Así afecta a la salud trabajar de noche

Foto: Yury Rymko

Marta Chavarrías

Hasta hace unos años, el trabajo nocturno se relacionaba sobre todo con los turnos en las fábricas, en los hospitales, conductores y profesionales de la seguridad ciudadana. Sin embargo, con los años, la creciente demanda de servicios ha extendido el número de trabajos que se realizan durante la noche. “Abierto las 24 horas”, “Servicio durante las 24 horas” o “Asistencia las 24 horas” se han vuelto cada vez más familiares.

El mundo laboral es cada vez más globalizado, las 24 horas del día, los siete días de la semana. Y esto exige más trabajo de noche. En España, el 12,5% de los trabajadores lo hacen en jornada nocturna, según la Encuesta de Población Activa (EPA). En Europea, aproximadamente uno de cada cinco trabajadores trabaja en turnos de noche.

El trabajo nocturno es aquel que se realiza entre las diez de la noche y las seis de la mañana, según establece la legislación española. Esta dictamina que la jornada de trabajo no puede exceder de ocho horas al día, en un promedio de referencia de quince días; que los trabajadores no pueden realizar horas extraordinarias y que tienen una retribución específica conocida como el plus salarial por nocturnidad, entre otros.

Dormir de día y vivir de noche: así afecta a la salud

A pesar de los derechos particulares del trabajo nocturno, seguir el horario que impone pasa factura a la salud. Y lo hace de distintas maneras. Uno de los principales problemas de los trabajadores nocturnos es la falta de horas de sueño. En condiciones normales, una persona pasa casi un tercio de su vida dormida.

Pero con un trabajo de turnos o nocturno, el sueño diurno se presenta mucho más fragmentado y menos reparador que el nocturno. Uno de los estudios más extensos concluye que la pérdida de sueño es notable en turnos de noche, llegando a reducirse hasta dos horas por día. Las personas deberían pasar casi un tercio de su vida dormidas. Si duermen bien, la calidad de vida aumenta.

Otro problema está relacionado con los ritmos circadianos, que son los que regulan los cambios en las características físicas y mentales que pasan a lo largo de un día (24 horas). Por tanto, uno de los problemas fisiológicos más importantes es que las fases de trabajo, alimentación y sueño cambian. Estos ritmos pueden modularse con factores externos como el ciclo de luz-oscuridad y los horarios de trabajo.

Un trabajo nocturno nos obliga a estar despiertos en un patrón que no está sincronizado con nuestro reloj biológico. Durante la noche, el ritmo circadiano produce sustancias químicas que promueven el sueño, como la melatonina; de ahí que pueda resultar difícil estar alerta y ser más productivo. También se ha demostrado que la melatonina [Siete alimentos ricos en melatonina natural] tiene efectos positivos en el cuerpo, como la reducción de la presión arterial y la disminución de la coagulación sanguínea, que pueden ayudar a prevenir ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

Aumenta el riesgo de obesidad y cáncer

Con el trabajo nocturno también se alteran los hábitos alimentarios. En condiciones normales, se necesitan tres comidas diarias, algunas de ellas calientes. El horario de trabajo tiene efectos directos con la cantidad, la calidad y el ritmo de las comidas. Con un trabajo nocturno es más fácil que aparezcan alteraciones digestivas porque se suele comer más rápido y en un tiempo más corto e inhabitual, según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT). Además, en el turno de noche suele aumentar el consumo de café y otros alimentos excitantes.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado el “trabajo por turnos que involucra la alteración circadiana” como un “probable carcinógeno humano”(Grupo 2A). En una revisión sistemática sobre la posible relación entre el trabajo nocturno por turnos y el riesgo de cáncer de mama o próstata, los expertos concluyen que “un 62,5% de los estudios han encontrado asociación entre el trabajo nocturno y el riesgo de padecer cáncer de mama y de próstata”.

Sin embargo, los expertos admiten que esta evidencia “sigue siendo incierta” y se requieren más estudios epidemiológicos, aunque aconsejan aplicar el principio de precaución. Según una investigación publicada en Medical Journal of Australia, el 32% de los trabajadores del turno nocturno sufren una afección llamada “trastorno del trabajo por turno” (Shift work Sleep disord), que da como resultado una somnolencia excesiva durante los periodos de vigilia e insomnio durante el día y esto empeora los efectos de los patrones de sueño ya interrumpidos.

Independientemente de las consecuencias sobre la salud, un aspecto que debe tenerse en cuenta es el riesgo de accidentes. Se calcula que el rendimiento laboral y la capacidad de atención disminuyen entre las dos y las siete de la mañana (igual que lo hace entre las tres y las cinco de la tarde). Según el Instituto del Sueño (IIS), el riesgo de que durante estas horas aparezca fatiga es máxima. Los estudios han relacionado la somnolencia y la fatiga con la disminución de la vigilancia, el tiempo de reacción, la memoria, la coordinación psicomotora y la toma de decisiones.

¿Se puede dormir de día?

Intentar dormir por la mañana o mantenerse despierto por la noche son opuestos al ritmo natural del sueño-vigilia, dos aspectos relacionados con el ciclo luz-oscuridad. Cuando tenemos que dormir en un horario irregular, estamos trabajando contra el reloj de nuestro cuerpo y nos puede resultar difícil dormir entre siete y nueve horas, que son las que el organismo humano necesita.

Durante el día también se produce un proceso de alerta fisiológica que dificulta el sueño y contribuye a la fragmentación del sueño. Según la Fundación Nacional del Sueño estadounidense, un tercio de los trabajadores por turnos declaran que duermen menos de seis horas por noche en días laborales y el 30% solo duermen bien por la noche.

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