Crònica

Los juegos malabares de Villarejo en el circo zaplanista

Cuando se prohibieron los animales en el circo hubo quien vio amenazada la supervivencia del mayor espectáculo del mundo. Pero ahí está, por ejemplo, el circo Raluy Legacy, una exquisitez por su plasticidad y elegancia. El Gran Circo de Zaplana ha dado una vuelta más de tuerca para evolucionar el show combinando clasicismo y suspense. En la función que este jueves, 9 de mayo, ha desplegado en una de las pistas de la Ciudad de la Justicia, en el juicio Erial, había bastantes expectativas sobre un cartel artístico que incluía al ex comisario Villarejo y a Marcos Benavent, el Yonqui del dinero, los dos relatores enrolados en la misión de salvar al ex presidente de la condena judicial. No defraudaron. Acudían, llamados por Zaplana, a hacer un último intento de invalidar la causa aireando la teoría de la conspiración contra el ex ministro. Y, la verdad, los nuevos personajes incorporados enriquecieron la historia. Villarejo incluyó al CNI, a la UCO, a Mariano Rajoy, a Juan Cotino, un poquito al PSOE...

El ex comisario suprimió algún episodio de verosimilitud cero. Aunque sea ficción, la historia mejora. Así, en la conspiración revelada en el Senado en octubre de 2021 por el ex policía situaba el origen del mal de Zaplana en un complot del CNI y el PSOE. Ha corregido. En realidad, dijo, en el PP había “más interés en desacreditarle que desde el PSOE”. “De hecho, Rubalcaba tenía buena opinión de su cliente”, le trasladó a Daniel Campos, abogado del ex ministro. Resulta que Mariano Rajoy “pensaba que Zaplana podía disputarle el liderazgo” del partido. Por eso, el ex director general de la policía, Juan Cotino, mostraba también mucho interés en acabar con el político valenciano. “Me honro de haber sido gran amigo de Cotino, pero era un hombre muy dependiente de Rajoy. La obsesión de Cotino [contra Zaplana] no era interés propio. Todo lo que le pedía Rajoy, lo hacía”, explicó Villarejo.

Cotino y los ajustes de guion

En ese punto hubo un problema de atrezzo con unos papeles, como aquel catalejo que usaba Kevin Costner en Robin Hood: El príncipe de los ladrones, inventado 400 años después de la época en que se sitúa el filme. Cotino habría alentado una conspiración que se concretó finalmente facilitando al sirio Imad Al Naddaf Yalouk las hojas que esbozaban el amaño de las concesiones de ITV y el Plan Eólico y el pago de mordidas precisamente por parte de la familia Cotino, a través de la firma Asedes Capital. O sea, Cotino habría decidido pegarse un tiro en la sien. Esa parte de la película habría que mejorarla.

Dar más peso al PP y relegar al PSOE de los zaplanistas Rubalcaba, Pepe Bono o José Blanco no fue el único ajuste de guión. La cúpula de la conspiración la ocupa ahora la UCO, en vez del CNI. El condenado a 19 años de cárcel por la Audiencia Nacional contó que en varios encuentros con el entonces coronel jefe de la UCO, Manuel Sánchez Corbín, detectó “gestiones tendentes a desacreditar” a Zaplana. “Le dije que era un error usar malas artes”. No solo el uno. A Zaplana también lo quería liquidar el dos de la UCO. “Un tal Almansa, muy vinculado al CNI; su hermano es el instructor de equitación del actual rey”, comentó Villarejo.

El CNI es como el Opus Dei. Hay más militantes de lo que parece. Sepa, querido lector, que el de la puerta de enfrente de su rellano seguramente es del CNI. Y el que le cambió la batería al coche de su hija. El CNI también iba a por el ex alcalde de Benidorm. “Decían que si tenía cuentas en el extranjero, que había un fiduciario, un tal Belhot...”. Fernando Belhot es el testaferro uruguayo que ha confesado que el dinero que gestionaba era de Zaplana. Pues ese Belhot, “trabajaba para el CNI. Usaba el CNI para que lo librara de problemas”. Y el citado Imad, que encontró los papeles que dieron origen a la causa... también es del CNI. “Hizo cosas importantes para el CNI”, apuntó el ex comisario.

Se cumplió el pronóstico que aquí se hizo antes de la declaración de Villarejo y este sacó a pasear al traficante de armas sirio Monzer Al Kassar, el Príncipe de Marbella. El ex policía explicó que Imad “quiso meterse en la órbita” de este. Finalmente, concluyó Villarejo, usaron al sirio radicado en València para hacer llegar a Benavent la documentación para acabar con Zaplana. ¿Y por qué no la enviaron directamente a la Fiscalía? Porque un thriller sin el Yonqui del dinero tiene menos gancho.

Tribunal y fiscal rehúyen el cameo

Los miembros del tribunal y el fiscal siguieron ojipláticos la declaración de José Manuel Villarejo Pérez, actor en producciones como Operación Kitchen, Caso Nicolás, Operación Cataluña, Caso Pinto o Caso Tándem... No le formularon una sola pregunta. No quisieron participar en el vodevil ni con un leve cameo.

La silla que dejó libre Villarejo la ocupó Benavent, quien también juró decir la verdad. Si enchufaran un detector de mentiras a los testigos la batería explotaría por recalentamiento. El Yonqui del dinero renegó de sus seis años de colaboración con el fiscal Pablo Ponce y de su primer abogado, Ramiro Blasco. Se desdijo de nuevo de su declaración en instrucción el 22 de mayo de 2018, cuando detuvieron a Zaplana. “Estuve toda la noche bebiendo y fumando y no estaba en condiciones de declarar”, se justificó. Y ensambló su nuevo relato con el de Villarejo, un remake que el fiscal Ponce dejó en evidencia por las contradicciones.

Un tocho que no le sedujo

He aquí sus giros de guion: el sirio Imad no le entregó “cuatro hojas”. Le enseñó “un tocho” de documentación que implicaba a muchas empresas y políticos del PP valenciano“. Benavent contó que no quiso coger los documentos. Y ello pese a que llevaba un tiempo ”guardando grabaciones y papeles, como seguro de vida“. De hecho, diez horas de audios grabados por él dieron origen al caso Taula. Ante la insistencia de su amigo sirio al final se quedó sólo con ”los papeles que afectaban a Cotino“. Seis hojas de entre el ”tocho“ que le había pasado el CNI o la policía. Porque, claro, Imad le reconoció que trabajaba para el CNI. Los dos amigos, el de Benigànim y el de Siria, ”nos inventamos que los papeles los encontró en el altillo de la casa [que fue] de Zaplana“. Precisamente, Imad corroboró este miércoles lo dicho en su momento a la UCO: que los halló en ese piso de alquiler, en un hueco junto a la caja fuerte.

Benavent acusó a su ex abogado de consentir que en el registro judicial se llevaran esos papeles, que dijo haberlos dejado en una carpeta al margen. ¿El motivo? “Mi abogado es de izquierdas y tiene obsesión contra Rus, contra Zaplana...”. “Con decirles que veranea en Corea del Norte...”. Fue uno de los momentos prime de la función.

La hermana monja entra en escena

El que fue su letrado, Ramiro Blasco, fue contundente. Avaló la legalidad del registro del despacho y contó que esos papeles y las quince cajas que se llevó la policía judicial estaban ahí porque las trasladó el hermano de Benavent para ser entregadas al juez del caso Taula en el marco de la colaboración con la justicia que estaba prestando su cliente. “Siempre he seguido las instrucciones del cliente. Su voluntad era colaborar y entregar toda la documentación”. “Es absolutamente falso que hubiera ninguna carpeta personal al margen, quiso entregarlo todo”, sentenció.

Benavent cambió de abogado en septiembre de 2021. Y de equipo. Los pormenores se cuentan en el libro Los tentáculos del truhan. “¿Desde entonces, se ha puesto en contacto con usted alguna vez?”, inquirió el fiscal a Ramiro Blasco. El letrado explicó que hace tres semanas, lo hizo a través de su hermana, que, por cierto, es monja. “Su familia es muy buena gente. Su hermana vino a decirme que si decía que el registro de mi despacho fue ilegal, su hermano se reconciliaría conmigo”. En ese libro se cuenta el papel clave de la religiosa en este asunto y la influencia que ejerce sobre el hermano descarriado.

El negocio de los derechos de autor

En un receso, Zaplana sonreía. Se le veía orgulloso de los dos actores de su compañía. Más ahora, que Benavent está hecho un pincel. Vuelve a ser un pijo de buena cuna. “Hombre comisario...Soy Marcos Benavent, me conocerás por lo de Yonqui del dinero”, fue su presentación a Villarejo, como si no se conocieran. “Eso de Yonqui del dinero es un excelente eslogan”, le comentó el ex poli. En la animada charla mientras esperaban ser llamados a declarar, los dos coincidieron en que eso de los derechos de autor y de imagen es una poca vergüenza. “Deberíamos cobrar derechos de autor, con tanta tele, pelis y libros sobre nosotros, al menos el 10%”, bromeó Villarejo.

El día menos pensado, el ex comisario filtrará la grabación de esta magnífica función circense y las teles sacarán tajada en audiencia y publicidad. Es lo que tiene el mercado, que es imperfecto. Al final ha de intervenir papá Estado para reparar penurias. Quien dice Estado, dice tipos como Eduardo Zaplana, siempre dispuestos al mecenazgo.