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Mahmood, tras Eurovisión: “No quiero convertirme en un símbolo político”

Mahmood, tras Eurovisión: "No quiero convertirme en un símbolo político"

EFE

Madrid —

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La victoria en Eurovisión 2019 no fue suya por poco más de 20 puntos, pero el italiano Mahmood vive su segundo puesto y el éxito en media Europa de su canción “Soldi” como un auténtico triunfo, ajeno a polémicas como la que lo enfrentó a su pesar contra el ultraderechista Matteo Salvini.

“No quiero convertirme en un símbolo político y he intentado quitarme eso de encima; yo lo que quiero es hacer música”, afirma en una charla con Efe celebrada este miércoles en Madrid, tras alcanzar en España la categoría de disco de oro con su eurovisivo tema.

Todo comenzó con su participación en el no menos popular Festival de San Remo, en su país. Alessandro Mahmoud (Milán, 1992), conocido desde su participación en la sexta temporada de la versión italiana de Factor X, pronto se convirtió en el gran favorito con una canción que mezclaba hip hop, r&b y sus raíces egipcias, mezcla que no fue del gusto del ministro de Interior, tal y como hizo saber en redes.

“Yo lo interpreté como una cuestión de gusto musical”, asegura este joven compositor e intérprete, quien con su primer puesto en San Remo ilustró una especie de bofetada a las habituales declaraciones xenófobas del político de la Liga Norte.

Ante esta cuestión, se muestra sin embargo tajante: “No me gusta mezclar arte y política. Yo hablo de historias que me han tocado a mí y a otras personas, en mis canciones se habla de amor y de relaciones”, insiste.

En “Soldi” de hecho desnudaba una experienca muy íntima: el divorcio de sus padres y cómo el dinero al que alude en el título pervirtió las bases de su familia, con un padre ausente.

“No sentí pudor al escribirla. De hecho, surgió de manera bastante natural y no esperaba nada cuando la componía, no pensaba en la reacción de la gente, ni siquiera en la de mi padre”, afirma sobre un relación que quedó restablecida hace solo unos meses.

Fue después de San Remo cuando volvió a ver su progenitor. “Hablamos de la canción y me dio la enhorabuena. Tenemos una relación tranquila, pero él tiene otra familia ahora”, añade.

Su siguiente gran hito artístico fue su participación en Eurovisión como representante de Italia con la misma canción. “Cuando me preguntaron si quería ir, dije rápidamente que sí, pero mi oficina me pidió que esperara para dar una respuesta por una cuestión organizativa”, corrige, frente a quienes vieron ciertas reservas por su parte a participar en el festival europeo.

“Eurovisión fue una experiencia maravillosa. Yo no he viajado mucho en mi vida y por eso ver Israel y Tel Aviv me gustó mucho. La gente era muy abierta hacia el arte, hacia todo tipo de ideologías y de pensamiento”, destaca.

Asegura no haber pensado en que se quedó a muy pocos puntos de la victoria, que se llevó finalmente Países Bajos. “Todo era nuevo para mí y al final 'Soldi' está en muchas listas de Spotify por toda Europa, por eso el segundo puesto para mí fue una victoria”, reivindica.

La ya popular canción forma parte de su primer disco, “Gioventú brusciata”, que fue número 1 en ventas en su país con un título que reproduce aquel con el que se comercializó en Italia el clásico de James Dean “Rebelde sin causa”.

“Habla de mi manera de ver las cosas, las relaciones y la vida en general. En toda la película el protagonista tiene una melancolía que yo veo en mis canciones”, argumenta.

En su singular mezcla musical, no pasa por alto las influencias paternas. “De pequeño me hacía escuchar a muchas artistas árabes en el coche, por eso en mis melodías hay una característica muy árabe”, señala Mahmood, quien por ejemplo tiene un tema, “Il Nilo Nel Naviglio”, que aúna los dos mundos sobre los que se ha forjado su música, entre Milán y Egipto.

Señala que tiene muchas ganas de actuar en España (“Yo querría hacerlo hoy”, dice), aunque su intensa agenda no se lo permitirá hasta al menos “septiembre u octubre”.

Quizás entonces pueda conocer en persona al artista español que con estupor pronto escapa de su boca... y no es C. Tangana, al que lo une cierta semejanza estética y musical. “¡Rosalía ahora es la reina!”, exclama con una sonrisa.

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