Embarazo en verano: cinco claves para evitar riesgos

Foto: Dominio Público

Cristian Vázquez

Las altas temperaturas de los meses de verano exigen que las mujeres embarazadas adopten una serie de cuidados especiales. Si no se toman recaudos, el calor excesivo puede conducir a una hipertermia, es decir, a que la temperatura corporal se eleve por encima de su temperatura normal: 37,5ºC. Sus posibles consecuencias son graves: taquicardia, deshidratación, fallo circulatorio por falta de riego sanguíneo en órganos vitales y, en el peor de los casos, un golpe de calor.

Como resultado, no solo se pone en juego la salud de la mujer, sino que el riesgo de sufrir un aborto espontáneo es elevado, según informa un documento de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).

A continuación se enumeran cinco de los recaudos más importantesque se deben tomar las mujeres embarazadas durante el verano para evitar riesgos.

1. Mantener una buena hidratación

La deshidratación es un riesgo importante durante el embarazo. Una deficiencia de apenas el 2-3% en los niveles de agua en el cuerpo puede ocasionar un incremento importante en la densidad de plasma sanguíneo, según detalla el artículo Consumo de agua en el embarazo y la lactancia, elaborado por un equipo de científicos mexicanos.

Este problema, durante la gestación, se asocia a mayores riesgos de padecer trombosis venosa, infecciones urinarias, reducción en los niveles de líquido amniótico y estreñimiento (lo cual puede ocasionar, a su vez, trastornos en la alimentación). Ese riesgo se acentúa en las mujeres que padecen muchos vómitos.

Este es un síntoma normal del primer trimestre del embarazo, pero se extiende durante el resto de la gestación en quienes padecen un trastorno llamado hiperémesis gravídica. La cual, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, puede provocar una pérdida de más del 5 % del peso corporal.

En cualquier caso, es fundamental que las embarazadas presten mucha atención a su hidratación durante los meses de más calor. El Observatorio de Hidratación y Salud apunta que deben ingerir unos 3 litros de agua por día en total (sumando la que tome en forma líquida y la incluida en los alimentos) para asegurar un correcto estado de hidratación, tanto en la madre como en el bebé.

2. Una dieta adecuada

Este punto está muy ligado con el anterior, pues se trata de que la dieta priorice los productos que, además de ser nutritivos, colaboren con la hidratación. Dentro de ese grupo se destacan las frutas (con su piel, siempre que sea posible), las verduras y los lácteos. En cambio, se debe reducir el consumo de productos más calóricos, que generen sensación de pesadez, en particular los que incluyen grasas de origen animal (embutidos, mantequilla, tocino, etc.) o mucha azúcar (bollería industrial, refrescos, postres).

Una Guía de cuidados en el embarazo, editada por el Ministerio de Sanidad destaca que es aconsejable -no solo durante el verano- el consumo de “alimentos frescos y de elaboración sencilla”, y limitar los precocinados y enlatados“. También se destaca la recomendación de que la dieta sea fraccionada: raciones no muy grandes, distribuidas en cinco comidas diarias, de ser posible en unos horarios más o menos regulares.

3. Cuidado con el sol

El cuidado de la piel es clave para las embarazadas en cualquier momento del año, pero mucho más durante el verano, cuando los rayos del sol inciden con mucha más fuerza sobre nosotros. Uno de los mayores riesgos son los melasmas, manchas de color marrón claro o intenso que suelen aparecer en la cara, la frente y las mejillas, lo que hace que a menudo se conozca este problema como “máscara del embarazo”. Lo sufren hasta el 50 % de las embarazadas.

La causa de las manchas en la piel es la hiperpigmentación. En palabras de laAcademia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), “son el resultado de la diferente distribución de la melanina y las células que la producen, los melanocitos. La melanina es el pigmento que nos permite protegernos de los rayos solares, por tanto al exponernos al sol los melanocitos segregan más melanina”. Debido a ello, sobre todo durante el verano, la mejor forma de evitar las manchas, o al menos reducir su cantidad e intensidad, consiste en evitar la exposición directa al sol y utilizar cremas protectoras.

4. Usar ropa ligera

Durante el embarazo la mujer experimenta un aumento en su sudoración, algo que se ve exacerbado durante los meses de verano. Por ello, es fundamental el uso de ropa ligera, cómoda y holgada, para reducir los efectos del calor. De ser posible, debe estar confeccionada en tejidos naturales, según recomienda la citada guía del Ministerio de Sanidad. También sugiere evitar “todo lo que oprima la cintura y las piernas”, que podrían propiciar la aparición de varices.

En cuanto a la ropa interior, el consejo es usar prendas de algodón y cambiárselas todas las veces que sea necesario. Si el sujetador posee tirantes anchos y refuerzo en la parte inferior, apunta el mismo documento, la mujer “se sentirá más cómoda y evitará la aparición de estrías”. El calzado debe ser fresco pero a la vez seguro, para reducir el riesgo de caídas. Conviene que tenga poco tacón y una base ancha, que proporcione estabilidad y equilibrio.

5. Moderar la actividad física

La actividad físicaes importante durante el embarazo. Tiene beneficios tanto para la mujer como para el bebé en gestación. En general se aconsejan ejercicios leves o moderados de forma regular, y evitar los deportes violentos, de impacto o que ofrezcan riesgo de accidentes. En el verano, además, las altas temperaturas obligan a reducir la intensidad de los esfuerzos, para evitar riesgos como la deshidratación y el golpe de calor. En ese sentido, es fundamental que la mujer preste atención a las señales que le da su propio cuerpo.

Uno de los ejercicios más recomendados, y por supuesto muy habitual en el verano, es la natación. Más allá de los cuidados generales del embarazo, como los relacionados con el calor, el sol y el riesgo de recibir golpes, la embarazada debe tener en cuenta un dato antes de bañarse en la piscina o en el mar.

Alrededor de cuatro semanas antes del parto, la mujer pierde el tapón mucosoque cierra el cuello uterino y las membranas y que representa una protección para el bebé. Si ya lo ha perdido, los especialistas aconsejan no en esos espacios, ya que se podría producir una infección. Y como muchas mujeres no advierten cuándo pierden ese tapón, el consejo general es evitar esos baños en la parte final de la gestación.

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