan en el barrio.
Mujeres que tejen redes
“Al principio no entraba nadie al local, hasta que un día vino una vecina, Lola, preguntó qué se hacía aquí y cuánto costaba; le preguntamos qué le gustaría que se hiciera y dijo que le gustaría tejer y enseñar a otras mujeres”, recuerda Vanesa López Peñarrubia, mediadora comunitaria de IntermediAcción e impulsora con otras compañeras del proyecto Embarriadas o lo que es lo mismo “mujeres que tejen redes”.
El grupo se reúne semanalmente para compartir saberes y conocimientos, pero, ante todo, para disfrutar de un espacio solo para ellas. “Las mujeres son las protagonistas, nadie te pregunta tu historia”, dice Vanesa.
El pasado 25 de noviembre, una pancarta tejida por el grupo, se colocó en un céntrico lugar de Albacete para “alzar la voz contra una de las violencias machistas más crueles: la violencia vicaria”. Esta es una de las múltiples actividades e iniciativas que están surgiendo en este barrio con la ayuda de administraciones públicas como el Ayuntamiento, Diputación de Albacete y Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Mujeres compartiendo con mujeres en nuestros pueblos y barrios, en talleres y fábricas, en familia y con las vecinas, como toda la vida.
El Proceso Comunitario 'Yo soy Franciscanos' es ya una marca de cohesión social. Este proyecto, dinamizado por IntermediAcción y con la participación de numerosos colectivos, está generando convivencia donde quizá, en otras circunstancias, hubiera aflorado la desconfianza. De esta entidad ha surgido el estudio “La diversidad religiosa en Albacete”.
Con este trabajo se han conseguido identificar hasta 11 confesiones religiosas en la capital (budistas, musulmanes, testigos de Jehová, adventistas, gnósticos, bahá´is, evangélicos, unitarios, mormones, ortodoxos y católicos).En total, la ciudad cuenta con 56 centros de culto: 20 católicos y 36 pertenecientes a religiones minoritarias. Este es el panorama de un Albacete transformado. Muy distinto al que, con el nuevo milenio, presenciaba el establecimiento de los primeros asentamientos de chabolas.
“La inmigración va a ser el marco sociológico fundamental del siglo XXI”, reflexionaba Albacete Acoge en un manifiesto contra la Ley de Extranjería en 2003. No fallaron en su diagnóstico. Mientras elaboramos este reportaje, coinciden dos noticias que han provocado titulares y comentarios en redes sociales.
Por un lado, el desmantelamiento de una organización criminal que captaba en origen a ciudadanos de diversas nacionalidades, en situación irregular, a los cuales se les explotaba laboralmente en fincas de la provincia de Albacete, Alicante, Castellón, Ciudad Real, Cuenca, Murcia, Valencia y Zaragoza; 11 detenidos y 332 personas liberadas. De otra parte, el incendio en uno de los asentamientos chabolistas de la capital albaceteña. El mismo día asoman a la prensa dos verdades invisibilizadas y que, sin embargo, hablan de una realidad superior: la pobreza.
Este mes de diciembre también se ha dado a conocer el Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en el municipio de Albacete, elaborado por la Fundación FOESSA y Cáritas Diocesana. El documento expone una ciudad “a dos velocidades”, donde la mitad de la población tiene integración plena, pero otras 21.000 personas “sufren dificultades serias y acumuladas y viven al margen de la sociedad”. Según la memoria, muy crítica con el sistema de ayudas sociales, el 54% de la población extranjera de Albacete está en exclusión, frente al 20% de la población con nacionalidad española. Y se añade un matiz: la gran mayoría de las personas en exclusión (80%) son españolas. “La exclusión no es un problema importado”, señalan.
En medio de este panorama, en Albacete trabajan entidades como la Institución Benéfica Sagrado Corazón de Jesús (El Cotolengo), Cruz Roja, Médicos del Mundo, Colectivo Sin Fronteras, Cáritas, Colectivo de Apoyo al Inmigrante o ACCEM, entre otras. Colectivos de distinto signo que completan la labor de las administraciones públicas. En la diana de la vulnerabilidad, las mujeres inmigrantes tienen más riesgo. Venimos apuntándolo con datos.
Uno más. Según el Informe Migradas, el 63 % de las mujeres inmigrantes en España ha sufrido violencia, especialmente psicológica y emocional. El miedo, la vergüenza y la falta de información en su idioma son las principales barreras que les alejan de la denuncia.
De nuevo, escuchamos a la abogada y exsenadora socialista, Donelia Roldán Martínez: “¿Qué les pasa a las mujeres? Si nosotras nos quejamos de que no hay igualdad real y de que hay mucha violencia, en ellas es el triple; una persona en situación de vulnerabilidad sufre todo tipo de agresiones. Además, se une, en muchos casos, la cultura de la que viene, sus tradiciones, su machismo, que les impide dar el paso que nosotras, parece, que ya hemos superado. Aparte, el hecho de no tener papeles les hace no querer decirlo en el trabajo. Una situación de precariedad que agrava su situación, más aún que en el caso de las mujeres españolas. Creo que hay que hacer un esfuerzo muy grande porque desconocen totalmente el sistema”.
Un sistema desconocido
Este desconocimiento del sistema también es un agravante que se ha encontrado Habiba Ahmed Mohamed en Hellín. En el municipio del que es vecina desde hace 18 años, ha desempeñado un papel determinante como mediadora intercultural en el Hospital y en los centros de salud de la ciudad y Tobarra.
La profesional nació en Ceuta y ha aprendido de forma natural el español y el árabe. “A quien más conocen es a mi madre”, relata Habiba. Desde siempre, el dominio de los dos idiomas y la buena disposición de su progenitora, hicieron que en su casa no dejaran de llamar a la puerta. “Han ido a buscarla para que les ayudase en los trámites con los papeles, para traducir o para acompañarlas al hospital”, sigue explicando la mediadora.
De esta forma, el voluntariado ha sido algo normal en su familia. Con el tiempo, Habiba colaboró con Cruz Roja, con los colegios, con la farmacia. Y, hace unos meses, de la mano del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha y de la asociación Kipekee, inició esta labor de mediación en la que ha realizado más de 1.000 intervenciones, principalmente con familias marroquís. Desde su formación y experiencia, lo tiene claro: “Es necesario”.
Gracias a su asesoramiento, se han rebajado los índices de absentismo escolar, porque se solía recurrir a los hijos ante una consulta sanitaria. Además, las mujeres se han visto más seguras y confiadas, han comprendido mejor las indicaciones y se ha podido lograr más adherencia a los tratamientos.
La comunicación con los sanitarios ha funcionado con el beneficio final de una atención sanitaria de calidad e igualitaria. Según comenta Habiba, “si el mediador hubiera sido otro hombre, no hubiera funcionado; de hecho, hay consultas en que se sentían con más confianza que entrara yo a que lo hiciera su propio marido; algunas mujeres vienen de lugares o familias más tradicionales, más cerradas, y hay cosas que no les gusta compartir, aunque sea su esposo. Como ocurría en España hace ochenta años”.
Amplía su reflexión: “Es una cultura distinta, la comparo a la de este país hace décadas, socialmente existía un machismo bastante importante; digamos que está muy definido el rol de la mujer y el marido, ambos están en un consenso y están contentos y felices con ese estilo de vida. Evidentemente, viéndolo desde nuestra sociedad, es machismo, pero ellas están felices en sus roles, no he visto a ninguna que esté amargada con su situación”.
Ser madre en un país distinto
No hace muchos días, una tarde de lunes, los salones de Cáritas Interparroquial en Hellín acogieron una charla sobre maternidad. Cerca de treinta mujeres marroquíes asistieron a la sesión. Cuenta Habiba Ahmed Mohamed algunos detalles: “Un ambiente muy distendido, cada una hablaba desde su experiencia, daba su opinión, de eso se trataba, que se abrieran y entendieran que se puede ser madre en un país distinto, en una cultura distinta y mantener tus propias ideas y cultura”.
La mediadora explica que lo peor que llevan es la soledad porque son una cultura muy familiar, “allí va un familiar, normalmente la madre, va a su casa y durante el primer mes o la cuarentena, la cuida; se ocupa de la carga de la casa, para que la madre sólo esté pendiente del bebé; y ellas, como vienen aquí solas, solo con su pareja, esto es lo que más echan en falta, pero las vecinas se ayudan, han hecho su comunidad bastante bien, aun siendo extrañas como eran”.
Precisamente en Hellín se ha instalado una sede de ACCEM, organización de ayuda a refugiados con presencia en Castilla-La Mancha desde 1992. En 2024, atendieron a 6.932 personas en nuestra comunidad. Las guerras en Ucrania o Palestina, han obligado a redoblar esfuerzos de apoyo, especialmente con mujeres refugiadas, víctimas de otras violencias más desconocidas como las del tránsito o destino.
Decía la canción que cuando el amor entraba por la puerta, la pobreza saltaba por la ventana. Podría añadirse que cuando la necesidad se cuela con sigilo, la solidaridad se abre paso a saltos. La abogada Donelia Roldán Martínez se refiere a una apreciación del humorista andaluz Manu Sánchez: “El truco de la ultraderecha es enfrentar al pobre contra otro pobre”.
Y prosigue la letrada albaceteña su reflexión: “No idealizo a los inmigrantes, pero hay cosas que se deberían saber. Primero, no se puede expulsar a la gente. Ni jurídicamente, ni económicamente. En segundo lugar, vamos a necesitar a millones de personas para aguantar nuestro estado del bienestar. Y, por último, otro de los mitos que hay que desvirtuar, es que a España viene lo peor. No es así, viene lo mejor de cada país, la gente más valiente, la gente más preparada. ¿Qué nos pensamos que somos nosotros? Hay inmigrantes que vienen al despacho que me dan mil vueltas no solo en preparación sino en valores que aquí ya hemos perdido”.
Un riesgo latente
En estos años, en la comunidad castellanomanchega se han implantado iniciativas que tratan de reducir la brecha de la desigualdad, medidas que quieren destruir la violencia de género contra las mujeres, hayan nacido o no en España. Un ejemplo es la creación de la Unidad de Igualdad en el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM“ o la formación constante de profesionales en mutilación genital femenina.
Según el Mapa Stop Viogen, actualmente hay 22 proyectos en marcha en Castilla-La Mancha. Y si extendemos sobre la mesa el plano de recursos de la Delegación de Igualdad en la provincia de Albacete, encontramos una red de 15 centros de la mujer en los que se presta atención jurídica, psicológica, laboral y social a las mujeres, tanto a las que tienen condición de violencia de género como las que no.
La Administración regional dispone de Centros de Atención Urgente (CUR); Casas de Acogida de larga estancia; Centros de Atención Integral y Centros de Atención y Valoración Integral (CAVI). “Los recursos de acogida son recursos de protección por lo que no se indica su ubicación”, especifican las profesionales de la Delegación de Igualdad en Albacete y añaden que desde hace unos meses está en funcionamiento el Centro de Atención a Víctimas de violencia sexual, donde se presta atención psicológica, social y jurídica, con la posibilidad de acogimiento temporal en dos alojamientos. Actualmente cuenta con 58 expedientes activos.
Según los datos de Igualdad, solo en los primeros seis meses de este año, fueron atendidas un total de 3.821 mujeres, que realizaron hasta 10.724 consultas. De todo este volumen, 3.088 de las cuestiones planteadas fueron en el área de violencia de género. Y un dato más -y no uno cualquiera- es que a 1 de diciembre de 2025, hasta 1.562 mujeres de la provincia de Albacete están registradas con la condición de violencia de género (VVG) en la aplicación informática Dulcinea, una herramienta tecnológica del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha para la gestión de un expediente único que contribuya a mejorar la prevención, detección y tratamiento de la VVG. Con estas cifras en la mano y comparándolas con las de 2024, se aprecia una ligera subida del número de mujeres con condición de violencia de género.
Por su parte, la Subdelegación del Gobierno en Albacete informa que, de enero a junio de 2025, se han puesto 636 denuncias; un total de 15.233, de enero de 2009 a junio de 2025. En este mismo periodo, se han incoado en la provincia hasta 5.516 órdenes de protección, de ellas, 173 han sido en este primer semestre del año. Hasta el 30 de septiembre de 2025, en la provincia de Albacete, existen un total de 986 casos activos de violencia de género con un seguimiento policial.
A principios de diciembre había registrados 48 dispositivos electrónicos de seguimiento y dos pulseras. Ante estas cifras abrumadoras, desde las Unidades de Violencia sobre la Mujer de las subdelegaciones del Gobierno se considera muy importante la ampliación de los Puntos Violeta, esos instrumentos promovidos por el Ministerio de Igualdad para “seguir implicando a la sociedad en la lucha contra la violencia machista y extender la información necesaria para saber cómo actuar ante un caso de violencia contra las mujeres”.
Entre tanto, el Sistema VioGén sigue ampliándose por los municipios, permitiendo a las policías locales que se ocupen de mujeres y menores en riesgo bajo. La Policía Nacional y la Guardia Civil disponen de sus propias unidades especializadas. Desde la discreción, las fuerzas de seguridad siguen trabajando ante una situación de una gravedad incuestionable.
A fecha de la redacción de este artículo, son 47 las mujeres asesinadas en 2025 en España a manos de sus parejas o exparejas, 35 niños han quedado huérfanos. Desde que en 2003 comenzaron a registrarse estos asesinatos, 1.342 mujeres han perdido la vida por violencia de género. Ante esta macabra cifra se derrumban los debates estériles, los mitos malintencionados y las polémicas interesadas. El activista poético, David Trashumante, lo ha definido con certeza lírica: “Y qué mejor que seguir dividiéndonos para obtener dividendos”.
La realidad es compleja. El último trenzado de este reportaje lo hacemos con un dato final. La población española residente en el extranjero ha aumentado un 4,7% y ya supera los tres millones de personas. Las mujeres que han emigrado son más que los hombres. ¿Cómo es posible? ¿Hemos regresado al principio? ¿Alguna vez hemos dejado de ser emigrantes? ¿Quién sabe cómo se sentirán estas mujeres lejos de España? La realidad es una intrincada senda.
No existen los caminos fáciles ni las respuestas sencillas. Quizá, y después de todo, la única certeza es que en el futuro de nuestro país se abre un dilema fundamental: ¿concordia o herida?