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Geopatías: ¿podemos enfermar por las corrientes telúricas?

Un zahorí busca corrientes subterráneas de Devon, Inglaterra, en 1942. Foto: Ministry of Information

Jordi Sabaté

Sergi, lector y socio de eldiario.es, nos escribe el siguiente texto en un correo electrónico: “me dirijo a vosotros porque estaría realmente interesado en que pudierais discutir y verter un poco de luz sobre lo que en una primera ojeada por internet me ha parecido que se trata de otro caso de pseudo-ciencia: las corrientes telúricas.

Desde hace un par de meses, una fisioterapeuta le midió (supuestamente) con unas piedras las radiaciones electromagnéticas del cuerpo de mi padre y dedujo que su habitación la atravesaba una corriente de agua subterránea que emitía radiaciones telúricas, causándole insomnio y dolencias físicas y psíquicas, según la misma. Por lo visto, hay toda una pseudo-ciencia alrededor de estos campos electro-magnéticos y sus 'geopatías', pero no encuentro estudios fiables de evidencias científicas que demuestren (ni desmientan) la existencia de éstos“.

¿Qué son las geopatías?

En efecto existe todo un desarrollo mediático y comunicativo alrededor de lo que se conoce como “geobiología”, un campo supuestamente científico apoyado en multitud de páginas web, blogs y ofertas de cursos, así como te tratamiento terapéutico. La geobiología, muy grosso modo, viene a sostener que la superficie del planeta esta cubierta por una jaula de paredes electromagnéticas ortogonales entre sí que principalmente son de dos tipos: las líneas de Hartman y las de Curry, en honor a los desarrolladores de la teoría sobre cada una de ellas.

Ambos tipos de líneas se entrecruzan entre sí dividiendo la tierra en parcelas. En el área que rodean las divisorias de estas líneas, supuestamente los campos electromagnéticos son menos intensos y por tanto menos lesivos para la salud humana. En cambio, en las zonas donde las diferentes paredes se cruzan, se forman nudos o “cruces”, y ahí el campo electromagnético sí es especialmente nocivo y puede afectar a la salud.

Pero además de las redes de Hartman y Curry, existen las llamadas “venas”, que son zonas por donde supuestamente pasan en profundidad corrientes de agua subterránea, que a su paso rozan con los materiales del sustrato creando campos electromagnéticos -según la teoría-, los cuáles también pueden ser nocivos para la salud. Este es el caso que según su fisioterapeuta, afecta al padre de Sergi.

A partir de la detección que de estos cruces de líneas hacen los geobiólogos, se puede estudiar si los muebles de una habitación están debidamente colocados o, por el contrario, están situados de modo que nos afecta a la salud al dormir sobre un cruce. Para ello la geobiología se basa en las técnicas del feng-shui chino, que buscan la máxima armonía de cara a una mejor salud.

Existen en la red, por ejemplo, vídeos que nos enseñan cómo colocar la cama para evitar las corrientes telúricas. Vienen certificados por “expertos en geobiología y radiaciones de hábitat”. Es más, existe incluso una Fundación para la Salud Geoambiental. También se pueden encontrar arquitectos que aplican a sus edificios la geobiología.

¿Tiene fundamento científico la geobiología?

Tiene razón Sergi cuando asegura que es difícil encontrar estudios fiables de evidencias científicas que demuestren o desmientan los fundamentos de la geobiología. Por ello hemos ido directamente a preguntar a dos voces muy reputadas en la tarea de desmentir pseudociencias y dar explicaciones reales a los fenómenos naturales: Alberto Nájera, físico, doctor en neurociencia y profesor de radiología y medicina física en la Facultad de Medicina de Albacete, y José Miguel Mulet, Profesor Titular del departamento de Biotecnología en la Universitat Politècnica de València.

Para Alberto Nájera la geobiología “es un batiburrillo que mezcla conceptos ambientales con otros relacionados con las radiaciones para dar un diagnóstico favorable a sus intereses”. Cita el ejemplo de los edificios enfermos por causas como una excesiva sequedad ambiental, un circuito de aire que no se renueva con el del exterior, iluminación inadecuada, etc., que “en manos de un geobiólogo se puede convertir en un problema de cruces de líneas y se solventa cambiando la cama de lugar, previo pago de una minuta, claro”.

Nájera opina que los geobiólogos “son los zahories actualizados, que incluso siguen con las varitas y los péndulos para detectar las corrientes electromagnéticas”. A este respecto, matiza que los zahoríes de antaño en realidad “lo que sabían era leer la orografía y la geología de la zona para detectar la situación de los pozos de agua, y hacían el paripé con la barita, a lo cual llamaban radioestesia, otra pseudociencia”.

Finalmente el físico asegura que la teoría de las líneas de Hartman y Curry no se sostiene porque no tiene sentido suponer que el campo electromagnético creado por el giro del núcleo de la tierra se compartimenta linealmente y además es inverosímil que su potencia nos pueda afectar, teniendo en cuenta que “no nos afectan las radiaciones de todo tipo de electrodomésticos, que en teoría son más potentes y emiten más cerca nuestro”. A este respecto destaca que los humanos “no somos nada neurosensibles al magnetismo, cosa que sí son las aves, por ejemplo”.

Juan Miguel Mulet, por su parte, asegura que “si vives cerca o encima de una corriente de agua por lo único que te tienes que preocupar es por la humedad”, pero no por las llamadas “venas electromagnéticas”. “Respecto a las líneas de Hartmann”, prosigue, “es un tema más de Iker Jimenez o así; es una superstición que si busco debe ser fácil encontrar de donde sale”.

Mulet, al igual que Nájera, asegura que “si contratas a un 'experto' de los que dicen que te localizan las líneas, aparece con dos varas de zahorí, da un paseo por tu casa y te dice que cambies la cama de sitio por 300 euros”, y opina que “está muy relacionado con el tema del Feng-shui”. Y finaliza diciendo que la geobiología son “chaladuras del curanderismo: es cierto que existe un campo magnético debido a que el núcleo de la tierra es de hierro y está en rotación, pero este abarca a todo el planeta, no un comedor y el cuarto de estar de una casa”.

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