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Tres años de cárcel para un policía nacional de Valladolid por la detención ilegal de un ciudadano

En un primer plano, el policía nacional acusado de pegar a un ciudadano en comisaría.

Europa Press

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La Audiencia de Valladolid ha condenado a tres años de cárcel al agente de la Policía Nacional A.S.A. que fue juzgado por detener de forma ilegal y golpear a un hombre con problemas mentales que en mayo de 2022 entró en la Comisaría de Parquesol para pedir su ingreso psiquiátrico al creer que se trataba de un hospital, según informan fuentes jurídicas.

En su sentencia, la Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia Provincial considera probada por parte del funcionario público la autoría de un delito de detención ilegal —le aplican la atenuante de reparación del daño—, merecedor de la citada pena de tres años de cárcel y ocho años de inhabilitación para el ejercicio de la profesión, si bien le absuelve del delito contra la integridad moral al entender que el puñetazo y las patadas propinadas a la víctima se incardinan en un delito de maltrato de obra por el que no reclamaron las acusaciones pública y particular, según informan fuentes jurídicas.

Además, en concepto de daños morales, el tribunal impone al policía el pago de una indemnización de 9.000 euros en favor de la víctima, idéntica cuantía que el condenado ya había consignado con carácter previo al juicio y que ha llevado a la sala a aplicarle la citada atenuante de reparación del daño.

El fiscal del caso, que inicialmente pedía siete años y medio de cárcel, y la acusación particular, que solicitaba cinco años, modificaron sus conclusiones el último día del juicio para rebajar la petición global de condena a tres años y medio de prisión —seis meses por delito contra la integridad moral y tres años por detención ilegal—, con la atenuante de reparación del daño, y un total de diez años de inhabilitación para el ejercicio de la profesión de policía.

La defensa, por contra, había solicitado una pena mínima y multa de 90 euros por un delito leve de maltrato e interesó la absolución por el delito de detención ilegal al concurrir, a su juicio, un error invencible. Subsidiariamente, por delito de detención ilegal imprudente había pedido una suspensión de un mes y medio de empleo y sueldo.

“Desbordado y arrepentido”

“Estaba desbordado pero, desde luego, me arrepiento totalmente de lo que hice”, declaró en el juicio el agente de la Policía Nacional Jorge A.S.A, respecto de lo ocurrido la tarde del 25 de mayo de 2022 cuando la víctima acudió a la Comisaría de Parquesol y se topó en el mostrador con el acusado, al que comenzó a realizar preguntas incoherentes sobre el GEO 3 y más tarde por el GEO 2 y el GEO 1, sin que el acusado pudiera resolver sus dudas por cuanto en aquellas dependencias no había ningún grupo o unidad con esta denominación.

El funcionario aseguró que desconocía que Atila S. se encontrara perturbado —“pues a comisaría viene siempre gente muy rara”— y explicó que durante esa conversación sin sentido tuvo que atender otras incidencias que le obligaron a abandonar el mostrador, tanto la entrada del taxista que había llevado hasta allí al denunciante y que quería cobrar como a otra persona que pretendía aparcar su coche en una zona restringida.

En su defensa, el policía alegó que se encontraba esa tarde con Covid y en estado febril y, además, era la única persona que prestaba servicio de seguridad en puertas, de ahí que en un descuido para atender a estas personas Atila S. se escabulló y desapareció dentro del edificio policial.

“Pensé que me la podía liar”

La situación le superó, ya que había perdido de vista a Atila y el peligro era evidente porque la Comisaría de Parquesol cuenta con el depósito de explosivos de los TEDAX y otra serie de “material sensible” de otras unidades. “Pensé que me la podía liar”, dijo gráficamente el policía.

Ante ello, el agente puso en alerta a otra media decena de compañeros, parte de ellos de la Brigada de Subsuelo recién llegados a comisaría y otros del Grupo de Investigación que ocupaban la primera planta, hasta que finalmente uno de ellos dio con Atila en la segunda planta donde preguntaba ahora por el máximo responsable de la comisaría.

Conducido hasta las escaleras para iniciar el descenso, del denunciante se hizo cargo entonces del acusado, quien en el juicio sostuvo que fue entonces cuando Atila se resistió y llegó a golpearle en la mejilla y la oreja, hasta que segundos más tarde le llevó al hall y allí, como así confesó sin tapujos, le redujo con un puñetazo y una patada cuando ya estaba caído de rodillas en el suelo.

Aunque el agente insistió en que había motivos para la detención al haber sido objeto de un delito de atentado por parte Atila S —sitúa la agresión en las escaleras, donde no hay cámaras de seguridad—, sí reconoció que se extralimitó al golpearle en el recibidor de la comisaría, evidencia que recogen las cámaras y cuya grabación, en parte, fue reproducida en sala.

La víctima, por su parte, indicó que aquella tarde se personó en comisaría pensando que se trataba del hospital y que su deseo era el de ser ingresado al sufrir un brote psicótico. “Yo estaba muy mal. Vi una bandera del Estado Español y me dije a mi mismo, qué bien voy a preguntar por mi psiquiatra”, declaró Atila S, quien denunció que minutos después se encontraba en el suelo tras haber sido pegado por el policía del mostrador.

Recuerdos de orfanato

“¡Madre mía, pero dónde me he metido, estoy otra vez en el orfanato!”, es lo que Atila, entre sollozos, asegura que pensó tras una agresión en dependencias policiales que le hizo revivir tristes recuerdos de su paso por un hospicio en su país de origen en el que no paraban de pegarle y le metían en un barril con agua a modo de castigo.

El hombre también aseguró que en ningún momento golpeó al policía que ocupaba el banquillo. De hecho, los policías nacionales que se encontraban esa tarde en comisaría y que ayudaron al acusado a localizar a Atila no recordaron haber presenciado acometimiento alguno del denunciante sobre su compañero. Sí precisaron que Atila se encontraba “muy alterado” y comenzó a desnudarse en el recibidor, y tan sólo dos de ellos llegaron a reconocer que el acusado golpeó al ciudadano “de forma sorpresiva, como para calmarle”.

También, entre otros, compareció el coordinador o superior del acusado para defender que la orden de detener a Atila por atentado y trasladarle hasta la Comisaría de Las Delicias para realizar el trámite oportuno la dio él tras escuchar la versión de los hechos facilitada por el encausado, y ello sin haber visionado la cámara de seguridad de lo que de verdad había ocurrido en el hall.

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