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Los estudiantes valencianos no se merecen esto

Lluís Garrido

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Hace tan solo unas horas leía en un periódico valenciano que seis de nuestros estudiantes de segundo de bachillerato se encontraban entre los más brillantes de España. La noticia hablaba del Programa Becas Europa, un proyecto en el que colaboran tanto la madrileña Universidad Francisco de Vitoria (UFV) como el Banco Santander. De entre miles de candidatos, solo se elige a cincuenta, y seis de ellos son nuestros. ¡Ni tan mal!, pienso. Paralelamente un estudiante me informa de que las redes sociales arden, los estudiantes de toda España están muy enfadados y los valencianos no son una excepción. Se sienten defraudados e impotentes por el trato que están recibiendo por parte de las universidades. Nadie los escucha. Empiezo a informarme del tema. A los pocos minutos mi ritmo cardíaco se acelera y lo mismo ocurre con mi respiración. Me invade una leve sensación de angustia. ¡Los estudiantes tienen razón!

Hablo con alumnos de la Universidad de Valencia (UV) y de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), me envían sus mensajes, capturas de grupos de WhatsApp, historias de Instagram, comentarios de Facebook, etcétera; y en todos escucho la misma canción: algunos profesores no están haciendo bien su trabajo y la universidad pasa de ellos. En lugar de canalizar su descontento, la UV cuelga un video en el que una estudiante habla de lo bien que lo están gestionando todo. Otros estudiantes, muy en desacuerdo con esa impopular opinión y con la impresión de que la Universidad está lavando su imagen, arman tal revuelo que la UV termina por borrar el vídeo. “Hay que ser atrevidos y tener la cara dura”, escribe un estudiante en redes sociales. “Si consigues conectarte a la aplicación se escucha como el culo, la mayoría de días ni siquiera funciona, los correos no llegan, algunos profesores contestan cuando les parece y otros no contestan, la mayoría no están dando clases, muchos suben un PowerPoint o PDF para que nos apañemos por nuestra cuenta y otros no responden cuando les pides que te resuelvan cualquier tipo de duda. Los universitarios y los de segundo de bachillerato nos sentimos desamparados”, me cuenta un estudiante del grado en Estudios Ingleses (UV). No los culpo, muchos de ellos están pagando desorbitadas matrículas para nada. Ni que decir tiene que algunos padres se aprietan el cinturón para pagar pisos o residencias que ya no utilizarán, pese a que la mayoría de contratos (previstos atendiendo al calendario lectivo) les obligarán a pagar como mínimo hasta junio (este mes también incluido). Se les dijo que podrían realizar desplazamientos a estos para recoger apuntes, libros o cualquier tipo de material que necesitaran. Se les llegó a dar justificantes para hacerlo pero rápidamente fueron cancelados. La Rectora de la UV les explicó que protestaría ante el Presidente del Gobierno. No dudo de que lo haya hecho, pero mientras tanto los estudiantes no pueden trabajar del mismo modo. Los hay que se dejaron allí importante material informático, al fin y al cabo nadie esperaba que esto fuera a durar tanto. “Me parece fatal que, porque los profesores no estén formados en NT (nuevas tecnologías), aprovechen la cuarentena para hacer el vago, mandar trabajos y olvidarse de nosotros, cuando les dices que prefieres que den clase se mosquean. Quiero que me enseñen por valor de lo que he pagado”, afirma otro estudiante del grado en Bellas Artes (UPV). La mayoría pide un sistema de evaluación justo e inclusivo que tenga en cuenta que no todos disponen de los mismos medios materiales a la hora de seguir las clases telemáticas o realizar exámenes en línea. También piden participación y consenso a la hora de tomar decisiones que les afectan directamente y que las tasas universitarias se adapten al momento de excepcionalidad que estamos viviendo. Hasta aquí no creo que sus demandas sean tan descabelladas. De momento canalizan su frustración a través de memes ingeniosos, pero empiezan a estar organizados. No me gustaría ponerme en el pellejo del responsable que no le cogió el teléfono a los estudiantes durante la crisis del Covid-19. Tampoco del profesor que le bajó la media al alumno que mañana competirá para hacerse con una de las pocas becas y ayudas para cursar estudios universitarios de Doctorado. Pero claro, igual sus hijos no necesitan vivir de limosnas y su futuro está ya escrito...

No voy a señalar culpables, pese a que podría hacerlo. Tampoco voy a entrar en evaluar la gestión de nuestro gobierno autonómico y central. No intento favorecer un clima de crispación, todo lo contrario. Lo único que quiero pedir es valentía, humildad y respeto. Valentía para que sean los profesores que sí están cumpliendo con sus obligaciones los que de un paso al frente y se pongan al lado de sus alumnos, humildad por parte de las universidades y de todas y cada una de las instituciones del Estado y respeto por nuestros estudiantes. La prensa está para hablar de lo bueno y de lo malo. Que la excelencia de los seis valencianos a los que me refería al principio sirva para que luchemos por el resto y no para tapar lo que no se está haciendo bien. De nada les servirá ser brillantes si cuando llegan a la Universidad se les abandona a la primera de cambio.

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