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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

María y los buitres

Los activistas de la PAH se han hecho casas con buitres para protestar contra el fondo de inversión / ENRIC CATALÀ

João França / Enric Català (fotos)

María tiene 73 años y acarrea un gran peso. Este martes, subida a una reja en un polígono industrial de El Prat de Llobregat –con los temblores propios de la edad– gritaba “¡Ladrones! ¡Chorizos!” a los banqueros. Y no lo hacía sola. Dos centenares de personas de PAHs de toda Catalunya se han concentrado ante la sede del fondo de inversión norteamericano Blackstone en las afueras de Barcelona para exigirle respuestas. Han recibido apoyos de activistas ante la sede de la entidad en la City de Londres y también ante la sede central en Manhattan.

Jorge, el marido de María, de 76, tiene una enfermedad crónica y se queda en la cama. Hace 40 años pagaron su piso, pero ahora temen perderlo. La pareja avaló a su hija que, tras perder su piso, pidió un préstamo para hacer frente a una deuda de 60.000 euros. Sin embargo, su hija no pudo hacer frente a los pagos. Ahora esta deuda sube a 90.000 euros y CatalunyaCaixa reclama su piso a María y Jorge.

Muchos han oído hablar del caso de María. La lucha para que se quede en casa llevó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca a ocupar diversas oficinas de CatalunyaCaixa el pasado octubre y también a conseguir un posicionamiento de la mayoría de partidos del Parlament de Catalunya –a excepción de PP y CiU– para exigir a las entidades financieras rescatadas que pongan a disposición de la Administración los pisos vacíos que acumulan.

Ahora María vuelve a la carga con muchos más. Blackstone es la entidad que se ha quedado con la gestión de las hipotecas de CatalunyaCaixa, una entidad que, según la PAH es de las más duras en la negociación. La Plataforma reivindica que es una entidad rescatada con dinero público y que su parque de vivienda debería destinarse a su función social, pero dicen que, en cambio, han sido especialmente exigentes con los afectados para hacerla más atractiva a entidades compradoras.

En el caso de María, el banco le ofreció quedarse en su casa pagando un alquiler de 275 euros al mes, pero la pareja asegura que no puede pagar. “Yo puedo pagar un alquiler de 50 o 100 euros, y sacando lo de mi comida, pero más no puedo”, contaba María en octubre. Ella y su marido viven con los 733 euros al mes de la pensión de él, y tienen un elevado gasto en médicos y medicamento, a parte de una situación de salud complicada.

Ahora la PAH se ha puesto dura contra Blackstone porque sus acuerdos con CatalunyaCaixa han frenado todas las negociaciones. Las familias cuentan que les ofrecen un “contrato de espera”. La entidad ofrece a las familias que no pueden pagar la hipoteca un contrato que les permite seguir en su casa por cuotas de 300 o 400 euros hasta que se acabe marzo, cuando Blackstone se haga cargo de la gestión. La contrapartida, sin embargo, es que firmen una cláusula comprometiéndose a no protestar contra el banco. Por otro lado, tampoco garantizan una solución pasado este mes.

Lejos de callar, la PAH ha decidido plantarse frente a CatalunyaCaixa y Blackstone. Este martes decenas de activistas estaban subidos a la reja de la sede de Blackstone como María, gritando contra el banco al ritmo de la música. “Tenemos que saltar todos”, decía uno. “Hombre, la gente mayor no podemos”, respondía una señora al lado de María. Pero han sido muchos –muchos más de los que podía parar la media docena de guardias de seguridad– los que han saltado al recinto para llenar las puertas de adhesivos de la PAH: “Este banco, engaña, estafa y echa a la gente de su casa”.

Al volver a salir, ha seguido la fiesta. Un afectado vestido de buitre hacía el espectáculo desde el muro de la entidad, y muchos otros levantaban cartones recortados con casas acechadas por buitres.

La diversión ha durado hasta que María se ha venido abajo. Llorando ha contado su caso a los presentes, cansada de dos años de lucha. “Si me quieren echar de mi casa, yo no salgo, yo me suicido”, ha clamado. “¡No no no!”, ha gritado la multitud. “¡Tienes a la PAH, no lo vamos a permitir!”

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