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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

Condenado a tres años de cárcel el excapellán de una iglesia de Valladolid por abusos sexuales y ciberacoso a una menor

El excapellán condenado, durante el juicio.

Europa Press, elDiariocyl

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La Audiencia de Valladolid ha impuesto una condena de tres años de cárcel al excapellán de la iglesia de Las Angustias, O.F.L, por un delito de corrupción de menores con concurso con otro de abusos sexuales sobre una menor de 13 años a la que envió varios vídeos sexuales, uno de ellos masturbándose.

En concreto, el tribunal ha condenado al religioso a un año de prisión por el delito de ciberacoso y a dos por abuso sexual a una menor de 16 años--Fiscalía pedía cuatro por abuso y corrupción de menores--, junto con su inhabilitación especial para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve contacto regular con menores, por tiempo de trece años de cumplimiento simultáneo.

También se le impone la prohibición de acercarse a la menor a una distancia no inferior a 500 metros y durante diez años, como el comunicarse con ella por cualquier medio y por el mismo tiempo, libertad vigilada durante seis años, después de la duración de la pena privativa de libertad, junto con la prohibición de desempeñar determinadas actividades que puedan ofrecerle o facilitarle la ocasión para cometer hechos delictivos de similar naturaleza y la obligación de realizar un curso de educación sexual.

En cuanto a la vía de la responsabilidad civil, el tribunal ha acordado la reserva de las acciones correspondientes en favor de la menor y de su representante legal, según informa el Gabinete de Prensa a través de un comunicado.

El fallo de la Sección Cuarta de lo Penal no da crédito así a las excusas del religioso, quien en el acto del juicio oral, en el que tan sólo respondió a las preguntas de su abogado, enmarcó el material que envió a la denunciante vía whatsapp en un mero “juego sexual” e incluso acusó a la menor de engatusarle para luego someterle a chantaje con su madre y una tía.

El ahora condenado únicamente reconoció haber flirteado con la menor en lo que calificó como un mero “juego sexual” que mantuvo con la niña rumana a través de los whatsapp que la enviaba al teléfono móvil de su madre y que acostumbraba a utilizar la niña.

O.F.L. explicó que la relación con la niña se inició a finales de diciembre de 2019 ya que ésta acostumbraba a merodear por la parroquia junto a su madre para pedir limosna, pero sin que en momento alguno, como así ha reiterado, llegara a estar a solas con la menor y mucho menos mantuviera con ella contacto físico, pues siempre en esos tres o cuatro encuentros mantenidos a las puertas del templo estuvo presente su progenitora y la gente que transitaba por la calle.

Confesó haber regalado a la menor un teléfono móvil pero que los whatsapp entre ambos se vehicularon a través del terminal propiedad de la madre pero que usaba la niña y de quien aseguró que empezó a insinuársele y a mostrar cierta atracción hacia su persona, hasta el punto de pedirle mantener algún encuentro íntimo que no llegó a concretarse porque él, como así puntualizó, no tenía intención de llegar a ello.

Lo que sí apuntó es que cuando la menor comenzó a pedirle que le mandara algún vídeo subido de tono en el que apareciera su cara “perfectamente identificable” no se percató de que lo pretendido por ella y su familia, en referencia a la madre y una hermana de ésta, no era otra cosa que obtener una prueba para luego someterle a chantaje.

En esa relación vía whatsapp, el religioso envió a la menor sendos vídeos grabados en su baño, uno el 28 de diciembre de 2019 en el que aparece en paños menores masturbándose, aunque sin mostrar la cara, y un segundo en enero de 2020 en el que sí se le identifica perfectamente y en cuyas imágenes se le ve cómo se quita lentamente la ropa y se queda en calzoncillos, para luego masturbarse.

En la sentencia se reflejan los mensajes que el religioso intercambió con la niña. En algunos de ellos él le reconocía la ilicitud de mantener relaciones sexuales. “Si dices que quieres estar conmigo en la cama estás hablando de tener sexo, y ayer te dije que eso no puede pasar entre tú y yo…tú tienes 13 años y yo 39, si tuviese sexo contigo, para la ley eso es una violación…”. No obstante, además de mandarle vídeos de contenido sexual, sigue intentando verse con ella a solas e incluso cuando ella le pregunta qué le va a regalar por su cumpleaños, él le ofrece “alcohol y sexo sin condón”.

Un tocamiento “fortuito”

Durante su declaración, O.F.L, a preguntas de un encuentro a las puertas del templo el 2 de enero de 2020, en el que llegó a tocar las nalgas a la menor en presencia de su madre, el interrogado no pudo por menos de reconocer que lo hizo de forma “fortuita, involuntaria”. Así, el religioso relató que tras ese encuentro se disponía a despedirse de madre e hija y que después de dar un beso a la primera y acercarse a la segunda para hacer lo propio, puso a ésta la mano en la espalda pero se le fue hasta las nalgas.

“Sólo fueron dos o tres segundos, lo que duró el beso, pero la retiré al percatarme de que mi mano no estaba donde debía”, espetó O.F.L, quien, sin embargo, ese mismo día, poco después, preguntó vía 'was' a la menor qué le había parecido el tocamiento, “aunque siempre en ese juego de algo que había sido fortuito”, se apresuró a apostillar en el juicio.

120.000 euros para una casa en Rumanía

En esa tesis de que todo lo ocurrido se enmarca en una especie de conspiración de la niña y su familia para pillarle en un renuncio y luego sacar provecho, el excapellán sostuvo que la iniciativa de los mensajes y petición de encuentros fue de la menor, que en un momento dado le comunicó que una tía había visto los whatsapp y se lo había contado a su madre.

Fue a partir de ese momento cuando, tal y como mantuvo el acusado, las tres mujeres comenzaron a someterle a chantaje para no denunciar los hechos ante la policía. “Creo que la niña actuó guiada por la madre o por la tía, tengo esa convicción, de que todo estaba pensado de antemano, sobre todo por la insistencia de que se me viera la cara en los vídeos que mandaba”, insistió O.F.L, quien declaró que las tres mujeres de nacionalidad rumana, a cambio de su silencio, le pidieron 120.000 euros para comprarse una casa en Rumanía.

“Recuerdo la expresión en boca de la tía, que era la que llevaba la voz cantante, de que si no accedía a sus pretensiones me iban a denunciar y que iba a pasar 13 años en la cárcel”, aseguró el excapellán, hoy apartado de su tarea y en situación de “vigilancia eclesial” en su domicilio hasta aclararse lo ocurrido, tanto en vía penal como en la investigación canónica correspondiente.

La Policía determina que el religioso en todo momento intentaba quedar en casa de la niña a solas

La versión exculpatoria del religioso respecto de que la iniciativa fue en todo momento de la menor contrasta, sin embargo, con los testimonios realizados en el juicio por distintos agentes de la Policía Nacional que participaron en el volcado del contenido de los tres teléfonos móviles incautados, el de O.F.L, el que éste regaló a la niña--no aparece nada relevante-- y, fundamentalmente, el de la madre de la pequeña en el que se recibieron los mensajes en diciembre de 2019 y hasta el 9 de enero de 2020.

Todos los agentes, a tenor de los whatsapp, coinciden en que quien llevaba la iniciativa y la voz cantante era el acusado. “Era él quien en todo momento trataba de quedar en casa de la menor a solas y ella le daba largas”, declaró uno de los funcionarios policiales.

El testigo, al igual que sus compañeros, no descartó que los primeros mensajes los enviara la menor y los últimos la hermana de su madre, debido a las diferencias de sintaxis entre unos y otros y el mayor dominio del idioma de la tía, lo que vendría a avalar la tesis del chantaje.

La Policía Nacional tuvo conocimiento de los hechos cuando el día 10 de enero del pasado año la menor, su madre y la tía se personaron en dependencias policiales para dar cuenta del vídeo que la primera había recibido del religioso. Se les emplazó para la tarde al objeto de que volvieran con un intérprete y para formalizar la denuncia, si bien en la segunda ocasión las tres comparecientes declinaron denunciar y se negaron a entregar el teléfono móvil.

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