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Entrevista

Oriol Bartomeus, politólogo: “Las nuevas generaciones han dejado de vincular la democracia a la prosperidad”

El director del Instituto ICPS y profesor de la Autònoma, Oriol Bartomeus, sostiene su libro sentado en una terraza

Arturo Puente

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La generación de españoles que nació en democracia tiene poco apego por el actual sistema político, que construyeron sus padres, comenzó a protagonizar la vida política desde el 15M y la ruptura del bipartidismo y, ahora por fin, están ocupando los puestos de dirigencia que va desalojando otra generación, la de la posguerra. Esta es la tesis central que sostiene el politólogo Oriol Bartomeus (Barcelona, 1971) en su libro 'El peso del tiempo: Relato del relevo generacional en España', editado por Debate.

El director del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS), adscrito a la Diputación de Barcelona y a la Universitat Autònoma, sostiene que en torno a 2014 se generó un “desacople” entre el sistema político y las nuevas generaciones que, sin embargo, afirma que puede durar “eternamente”. “La creencia de que solo por el hecho de vivir en democracia uno ya es demócrata es falsa”, explica Bartomeus, que alerta sobre el crecimiento de opiniones reaccionarias entre los hombres menores de 25 años.

Describe en su libro una España que está en pleno relevo generacional. ¿Qué significa eso? ¿En qué se manifiesta? 

El relevo generacional es un fenómeno curioso porque, en realidad, pasa cada día. Todos los días muere gente y cada día nace gente. Pasa inadvertido, porque es cotidiano, pero un día todo el mundo mira atrás y ve que ha habido un terremoto silencioso. Ahora la atención se centra en el relevo generacional porque estamos en un punto crucial: la generación de la posguerra, que es la dominante desde finales de los 60 hasta el 2014, está pasando a retiro por cuestiones biológicas. Son gente nacida entre el 1940 y el 1960, por tanto ahora ya tienen entre 60 y 80 y tantos años. Se está acabando el impulso de esa generación que se concretó en la transición democrática y en el sistema político que tenemos vigente desde el año 78.

Se muere, o al menos se retira, la generación que protagonizó la Transición.

Sí, podríamos marcar una genealogía de la Transición, en el sentido de que el impulso que es de finales de los 60 pero se concreta en el sistema 75-78, tiene una fase ascendente hasta el año 92 y, a partir de entonces, vive un momento en el cual el impulso acaba, pero entra en una inercia que dura hasta el año 2008, año de la crisis, cuando finalmente entra en colapso. La crisis económica deviene a una crisis política de representación y esto acaba haciendo una crisis de sistema, que se plasma el año 2014, año de la aparición de Podemos.

Sobre el relevo generacional, alguien podría objetar que ahora mismo en la empresa, la política o la judicatura hay gente de generaciones diferentes.

Hay mucha confusión entre generación y élite. Tenemos esa idea muy de Ortega y Gasset de la generación como una vanguardia, una élite que se impone. Existen élites generacionales, seguramente. Pero lo importante es hablar de generación dominante en el sentido de que es una generación que llega muy temprano a los puestos de mando. Es una generación que retira a la precedente, porque la Transición que empieza desde finales de los 60 supone también la jubilación anticipada de la generación de la guerra. Y esto lo ves en todos los ámbitos, claramente en el ámbito cultural, también en el político… en el económico menos porque cuesta mucho cambiar las cosas. Felipe González es el epítome de la generación de la posguerra, que son los que hacen la transición y los que ahora ya están dejando paso a los siguientes.

Por tanto la generación de los nacidos en democracia es la que está la que está ocupando ahora los lugares de poder. ¿Es también la generación del 15M?

Sí, son ellos. Son esta generación nueva que nace ya en democracia, pero ojo con el tema este de “nace en democracia”. Nace en democracia pero eso es solo una fecha, no quiere decir que haya mamado el espíritu de la democracia. Porque esa generación nace en el 76 pero se hace mayor durante ese largo periodo de estabilidad que se llama el bipartidismo y, por lo tanto, tiene una vivencia de la democracia que es cotidiana e incluso vive la fase descendente de la democracia.

Dice usted en el libro que la democracia no hace necesariamente demócratas.

La creencia de que solo por el hecho de vivir en democracia uno ya es demócrata es falsa. En el 78 se partía de las cenizas de la vieja antipolítica, porque el franquismo era un sistema de pedagogía antipolítica, antipartidos, antidemocracia. La generación de la transición piensa que todo eso va a desaparecer por el simple hecho de vivir en un sistema democrático. Pero los datos demuestran que no es así. También hay que tener en cuenta que la democracia en España, para la generación de la posguerra, no solo es un sistema de libertades, sino que era una forma de que España dejase de ser una anomalía en Europa. Había una función material de la democracia. Se pensaba 'cuando tengamos democracia seremos como los franceses, como los italianos, como los alemanes'. Es decir, viviremos bien. Viviremos mejor. 

¿Eso sigue ocurriendo en las generaciones más jóvenes?

Creo que no. Las nuevas generaciones han dejado de vincular la democracia a la prosperidad. Los que entran en la edad adulta en los años 90, cuando sí que hay prosperidad y la habrá hasta el 2008, acarrean unos valores profundamente antipolíticos. Porque la llegada de la generación de la democracia acarrea un cambio fundamental sobre la posición del ciudadano en el sistema. La generación de la posguerra entiende, y de algún modo acepta, la jerarquía subalterna de los ciudadanos respecto a los políticos. El político estaba arriba, manda por alguna razón, y era algo natural que se aceptaba.

Pero las nuevas generaciones no aceptan como natural que los políticos estén arriba, entre otras razones porque no creen que sepan más que ellos; todos han ido al instituto, muchos también a la universidad. Y por lo tanto el político es un servidor mío y está a mi nivel o un poquito por abajo.

Las nuevas generaciones no tienen apego a los sistemas que han construido sus padres. Esto significa que este relevo generacional puede suponer en España cambios políticos de gran calado. ¿Felipe VI debería echarse a temblar?

Depende. Hay una clara fractura entre el sistema y las nuevas generaciones. No lo construyeron, les ha venido dado y es posible que consideren que el sistema debe cambiar. No sé si la clave es la monarquía. Tanto Juan Carlos I como Felipe VI han sabido navegar en una sociedad que no es específicamente monárquica. Hubo una ventana de oportunidad en la que se pudo haber cambiado el sistema, un 'aggiornamento' que lo hiciera coincidir otra vez con las nuevas generaciones.

La sociedad avanza y los sistemas son como permanentes. Llega un momento en que el avance social de alguna manera se distancia tanto del sistema que hay una ruptura, que se puede solucionar modificando el sistema para que vuelva a conectar con la sociedad en un momento dado. Y tienes 30 años más de cierta tranquilidad.

Dice que ese momento se dio en 2014.

Sí, pero pasó. Es un elemento típico del mundo actual: pesaron intereses muy coyunturales, muy espurios, muy particulares por encima de una visión más general de lo que podría haber sido. De tal manera que continuamos en esa fase en la cual hay una divergencia entre el sistema y buena parte de la sociedad.

La diferencia con el 78 está en la concepción del mundo que tenemos ahora. Nadie ahora mismo en las nuevas generaciones se plantea una reforma integral del sistema. En parte porque tampoco hay un modelo de sistema. Además, ahora es mucho más difícil que haya un consenso, que se cree una posición general de toda la sociedad o de la gran mayoría de la sociedad que diga 'nos vamos a poner de acuerdo en algo'.

No ve posibilidad de cambios de gran calado. Pero, ¿retoques del sistema podemos ver? ¿Cómo se acabará acoplando el sistema con su generación?

Ni idea. La pregunta es cuánto tiempo podemos aguantar con este desacoplamiento. Yo creo que infinito. La generación de la posguerra aún está ahí y viene de un tiempo estable y lento. Son esa gente que vota siempre. Los nuevos, depende. Se enganchan y se desenganchan con una extraordinaria facilidad. Por tanto, como los nuevos están divididos y no se puede contar con ellos, ¿cómo puedes hacer este acople del sistema? 

En los años 2014 o 2016 había varias rupturas sobre la mesa. Podemos, el independentismo y por otro lado renovadores como Ciudadanos. ¿Que no hubiera una ruptura del sistema tuvo que ver con que los mimbres no eran muy buenos o con que las élites del momento se asustaron?

Hay una parte importante que es el PSOE y lo que pasó en 2016 con Pedro Sánchez: internamente se cargaron a la generación de la posguerra. Hay un momento en que sobrevaloramos el papel de estas élites malvadas. Hasta cierto punto la élite, la gente que manda, estaba convencida de que era necesario ir hacia algo que, obviamente, no era lo que proponía Podemos. En ese momento el sistema se caía a pedazos y había una mayoría reformista, digamos. Ciudadanos, Podemos y el nuevo PSOE, aquello era una mayoría reformista. 

Lo que estamos viendo ahora es que cada uno va con su agenda y es una agenda que no se negocia por esta idea de que si negocias y cedes, mueres. Mencionas al independentismo, pero yo no lo pondría en el saco de la reforma. Al contrario. El independentismo y lo que el independentismo provocó en el otro lado hizo fracasar en parte la reforma.

Por eso le pregunta por la posibilidad de que en aquellas condiciones quizás no se podía hacer nada de consenso.

Completamente. Lo estamos viendo ahora también. ¿Cómo voy a hacer algo con alguien que dice “oiga, yo me voy”? En el libro defiendo que el procés son muchas cosas, pero es antigeneracional. Es, en parte, un movimiento estratégico táctico de un partido antiguo, de un partido viejo [Convergència Democràtica de Catalunya] que cuando todos los partidos viejos en toda Europa están en crisis porque son cómplices del sistema pre 2008 va a la radicalización para mantenerse en el poder. Por otro lado, hay una sociedad conmocionada con la respuesta del Tribunal Constitucional y del Gobierno del momento consistente en el 'no a todo'. Y cuando tú cierras una puerta, la gente salta por la ventana. Por último, en el procés hay un elemento que ves también en Italia, en la Inglaterra del Brexit y en Estados Unidos: el voto de orden tradicional se convierte en antisistema.

Estamos viendo una recomposición del antiguo bipartidismo ¿Es natural desde un punto de vista generacional? ¿Va a ir a más?

No lo sabemos. El voto de las generaciones nuevas es un voto coyuntural. Hemos visto una recomposición del bipartidismo porque ha habido un cansancio de las opciones reformistas. Ciudadanos se mató solo. Hay un voto de generaciones nuevas que salieron del PP básicamente por la corrupción y que cuando Ciudadanos dejó de ser reformista, en parte se volvieron al PP. Algunos se fueron a VOX, que es la nueva opción reformista por la vía bestia. La influencia del procés aquí es muy evidente.

Y por el otro lado tienes lo mismo. Los datos del CIS de las últimas generales son brutales. Por primera vez desde 2015 el PSOE mejora su resultado entre los que decidieron su voto en la última semana porque hubo un movimiento, básicamente de mujeres de menos de 40 años que dijeron 'hay que votar al PSOE para que no gobierne PP y Vox'.

Recientemente se ha viralizado un gráfico del Financial Times que refleja como entre hombre y mujeres jóvenes comienza a abrirse una gran brecha, ellos se derechizan y ellas no. ¿Cómo lo interpreta?

El troceamiento de la sociedad ha creado burbujas, grupúsculos pequeñitos que se nutren de información muy diferenciada y que derivan en actitudes, valores y opiniones muy diferenciadas. Los hombres y mujeres de la misma edad ya no tienen las mismas opiniones. En nuestro sondeo del ICPS del año pasado rescatamos una pregunta de hace 30 años sobre la 'gravedad' de la homosexualidad y, como es normal, había gente que decía que cómo preguntábamos esto. Pero también había quien sí que decía que la homosexualidad era muy o bastante grave. Lo dijeron un 8% de las mujeres y hombres mayores encuestados, pero entre los chicos de menos de 25 el porcentaje era del 15% y entre las las chicas de la misma edad era del 0%. ¿Qué está pasando? La dieta informativa selectiva entre unos y otros es muy diferente.

¿Significa que los jóvenes están adoptando discursos homófobos por culpa de las redes?

Sí. Homofobia y neomachismo. Está la fachosfera como dice Pedro Sánchez y está la manosfera [de 'man', hombre]. Y es un mundo de medios de comunicación nuevos, redes, blogs, fórums... que tienen mucho éxito entre los hombres jóvenes y que hacen un discurso muy antifeminista, muy machista. 

¿Las mujeres jóvenes tienen una dieta mediática más similar a la media o también tienen una dieta feminista que las hace más de izquierdas?

No lo sé. Lo que sí es verdad es que el renacer del movimiento feminista ha impactado clarísimamente en las chicas jóvenes, que hoy son más feministas. El apoyo al feminismo sigue en las mujeres una gradación inversa a la edad. Cuanto más joven, más a favor. Entre los hombres es al revés: hay más apoyo al feminismo entre los hombres de más de 65 que entre los de menos de 25.

Ver un hombre de la edad de Biden con aspiraciones a la presidencia de la Casa Blanca, ¿qué nos dice de las generaciones en Estados Unidos? ¿Ha habido una ruptura generacional?

Mayor también es Trump. El problema aquí es que los demócratas están comprando el marco de Trump. El marco de Trump es 'Biden es un viejo, yo no'. 

Pero de pronto la edad se ha convertido en uno de los principales temas electorales.

Hablamos mucho de la edad de los candidatos porque son muy mayores, pero, teniendo en cuenta la esperanza de vida, son tan mayores como lo eran tradicionalmente los candidatos a la presidencia. Desde 1990, y con Bill Clinton, habíamos vivido la aparición de unos candidatos que eran más jóvenes. Y luego está la idea de que lo bueno es lo joven. Lo joven es lo nuevo, lo nuevo es lo rompedor. Todo el paquete este general. Que igual no es así: Pepe Mújica es un rompedor descomunal y joven no es. Milei es rompedor pero por el otro lado. 

¿Hay una generación milenial que está obsesionada con cierto retorno a valores tradicionales. Desconfianza en la tecnología, comida tradicional, romantización de la vida rural... ¿Es una generación nostálgica, la millennial?

Vivimos en un mundo nostálgico. En 2008 teníamos un mundo montado que se va a hacer puñetas. El individuo, que desde la revolución conservadora de Thatcher, Wojtyla y Reagan ha vivido su emancipación de clase social, de repente se encuentra en medio de una tormenta que no entiende. Todas las certezas se han ido e intenta encontrar algún asidero. Aparecen los asideros de toda la vida: la nación, la raza, la religión. Y en eso estamos. Algunos lo buscan en la vida rural y los otros lo buscan en un pasado idealizado, tanto en la izquierda como en la derecha. Ese pasado en que las cosas eran comprensibles y el mundo se entendía. 

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