Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La guerra entre PSOE y PP bloquea el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades
Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal
Sobre este blog

Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Incógnita despejada

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz.
23 de diciembre de 2021 21:53 h

25

Despejar la incógnita de la reforma laboral era la condición sine qua non para la credibilidad del Gobierno presidido por Pedro Sánchez en general y para la de la vicepresidenta segunda en particular. Sin la reforma laboral el Gobierno de coalición hubiera tenido que ser calificado de gobierno “fallido”, ya que habría incumplido la promesa más importante no de esta legislatura, sino de todo el periodo que se inició con el éxito de la moción de censura en julio de 2018. 

El 13 de febrero de 2022 se inicia en Castilla y León un larguísimo ciclo electoral, que se extenderá casi ininterrumpidamente hasta finales de 2023. Andalucía celebrará elecciones a finales de la primavera o comienzos del otoño. En mayo de 2023 se celebrarán las elecciones municipales y las autonómicas de las Comunidades que accedieron a la autonomía por la vía del artículo 143 de la Constitución, con la excepción de Castilla y León. Y a finales de 2023 se celebrarán las elecciones generales. 

Iniciar este ciclo sin la reforma laboral aprobada hubiera sido para las izquierdas españolas una auténtica catástrofe. Si después de tener mayoría parlamentaria durante cuatro años no habían sido capaces de ponerse de acuerdo entre ellas y con los agentes sociales para hacerlo, su credibilidad sería prácticamente nula. ¿Con base en qué iba a solicitar a los ciudadanos la confianza para poder gobernar? Si no habían sido capaces de revisar la decisión más reaccionaria del gobierno del PP, habiéndolo prometido desde julio de 2018 y habiendo dispuesto de mayoría parlamentaria para hacerlo, ¿por qué iban a confiar los ciudadanos en que harían lo que prometieran ahora en sus programas de gobierno?

Soy muy consciente que de manera individualizada era la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, quien más se jugaba en esta operación y en que concluyera antes de fin de año. En repetidas ocasiones lo ha anunciado urbi et orbi. Sin la aprobación de esta reforma, habría fracasado antes de que fuera puesta la primera piedra la plataforma electoral diseñada en la cabeza de la vicepresidenta con la finalidad de aglutinar a las fuerzas de izquierda que, por el motivo que sea, no se reconocen en el PSOE. Aprobar la reforma no quiere decir que la plataforma electoral que Yolanda Díaz pueda tener en la cabeza acabe materializándose. Pero lo que es seguro es que, sin reforma laboral, no habría posibilidad alguna ni siquiera de intentarlo. Más todavía: no creo que Yolanda Díaz hubiera podido continuar al frente del Ministerio de Trabajo.

Pero no menos que Yolanda Díaz se jugaba Pedro Sánchez, pues a fin de cuentas él es quien preside el Gobierno y a él se responsabilizaría por el conjunto de la ciudadanía del fracaso de la operación. Si la aprobación de una enmienda del senador de Compromís sobre una partida de un millón y medio de euros para la promoción de las lenguas minoritarias, fue celebrada por las derechas en el Senado de la forma en que los lectores con seguridad recuerdan, ¿cómo sería instrumentada por los partidos de las derechas el fracaso en la aprobación de la reforma laboral? La presión para poner fin a la legislatura sería difícilmente resistible.

Con la reforma laboral la izquierda española en sus diversas manifestaciones se ha situado en condiciones de poder competir en buenas condiciones en todas las elecciones que empiezan en febrero de 2022. Fundamentalmente porque van a contar con la participación activa de los sindicatos en las diversas campañas electorales. 

He participado activamente en todas las campañas electorales. Desde las del 15 de junio de 1977 hasta las últimas. De forma diversa, pero en todas. Y  lo que la experiencia me ha enseñado es que, sin el cierre de filas de los sindicatos en torno a las candidaturas de izquierda, no solamente está asegurada la derrota, sino que lo está de manera clamorosa. El concurso activo de los sindicatos es condición necesaria, aunque no sea suficiente, para el triunfo electoral de la izquierda. Ese concurso dependía en este próximo ciclo electoral de la aprobación de la reforma laboral en unos términos en los que los sindicatos pudieran reconocerse. 

Esto es lo que se ha conseguido. Con el liderazgo decisivo de Yolanda Díaz. Como consecuencia de ello, las izquierdas están en condiciones de competir con posibilidades de alcanzar la victoria en 2022 y 2023. No es poca cosa.  

Sobre este blog

Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.

Etiquetas
stats