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La ocupación de jóvenes de Sarrià es la primera en encontrar consenso con el Ayuntamiento

Imagen del espacio de la calle Hort de la Vila

Oriol Solé Altimira

Un grupo de jóvenes del distrito barcelonés de Sarrià-Sant Gervasi tenía un problema: la falta de espacios en el barrio para desarrollar actividades. Ellos mismos, convocados por la asamblea de jóvenes l'Esberla, optaron por poner remedio a la situación ocupando el pasado mes de diciembre la masia de la calle Hort de la Vila, una antigua casa propiedad del Ayuntamiento en desuso desde 2010.

Esta última semana se ha empezado a vislumbrar un consenso entre distintos actores -consistorio, jóvenes y entidades culturales, vecinales y de comerciantes- para convertir las casitas de Hort de la Vila en un espacio para los jóvenes, entidades de cultura popular y un centro de memoria del artista Joaquín Torres-García (a quien el MoMa de Nueva York dedicó una retrospectiva hace pocos meses).

Sin oponerse del todo al espacio para Torres-García, Jofre Figueras, de la asamblea l'Esberla, expresa “dudas” sobre el encaje del mismo en las casas de Hort de la Vila y prioriza los proyectos del espacio para jóvenes y la casa para la cultura popular. No obstante, valora positivamente la respuesta del Ayuntamiento a la ocupación. “Hasta el momento nos han dejado ser nosotros mismos, no nos han puesto trabas y los requisitos que han puesto han sido comprensibles”, afirma.

La gestión de una ocupación no es fácil para ningún equipo de gobierno, más para el de Barcelona en Comú, al que le llueven críticas por parte de los grupos conservadores de la ciudad por la supuesta falta de “mano dura”. El Ayuntamiento visitó el espacio un día después de la ocupación, y ha venido registrando un diálogo con los jóvenes. El regidor del distrito y primer teniente de alcaldía, Gerardo Pisarello, describió la ocupación como una “oportunidad”.

Para decidir qué hacer con el espacio, el pasado lunes se celebró una reunión que congregó a un amplio abanico de entidades del barrio. Junto a Pisarello, estaban desde la Asociación de Vecinos al el Centro Parroquial, pasando por caus, esplais, entidades de cultura popular o comerciantes. Las casitas de Hort de la Vila ocuparon también parte del plenario del distrito del miércoles, en el que algunos vecinos se mostraron contrarios al camino emprendido e incluso se oyó la palabra “prevaricación”, de forma algo gratuita.

La seguridad del edificio es uno de los temas pendientes a abordar. “Las casitas se aguantan, pero es evidente que hace falta una reforma”, asegura Figueras. También pone el acento en la cuestión de la seguridad desde el Eix Comercial de Sarrià su presidente, Salvador Vendrell, así como en que el proyecto se desarrolle dentro de la legalidad. “Debe haber consenso antes de tomar decisiones”, añade.

Más ocupaciones de jóvenes

Si bien la situación en Sarrià-Sant Gervasi parece encauzada, no ocurre lo mismo en otro espacio ocupado de la ciudad bajo el mandato de Ada Colau al frente del Ayuntamiento de Barcelona. Se trata del edificio municipal de Transformadors en el barrio del Fort Pienc, que ha visto pasar planes para darle uso del último gobierno socialista y el de Trias pero siguió vacío hasta que el pasado verano fue ocupado por un grupo de jóvenes.

No obstante, los ocupantes no guardaban relación alguna con el colectivo Exigim Espais, que agrupa a las entidades del barrio que reclaman un uso para las entidades juveniles del barrio, tal y como estaba incluido en el plan de equipamientos juveniles aprobado en 2008. Ésto ha creado un problema añadido al de la ocupación, y Exigim Espais ha terminado por no participar en el proceso participativo para Transformadors impulsado por el consistorio.

Asimismo, desde finales de 2015 jóvenes de Gracia han ocupado la antigua comisaria de Policía de la calle Nil Fabra, otro edificio de propiedad municipal. El distrito llegó un acuerdo con los jóvenes para que se quedaran si se abrían al barrio, velaban por la seguridad del edificio y mantenían una buena convivencia con el resto de vecinos, algo que los ocupantes se han mostrado dispuestos a hacer desde que entraron en la antigua comisaria.

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