Sandro Rosell alega ante la jueza que el Barça ganaba por Messi y no por pagar a Negreira

Oriol Solé Altimira

Barcelona —
18 de septiembre de 2025 13:37 h

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La Ciudad de la Justicia ha albergado una previa particular del Newcastle-F.C. Barcelona de Champions de este jueves. Los expresidentes culers Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu han declarado como imputados por los pagos al exvicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA) José María Enríquez Negreira y a su hijo.

Según han informado fuentes jurídicas, ambos exmandatarios han desmentido que los pagos del Barça a Negreira respondieran a una voluntad de alterar la competición y han mantenido que se trataba de “labores de asesoramiento”.

Sandro Rosell ha ido más allá y ha recordado que su etapa al frente del club coincidió con una de sus etapas doradas, por lo que, ha insistido, las victorias y éxitos deportivos se lograron gracias a Messi, Piqué y a la gran plantilla que tenía el Barça, no por pagos al excolegiado. El expresidente ha llegado al juzgado cojeando debido a una reciente operación.

En conjunto, la Fiscalía cifra los pagos del Barça a Negreira a lo largo de dos décadas (2001-2018) en 7,3 millones de euros. De esos más de siete millones, dos corresponden a la presidencia de Rosell (2011-2014). Entre 2014 y 2015 los pagos fueron de 1,2 millones que el Barça abonó mediante transferencias, mismo método por el que el club pagó a Negreira 1,6 millones entre 2016 y 2018, cuando el exárbitro cesó como vicepresidente del CTA y terminaron los pagos, ya con Bartomeu al frente del club.

Como el nuevo Camp Nou, la instrucción del caso Negreira no termina de ver su final. A los trompicones de investigación del juez Joaquín Aguirre, que recibió severos varapalos de la Audiencia de Barcelona por sus errores en la investigación, se le ha sumado un freno a la causa que se ha alargado hasta este septiembre con la declaración de los imputados.

Tras dos años de instrucción, la causa ha vuelto a los delitos que Anticorrupción denunció inicialmente –administración desleal, falsedad documental y corrupción deportiva– y que venía manejando desde hacía tiempo la Fiscalía de Barcelona, que antes ya había llevado a cabo una investigación extensa del caso Negreira.

Según fuentes jurídicas, Rosell y Bartomeu han alegado que los pagos a Negreira eran una herencia de anteriores directivas (la relación proviene de, al menos, la directiva de Joan Gaspart a inicios de siglo XXI) y que respondían a una “contraprestación” por servicios de asesoramiento arbitral.

Bartomeu fue el presidente que puso fin a los pagos al hijo y al padre porque, según ha relatado, tuvo que recortar gastos de varias áreas del club. “Con el mejor equipo del mundo, no hacían falta ayudas arbitrales”, ha apostillado el exmandatario ante la prensa a la salida de los juzgados.

Además de Rosell y Bartomeu, este jueves también han comparecido como investigados el exdirector de deportes del Barça Albert Soler; el exdirector ejecutivo del club Òscar Grau; la pareja de José María Enríquez Negreira Ana Paula Rufas; y su hijo, José María Enríquez Romero. El hijo del excolegiado ha sido el único que ha respondido a las preguntas de los fiscales Luís García Cantón y Ricardo Sanz Gadea.

El próximo diciembre declararán, como testigos (y por lo tanto con obligación de decir la verdad), el actual presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta, y los exentrenadores Luís Enrique Martínez y Ernesto Valverde. Las testificales de los entrenadores servirán para corroborar si los informes de Enríquez padre e hijo estaban a su disposición y servían de algo, tal y como han alegado este jueves los expresidentes.

La ronda de comparecencias también ha servido para constatar un desencuentro entre Negreira y su hijo. Según fuentes jurídicas, Enríquez Romero ha explicado que se enteró “más tarde” de que su padre también había cobrado del Barça, en su caso por “asesoramiento verbal” sobre arbitrajes (no como sus informes, que eran por escrito).

Incluso ha narrado ante la jueza una discusión con su padre, a quien, según las mismas fuentes, Enríquez Romero habría reprochado falta de ética, al haber mantenido siempre el colegiado que un árbitro no podía trabajar como asesor de un club, algo que, al contrario de lo que predicaba, Negreira hizo durante décadas. Y a buen precio.