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Carmen Andrés: “La política no puede ser una profesión”

Carmen Andrés ya tiene los avales necesarios para pasar el corte del 8 de marzo /  Adrián Romero

Jordi Molina

Sin hacer mucho ruido, pero con un trabajo de hormiga constante, la concejala Carmen Andrés (Calanda, 1967) ha sido la primera en reunir los requisitos para concurrir a la carrera de las primarias en el PSC de Barcelona. Esta jurista de padres pasteleros defiende una política liderada por “personas normales” y cree necesario un “giro a la izquierda” que permita al PSC recuperar sus esencias. La experiencia como concejal en el popular Distrito de Nou Barris (2007-2011) le sirve de aval para la “política de proximidad” que quisiera imprimir en Barcelona si se convirtiera en alcaldesa.

Es la primera candidata en reunir los 1.000 avales ciudadanos y los 150 militantes.

Sí, pero sería engañoso pensar que haber sido la primera me conduce a ganar las primarias. Nos gusta hablar con la gente, conocer situaciones reales y pienso que nos ha podido ayudar cierta capacidad de generar confianza y empatía. Además, somos conscientes de que la política municipal tiene escasa presencia en los medios y nos pusimos a trabajar pronto.

Los aspirantes que más suenan tienen etiquetas claras: Jaume Collboni , el candidato oficial; Jordi Martí, el crítico. ¿Usted representa a las bases?

Vengo de las bases del partido, sí, y no he tenido cargos de relevancia en la estructura del PSC. La principal diferencia pueden ser los años de experiencia que llevo en la política municipal. Me gusta la política de proximidad y defiendo la política de la calle más que la del despacho. Y, en clave de partido, me siento cómoda. Soy parte de un gran grupo humano, como lo somos los socialistas de Barcelona. A veces se reduce todo un colectivo a la dirección, pero somos mucha la gente que trabajamos en clave socialista.

Dice que el PSC necesita un “giro a la izquierda”, pero también es la candidata que suma más años en la gestión municipal. ¿Por qué no se ha girado antes?

Pienso que sí hemos hecho políticas de izquierdas, junto con nuestros socios de gobierno, con ICV y, anteriormente, también con ERC. Lo que es evidente es que ahora toca hacer un giro más significativo. En un intento de recuperar el voto perdido buscamos una centralidad que nos hizo diluir el discurso de izquierdas. Nosotros no dejamos de hablar con la gente y sabemos que, cuando volvamos a gobernar, tendremos que hacer cambios en el modelo de participación de la ciudad. Debemos escuchar las nuevas voces emergentes y profundizar en una participación más eficaz, real y representativa.

¿Cómo se explica la progresiva pérdida de poder del PSC en Barcelona?

La pérdida de confianza la ha sufrido la organización como fuerza, no nuestras ideas. Posiblemente hemos ido muriendo de éxito. Gobernar tantos años la ciudad hasta llevarla al nivel de excelencia que teníamos hasta hace dos años nos ha supuesto mucho desgaste. Además, hemos sufrido una cierta dificultad para adaptarnos a los nuevos tiempos. Todo ello nos ha hecho perder el contacto con la sociedad barcelonesa.

¿De qué presumiría la Barcelona de Carmen Andrés?

Presumiría de que las personas vivieran bien. Debemos recuperar todas aquellas actividades calificadas que dan un beneficio social y mejoran la calidad de vida de los vecinos. Si gano las primarias, centraremos nuestra propuesta de ciudad en el bienestar de las personas. Los ciudadanos, sean de donde sean, tengan la edad que tengan y vivan donde vivan deben tener oportunidades para desarrollar al máximo su potencial. No nos podemos permitir que la gente joven y el personal cualificado -y el no cualificado- siga marchando de casa. Hay que aparcar los grandes proyectos urbanísticos e iniciar un gran proyecto social.

¿Qué cambios observa en la ciudad desde que Trias es alcalde?

CiU está gobernando la ciudad de arriba abajo. Mejor dicho, la está gestionando de arriba abajo porque gobernar, no gobierna. Los socialistas habíamos intentado gobernar desde una participación más directa con la ciudadanía. Las mesas de convivencia, por ejemplo, las considerábamos vitales para profundizar en la cohesión social y ahora apenas se convocan. El gobierno no cree en la capacidad que tiene cada ciudadano para aportar cosas al proyecto colectivo que es Barcelona. Se creen que ellos ya saben lo que necesita la gente, pero no los escuchan .

El modelo de turismo de CiU ha motivado muchas críticas de su grupo.

CiU está reduciendo la proyección internacional de Barcelona al turismo. La ciudad tiene una capacidad inmensa de crear actividades que se proyecten al mundo y que, además, hagan de polo de atracción de gente que venga para quedarse. Cualquier ciudad quiere residentes estables, gente que venga a estudiar, a trabajar, a hacer creación. No podemos reducir la ciudad al turismo porque esto distorsiona el modelo de crecimiento y la vida de los barrios.

El mes pasado entrevistavamos a Jordi Martí, que ha introducido la cuestión soberanista en las primarias. ¿Usted cómo se define?

No soy independentista, soy federalista. Derecho a decidir sí, pero para todo lo que sea relevante para la ciudadanía.

¿Qué le pareció la decisión del grupo parlamentario del PSC de aislar a los tres diputados críticos?

No estoy demasiado al corriente de cómo se sientan los parlamentarios, pero como mínimo en el Grupo Municipal del Ayuntamiento, las primeras bancadas son para el portavoz y el presidente. Es decir, existe una lógica de más a menos responsabilidad. Los compañeros que me comenta, de forma cautelar, han dejado de tener responsabilidades en las comisiones parlamentarias y, por lo tanto, se sientan en la bancada que les corresponde. Es un debate que me parece fuera de lugar. Con la que está cayendo y con los problemas que tiene la gente para mantener su puesto de trabajo, discutir sobre si debe sentarse en un lugar o en otro me parece una frivolidad.

¿Pero no cree que puede alimentar la imagen de división?

No sé si alimenta la imagen de división o la imagen de que las decisiones se toman de manera colectiva. Es la manera que tenemos en un sistema democrático de tomar decisiones. En las asociaciones de vecinos las decisiones se toman por mayoría, a veces cualificada, en el grupo municipal, también y en cualquier reunión, si hay una discrepancia, se vota... Una vez tomada la decisión, puede que no te guste, pero si formas parte de un órgano colegiado, en democracia hay que aceptar la decisión de la mayoría.

¿El federalismo tiene opciones con el PSOE actual?

Debería dar más pasos de los que ha dado hasta ahora. Si no, el federalismo no será creíble. Para llegar a un verdadero estado federal algún partido político debe tomar esta bandera y lo tiene que hacer el PSOE. Hay mucha gente que lo está esperando, y no sólo socialistas. El federalismo no tiene porqué ser partidista, puede haber partidos de derechas con gente federalista. La Constitución se ha quedado muy corta en este aspecto.

Izquierda Unida es un partido de ámbito estatal que asume el derecho a decidir de los catalanes.

Nosotros también estamos por el derecho a decidir, y no sólo en la cuestión nacional. El derecho a decidir no es una marca de algunos partidos que han acordado una pregunta dejando fuera a fuerzas políticas que representan a una parte importante de la sociedad. Ha faltado diálogo y en una cuestión como ésta no se puede obviar a tanta gente. Se debería haber insistido más en el diálogo y el consenso. Pero me temo los que han lanzado la propuesta tienen una incapacidad política manifiesta.

El bipartidismo español está perdiendo apoyos. Le preguntábamos hace un mes a Jordi Martí cómo valoraba la dinámica de puertas giratorias de la que el PSOE no se salva. ¿Cómo lo ve?

Lo que hemos visto hasta ahora de la política más tradicional está claro que ya no responde a la realidad. La gente está muy desencantada con la política y el PSOE no se escapa. Hay que normalizar la política y el camino para hacerlo es incorporar personas 'normales'; profesionales de distintos ámbitos, activistas, ciudadanos con inquietudes... Una cosa es entrar durante un tiempo para impulsar un proyecto concreto, con fuerza y energía y, una vez finalizado, volver a tu lugar de trabajo, y otra es pasarse toda la vida dentro de las instituciones. La política no puede ser una profesión.

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