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INVESTIGACIÓN

El máster fallido de la Autónoma de Barcelona que dejó sin cobrar a profesores y empresas: “Nos sentimos engañados”

La UAB dejó sin cobrar a profesores que prepararon materiales para un máster

Pau Rodríguez

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Un máster de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) acumula reclamaciones de impagos por parte de varios profesores y empresas. La existencia de este curso, de nombre Máster en Producción Audiovisual Transmedia, fue breve, de tan solo una edición, pero ha dejado una rastro que llega hasta hoy. Varios docentes recibieron el encargo del director de estos estudios para elaborar los guiones de las asignaturas e impartir tutorías, pero tras entregar los trabajos el curso empezó en 2017 con sus contenidos y sin ser ellos avisados. A abril de 2021, cuatro años después, la Universidad no les ha pagado ni un euro.

A raíz de las reclamaciones formales de seis de esos docentes, la UAB abrió en 2019 sendos expedientes administrativos para esclarecer qué ocurrió. Esos procedimientos siguen abiertos, al considerar la institución pública que los afectados no han aportado pruebas de forma “completa”. Sin embargo, según las fuentes consultadas y la documentación recabada por elDiario.es para este reportaje –que incluye las propuestas de colaboración, los materiales elaborados, los numerosos correos entre las partes y las quejas formales–, resulta evidente que estos profesionales recibieron el encargo de preparar los contenidos del máster y los entregaron. Que su remuneración estaba vinculada al lanzamiento del curso y que esto ocurrió en 2017. 

A la de estos seis profesores, que piden en conjunto 42.000 euros, se les suman otras dos reclamaciones. Una es de la empresa Insync Studio SL, que hizo la posproducción de unos vídeos para el máster, y a la que sí se abonaron unos 4.000 euros tras presentar demanda por impagos y alcanzar un acuerdo con la entidad académica. La otra corresponde a tres firmas del sector audiovisual que participaron en la elaboración de los mismos vídeos y que, tras ese precedente, reclaman unos 12.000 euros en conjunto. En su caso, han interpuesto una demanda contra la UAB en el juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Cerdanyola del Vallès. 

El argumento último de la Universidad es que todos esos encargos los hizo sin autorización oficial el director del máster, Francisco Martín, al que precisamente abrieron un expediente sancionador a raíz de esos hechos y acabaron despidiendo un tiempo después. elDiario.es contactó el sábado con este exdocente, que ofreció su versión de los hechos y aseguró que el máster se hizo en 2017 a modo de “prueba”, con tan solo ocho alumnos y con el aval de la institución. Martín confirmó que se usaron los materiales elaborados por los profesionales externos, aunque no se les acabara pagando por ello. Y aduce que la idea era testear el curso y su plataforma online con un formato “reducido”, para ver si era viable, y que en la siguiente edición ya sí se contaría con los profesionales y se les remuneraría. 

Sin embargo, los profesores, a los que no se dio ninguna explicación entonces, se remiten al acuerdo de colaboración que se les envió en su día, y en el que se vinculaba la creación de los materiales a la impartición de tutorías y a la posterior remuneración. El hecho de que se impartiese y no se les pagase supone un incumplimiento de ese pacto inicial y de la cesión de derechos sobre esos contenidos que firmaron en favor de la UAB.

La historia de este máster, y del reguero de quejas que dejó tras de sí, se remonta a 2014. Francisco Martín, exprofesional de TVE y TV3 y profesor durante varias décadas en la UAB, dirigía por aquel entonces otro máster de título propio en la Universidad. Ese año, el docente y algunos de sus colaboradores decidieron impulsar otro curso, el Máster en Producción Audiovisual Transmedia. Ambos eran títulos propios, es decir, un tipo de másteres que solo requieren del aval de la propia Universidad y no de la Administración ni de las agencias de calidad universitaria.  

El Máster en Producción Audiovisual Transmedia iba a ser online y pensado sobre todo para los estudiantes de América Latina. El coste de la matrícula eran 4.500 euros por 60 créditos. Cada una de las 18 asignaturas consistiría en una clase en vídeo que recibirían esos estudiantes y luego habría dos semanas de tutorías y un examen tipo test. Esta fue la propuesta que recibieron por escrito los profesionales externos a los que se invitó a trabajar en el máster. Entre aquellos convocados están los seis reclamantes: Jorge del Barrio, Andreu Meixide, Arnau Gifreu, Agustín Serra, Javier Hernández y Carlos Arroyave. Este último, además, fue inicialmente coimpulsor del máster, corresponsable de la propuesta académica y el principal interlocutor inicial de los profesores, aunque se acabó desvinculando por desavenencias con su organización.

El documento que recibieron los profesionales con la “propuesta formal de colaboración”, en 2014, iba firmado por Martín, como director, y tenía el sello del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad II de la UAB. En él, se detallaban las dos fases del encargo. La primera era la previa al curso y consistía básicamente en la elaboración de un guion con el contenido de la asignatura. La segunda parte eran las tutorías. 

Finalmente, se detallaba la remuneración, con una fórmula un tanto particular. Martín planteaba que por la primera fase, la del guion, no se podía pagar ese primer año, porque todavía no se contaba con los ingresos de los estudiantes matriculados. El plan era pagarles 30 euros por cada alumno que tutorizasen, correspondiendo 10 de ellos a las tareas previas. Como la “aspiración” era tener 100 alumnos, les decía: “Te pagaríamos 3.000 euros por las dos semanas de tutorías”. Aunque los honorarios acabarían dependiendo de la matrícula: “En cualquier caso, una vez cerrada la inscripción, sabremos exactamente el número de matriculados y la cantidad exacta que te hemos de abonar”. 

La fecha para empezar el máster era octubre de 2014, pero esta se fue aplazando. Los profesores, según explican a este diario y acreditan con correos, fueron entregando los guiones y recibiendo el visto bueno de los interlocutores del máster. No eran solo esos seis, sino una decena, aunque no todos han reclamado. Además, firmaron un documento de cesión de derechos a la UAB para el uso de todos los materiales. Pero aseguran que a la hora de la verdad nadie les avisó de que empezaba el máster. 

“Nos marearon la perdiz”

“Nos sentimos engañados y estafados. Y ha sido una universidad pública con su membrete. Si la propuesta me hubiese llegado de una empresa, me hubiese retirado sin seguirles el juego, pero es que era una institución como la UAB. Se han aprovechado de nuestro trabajo y conocimientos y deberían compensarnos por ese atropello”, expresa hoy Agustín Serra, uno de los afectados. A él y a Javier Hernández, que fue decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge de Zaragoza, les contactaron por ser autores del proyecto transmedia Plot 28. Hernández se expresa en términos parecidos: “Estuve fácilmente 15 días trabajando en todos esos contenidos. Pero nos marearon la perdiz”. Los guiones tenían alrededor de quince páginas e iban acompañados de otros materiales, como los test de evaluación o la bibliografía. 

En su reclamación a la UAB, los profesores añaden otros motivos de agravio más allá del impago. Uno de ellos es que el máster se promocionó en todo momento con sus nombres y currículums como docentes, incluso poco antes de que se lanzase. A día de hoy, todavía figuran en su Facebook o el Vimeo del curso. También aparecieron, aseguran, en su web oficial, que a día de hoy no está operativa (aunque existe otra vinculada a las redes sociales donde sí están).

Otras razones de su enojo son que en 2016 entró en escena una empresa, Premier Proyectos Formativos SL, para hacerse cargo de la infraestructura digital del curso, sin saber ellos exactamente los términos de su participación. Es la que hizo los vídeos promocionales para redes. Por último, también lamentan que llegó un momento en el que Martín dejó de responder a algunos de sus mails, que hacia 2017 reflejaban una creciente inquietud por la falta de información respecto del curso.

El exdirector Martín, que hoy está fuera de la UAB debido a ese suceso, reconoce que el máster fue un “fracaso”. “La crisis final fue la inviabilidad del proyecto. Generamos una expectativa que fuimos incapaces de cumplir”, admite. En parte, achaca esos problemas a que inicialmente las empresas con las que contactaron para hacer los vídeos-clase –y que ahora también demandan a la UAB por impagos– tardaron demasiado en elaborar el material y nunca lo entregaron de forma definitiva.

Sobre si dejó de contestar a los profesores, afirma: “No los voy a desmentir, probablemente fue así, pero estaba en un descenso completamente desbordado”. Tanto sobre ese aspecto como sobre la comunicación del inicio del máster, asegura que sí se lo dijo al profesor Arroyave y que esperaba que hiciese de interlocutor con los demás. Pero este, contactado por elDiario.es, recuerda que se desvinculó de la coordinación del máster meses antes, en marzo de 2016. 

El máster en Producción Audiovisual Transmedia se realizó con ocho alumnos, aunque “solo cuatro pagaron todo el importe de la matrícula del máster y otro hizo solo el primer pago”, puntualizan fuentes de la UAB. Ese pinchazo en la matrícula es uno de los argumentos que emplea Martín para alegar que nadie se enriqueció con esos estudios. Pero aun así, ¿cuáles fueron los ingresos que generó el curso finalmente y quién se los embolsó? “A lo mejor pude cobrar unos 200 o 300 euros, yo, no me acuerdo. No compensó la inversión de trabajo”, alega Martín, que asegura que la UAB destinó todo lo que se ingresó a pagar a algunos proveedores que no concreta.

Por lo que respecta a la empresa Premier Proyectos Formativos SL, apunta que sí se llevó algo, pero no recuerda cuánto. El entonces director de la empresa, Josep Esteve, también exprofesor de la UAB, ha asegurado a este diario que tampoco percibieron honorarios por los servicios prestados. Al menos, mientras él estuvo al frente de la firma, que fue hasta poco antes de empezar el máster, según afirma. “Mientras yo fui responsable, cero [euros]. Pero no lo sé después”, precisa.

Esteve explica que Premier Proyectos Formativos fue una empresa creada con la intención de vender a la UAB –y, en el futuro, a otras universidades– una plataforma digital que diese servicio a todos sus másteres. El de Producción Audiovisual Transmedia iba a ser el primero. Pero la cosa no salió bien. Según relata Esteve, estuvieron un año negociando la externalización de este servicio con la Universidad e incluso afirma que habían llegado a un acuerdo, pero entonces se produjo un cambio de gobierno: Margarida Arboix sustituyó como rectora a Ferran Sancho. “El nuevo equipo de Gobierno llegó y en un mail triste y patético nos dijo que no necesitaban gente de fuera. Nos quedamos a cuadros”, rememora.

¿Qué avaló la UAB y por qué no paga?

Conocidas las explicaciones de Martín, algunos de los profesores afectados, como Javier Hernández, más allá de reiterar que se les trató de forma “engañosa y torticera”, añaden que lo que consideran “muy grave” es el papel que ha desempeñado una universidad pública de prestigio como la UAB hasta el día de hoy. Casi dos años después de abrirse el expediente administrativo, este sigue sin resolverse y los reclamantes sospechan que la institución se resiste a pagar y prefiere que lleven el asunto a los juzgados, algo que aseguran que harán. 

“Yo no sé hasta qué punto Martín hizo una mala previsión de ingresos o fue un engaño deliberado, o si fue un cúmulo de cosas, pero lo que me parece grave es que una universidad pública no controle este tipo de procesos. Es dinero público y afecta a muchos profesionales. Al final, lo que ha pasado es que hemos entregado un trabajo, se ha usado y no se nos ha pagado”, argumenta. “Lo que es escandaloso es que un campus público haya entrado alegremente a hacer negocio con los másteres propios sin tener en cuenta una mínima exigencia y una fiscalización de los presupuestos, relajando los mecanismos de control en pos de buscar un dinero fácil”, razona este profesor. 

Para sacar adelante un máster hay que superar una serie de controles, aunque estos se simplifican cuando se trata de másteres propios (los no son oficiales). En primer lugar, el plan de estudios lo aprueba la Comisión de Asuntos Académicos, y el título como tal lo valida el Consejo de Gobierno de la entidad académica. En segundo lugar, en cuanto a la parte económica, el presupuesto lo firman la Gestora Económica de la Escuela de Posgrado de la UAB y la propia dirección de la Escuela –que es de quien dependen orgánicamente estos estudios de máster y posgrado–.

En este aspecto, la respuesta formal de la Universidad es que estos estamentos siempre “hicieron un seguimiento del pago de las facturas y gastos que remitía Martín”. Pero, ¿cómo pudo la UAB validar un máster con tan solo ocho alumnos? elDiario.es ha pedido tanto los presupuestos como la memoria económica del máster, para ver si se recogieron allí todos los encargos hechos a profesionales externos o no, pero la Universidad lo ha denegado alegando que esta información se tiene que pedir mediante los canales establecidos por la Ley de Transparencia. 

Lo cierto, en cuanto a los másteres propios, es que no suele haber una supervisión exhaustiva ni de los preparativos ni de la parte económica. Una fuente que dirigió un posgrado para la UAB asegura que la Universidad da mucha autonomía al director en este sentido. “En la parte económica, la Universidad solo se fija en que cuadren los números antes de dar el visto bueno”, aduce. Por cada uno de estos cursos, la Universidad se lleva un canon que puede alcanzar el 30%.

Habitualmente, los encargos a externos se hacen teniendo de antemano una cifra confirmada de preinscripciones, para estimar cuántos ingresos se obtendrán. Si, una vez hecho el proceso de matriculación, el volumen de estudiantes acaba siendo inferior o superior a lo previsto, se pueden ajustar las remuneraciones económicas. El responsable de manejar el dinero es el director.

“Puede ocurrir que la Universidad asuma que no tiene suficientes matrículas para hacer un curso viable económicamente, pero que decida igualmente tirar hacia adelante con la idea de que mejore con el tiempo. Pero la gente a la que le has hecho encargos tiene que cobrar. De eso no hay duda”, remarca esta fuente. En otras universidades donde los estudios son en línea, como la UOC o la UNIR, los materiales se encargan y se pagan desligados del hecho de que se imparta la docencia. 

Una de las personas que tuvieron conocimiento de las quejas de los profesores antes de que pasaran a ser una reclamación formal fue Maria Josep Recoder, decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación. A ella se dirigieron por correo profesores como Hernández y Serra, a lo que Recoder les respondió que no entendía la conducta de Martín, con el que había hablado y del que no lograba obtener explicaciones claras.

“A mí todo aquello me supo muy mal. Hay personas que usan la Universidad, pero en su caso llevaba una buena trayectoria. Fue un cúmulo de errores, se equivocó mucho”, expresa la todavía decana, que asegura que Martín le refería problemas de impagos debido a la escasa matrícula, pero que siempre le transmitió que los solucionaría. “Lo que tiene que quedar claro es que cuando haces un máster propio, puedes encargar lo que quieras, pero con la seguridad de que podrás pagar”, aduce.

Contactada por elDiario.es, Recoder se sorprendió de que los impagos todavía sigan pendientes de resolver. “Yo pensaba que este era un tema triste, pero que estaba cerrado. Y no sé por qué no lo está”, comenta.  

La reclamación de las empresas

Igual que los profesores, tres empresas reclaman dinero a la UAB por ese máster. En paralelo a la demanda que interpusieron en los juzgados, se abrió para ellas un expediente administrativo. En ese caso, la instrucción finalizó “por desestimiento del reclamante, dado que no aportó la documentación requerida”, señalan fuentes de la institución.

Las empresas son del sector audiovisual y eran las seleccionadas inicialmente para elaborar los vídeos-clase. Se trata de Lemure 2007 SL; Vadever Films SL. y Alberto Royo Llauradó. Según Martín, esas fueron las empresas que demoraron las entregas y no llegaron a aportar todas las cápsulas encargadas. Su abogado, en cambio, asegura que sí entregaron varios vídeos, incluso de promoción que se llegaron a usar en los canales oficiales del máster y con el logo de la UAB. De hecho, alguno todavía está colgado en Youtube. En este sentido, el abogado insiste en que los 12.000 euros que reclaman corresponden al trabajo realizado, no a todo el que se pudo encargar, y añade que si no se elaboró todo fue porque las empresas veían que no iban a cobrar.

Hasta la fecha, la UAB ha considerado que estas empresas no han aportado pruebas suficientes para abonarles lo reclamado, pero esta posición resulta cuando menos paradójica. Porque una cuarta empresa, Insync Studios SL, sí cobró tras presentar una demanda un tiempo antes. Y lo hizo exactamente por los mismos vídeos entregados. “Hicimos [los vídeos del] primer bloque del curso, pero no haríamos más sin cobrar. Luego quisieron condicionar el pago a las matrículas del máster y a partir de ahí puse la demanda”, señala el director de esta empresa, Daniel Zacarías.

En su caso, la Universidad accedió a compensarle con unos 4.000 euros por los trabajos de posproducción y sonorización de esos primeros vídeos-clase. Lo que resulta curioso es que la institución rechaza ahora compensar a las demás empresas que trabajaron en esos mismos vídeos, aunque en otras tareas como poner el plató, la grabación o la edición.

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