¿Por qué la subida del precio de los fertilizantes pone en jaque la agricultura en medio mundo?

Fertilizantes químicos. Foto: Colin

Darío Pescador

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El año pasado, el precio del gas natural se llegó a triplicar a causa de la guerra en Ucrania. Aunque los precios han bajado desde entonces, este encarecimiento, junto con otros factores, tuvo repercusiones en toda la economía, incluyendo el precio de la carne, la verdura y el pan.

Pero ¿qué tiene que ver el precio del pan con el gas natural? La respuesta es una sola: fertilizantes. Hace 50 años el mundo tenía 4.000 millones de habitantes, la mitad que hoy en día.

Al mismo tiempo, el porcentaje de personas que sufren desnutrición en los países en desarrollo pasó del 35% al 13% entre 1970 y 2015. El único motivo por el que la humanidad ha conseguido alimentar a tanta gente son los fertilizantes artificiales

La Revolución Verde que se produjo en años 60 y 70 del siglo pasado cambió para siempre la forma de producir alimentos. Se mejoraron las semillas, se mecanizó la agricultura, se generalizaron los pesticidas y plaguicidas, pero sobre todo, se comenzó a robar nitrógeno al aire para poder dárselo a los cultivos.

Sin este avance, el planeta no podría sostener a la población humana actual. No es de extrañar que un aumento en el precio de los fertilizantes provoque ondas de choque en la economía mundial, y esto precisamente es lo que ocurre ahora.

Fertilizar los cultivos con combustibles fósiles

El nitrógeno es el elemento fundamental que forma las proteínas, y las plantas lo necesitan, igual que los animales, para crecer y regenerarse. Para las plantas, durante millones de años, la fuente más importante de nitrógeno han sido los animales, tanto los excrementos como sus cuerpos en descomposición.

Pero con el crecimiento de la población, el estiércol ya no era suficiente. Ahí entran en juego los fertilizantes químicos, que se fabrican mediante el proceso industrial Haber-Bosch, en el cual se extrae el nitrógeno del aire quemando gas natural para producir amoníaco, que después se convierte en nitratos y urea.

Para fertilizar nuestros campos estamos usando combustibles fósiles y generando emisiones de CO2 a la atmósfera, pero no hay más remedio, porque de otro modo la humanidad moriría de hambre.

Se estima que aproximadamente el 50% de los cultivos en todo el mundo dependen de los fertilizantes artificiales para obtener rendimientos adecuados.

El mayor productor mundial de fertilizantes es China, seguido por Rusia, India y los Estados Unidos. Estos cuatro países producen aproximadamente la mitad de los fertilizantes utilizados en todo el mundo. Le siguen en importancia Ucrania, Canadá, Bélgica y Corea del Sur. 

La producción global de fertilizantes está altamente concentrada en un número limitado de países y, como resultado, la industria está sujeta a la influencia de factores como la oferta y la demanda de materias primas, la competencia, la regulación gubernamental, y en los últimos tiempos, la guerra.

El Banco Mundial ilustra esta relación directa entre el gas y los fertilizantes con una gráfica en la que se puede comprobar cómo el precio del amoníaco, la base nitrogenada de los fertilizantes, escala en paralelo con el precio del gas natural. 

En concreto, China ha suspendido sus exportaciones de fertilizantes para atender a su demanda interna. Otros fertilizantes, como el potasio, que provienen de grandes productores, como Rusia y Belorrusia, son escasos debido a las sanciones a estos países.  

Los países pobres, los más afectados

Cuando los suben precios de los fertilizantes, pueden quedar fuera del alcance de muchos agricultores en los países en desarrollo. Uno de los principales motivos es la falta de infraestructuras, que dificulta y encarece el transporte y la distribución de fertilizantes en estas zonas.

Además, muchos agricultores de los países en desarrollo, en general pequeños agricultores, tienen un acceso limitado al crédito, lo que les dificulta comprar fertilizantes incluso cuando están disponibles. 

En cambio, en los países ricos la agricultura recibe subvenciones que pueden distorsionar el mercado mundial de fertilizantes. Además, los elevados aranceles sobre los fertilizantes importados en los países en desarrollo también pueden dificultarles el acceso a fertilizantes más baratos procedentes del extranjero, lo que mantiene los precios artificialmente altos. 

La mitad se pierde por el desagüe

Otro grave problema con la adicción a los fertilizantes de la economía mundial es su despilfarro. Según las estimaciones, la eficiencia mundial en el uso de fertilizantes es solo del 50-60%, lo que significa que aproximadamente la mitad del fertilizante aplicado se pierde y no llega a los cultivos.

Este fertilizante se queda en el suelo, lo arrastran las lluvias y termina en los cauces de agua, provocando problemas medioambientales como la eutrofización que ha matado al Mar Menor. 

La mejora de las prácticas de gestión de fertilizantes, como la agricultura de precisión, es un imperativo para reducir las pérdidas, y la dependencia de los fertilizantes artificiales.

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