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¿A quién representa este Cardenal Arzobispo?

Merece Antonio Cañizares la denominación de Cardenal Arzobispo? Indica la pomposidad con la que reviste la Iglesia sus personajes que éstos puedan decir impunemente las más increíbles crueldades? Y claro, disfrazadas de oveja. La última la dejó ir a la Catedral de Valencia, como happy end de la procesión de Corpus Christi. No les parece escandaloso y preocupante que reclamara a los católicos desobediencia a las leyes basadas en “la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de género”? Una ideología, nos dice, que tratan de imponernos unos supuestos poderes mundiales más o menos solapadamente con legislaciones inicuas, que “no hay que obedecer”. En la incredulidad de lo que leía, me lo he imaginado blandiendo como una furia la cruz de la Santa Inquisición. Difundiendo por doquier el miedo al castigo divino. Pero seamos serios.

Antes habían pasado por su guadaña los gays y unos días después la “invasión de inmigrantes y refugiados” que llegan a Europa, un peligrosísimo “caballo de Troya” ... Sí, el Cardenal Arzobispo se refería a los hombres, mujeres y niños que mueren a mansalva en la lucha salvaje para sobrevivir a la vergonzosa masacre en sus países. Ahora les ha tocado recibir a las mujeres, aquellas que se apartan de la verdad “natural” otorgada por inspiración celestial. Aquellas que se quejan no se sabe muy bien de qué, si no fuera que este “qué” es, por poner tan sólo un ejemplo, que cada 18 segundos una mujer es agredida en el mundo. O bien que la pobreza tiene nombre de mujer. Me golpea en la cabeza la cruel violación colectiva de antes ayer de una chica de dieciséis años en un lugar del planeta que no quiero mencionar. Y no quiero mencionar el país porqué también, sin duda, esta violación habría podido perpetrarse en el nuestro. Los órganos genitales destrozados y el desesperado deseo de morir.

Seguro que el Cardenal Arzobispo sabe qué significa el verbo “deshumanizar”: desnudar a las personas de las características que las hacen humanas. Verlas como animales no racionales. En resumen, como los nazis con los judíos. Que tantas y tantas mujeres se conviertan humanizadas a los ojos de un mayoritario mundo masculino es una de las prioridades de la ideología de género. Ya basta de hacer proselitismo del odio, no le parece Cardenal Arzobispo Cañizares?

Merece Antonio Cañizares la denominación de Cardenal Arzobispo? Indica la pomposidad con la que reviste la Iglesia sus personajes que éstos puedan decir impunemente las más increíbles crueldades? Y claro, disfrazadas de oveja. La última la dejó ir a la Catedral de Valencia, como happy end de la procesión de Corpus Christi. No les parece escandaloso y preocupante que reclamara a los católicos desobediencia a las leyes basadas en “la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de género”? Una ideología, nos dice, que tratan de imponernos unos supuestos poderes mundiales más o menos solapadamente con legislaciones inicuas, que “no hay que obedecer”. En la incredulidad de lo que leía, me lo he imaginado blandiendo como una furia la cruz de la Santa Inquisición. Difundiendo por doquier el miedo al castigo divino. Pero seamos serios.

Antes habían pasado por su guadaña los gays y unos días después la “invasión de inmigrantes y refugiados” que llegan a Europa, un peligrosísimo “caballo de Troya” ... Sí, el Cardenal Arzobispo se refería a los hombres, mujeres y niños que mueren a mansalva en la lucha salvaje para sobrevivir a la vergonzosa masacre en sus países. Ahora les ha tocado recibir a las mujeres, aquellas que se apartan de la verdad “natural” otorgada por inspiración celestial. Aquellas que se quejan no se sabe muy bien de qué, si no fuera que este “qué” es, por poner tan sólo un ejemplo, que cada 18 segundos una mujer es agredida en el mundo. O bien que la pobreza tiene nombre de mujer. Me golpea en la cabeza la cruel violación colectiva de antes ayer de una chica de dieciséis años en un lugar del planeta que no quiero mencionar. Y no quiero mencionar el país porqué también, sin duda, esta violación habría podido perpetrarse en el nuestro. Los órganos genitales destrozados y el desesperado deseo de morir.