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Del Molino vuelve a hablar de muerte pese a que quiso ser un escritor “frívolo”

Del Molino vuelve a hablar de muerte pese a que quiso ser un escritor "frívolo"

EFE

Madrid —

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Aunque su vocación era la de ser un escritor “más frívolo y jocoso”, la vida ha llevado a Sergio del Molino y a su literatura por otros derroteros y saca ahora un tercer libro sobre la muerte, “La mirada de los peces”, con la que ha conformado “una especie de trilogía”.

“Me gustaría escribir un libro petardo”, asegura Sergio del Molino, cuya nueva novela, editada por Literatura Random House, comienza cuando en 2016, el que había sido su profesor de filosofía del instituto, el activista Antonio Aramayona, le dijo que iba a suicidarse.

“Los libros me vienen dictados porque los escribo a partir de una catarsis sobre algo de la gente que me importa”, dice del Molino, autor también de exitoso ensayo “La España vacía”.

Eso le ocurrió con “La hora violeta”, en la que habló de la muerte de su hijo de leucemia; con “Lo que a nadie le importa”, sobre la de su abuelo, y ahora con la de su profesor Antonio Aramayona.

A partir de ahí, el autor propone un relato homenaje a la memoria de este carismático maestro, defensor a ultranza de la educación pública, el laicismo y el derecho a una muerte digna en un viaje entre el presente y su pasado adolescente como su alumno.

Un suicidio de una forma tan calmada y meditada como el de Aramayona fue como un acto de afirmación, recuerda el escritor.

“Quiero que me recuerden vivo y no desde la decadencia. Por eso ha llegado el momento justo de decirle a mi vida: se acabó”, así se despedía de la vida y de los suyos Aramayona, según un documental que se emitió en el programa de #0 “Tabú” en octubre de 2016.

El “activismo” del profesor “era muy de 'performance'”, indica Del Molino (Madrid, 1979), y por eso le indicó que esperaba que el hecho de que haber hecho pública su decisión de suicidarse no le condicionase a llevarlo a cabo: “le dije que no había firmado un contrato y quiero creer que fue un acto de voluntad”, señala.

Pero su libro, dice, “pasa de puntillas” sobre un tema como la eutanasia ya que si hubiese querido hablar de ello habría escrito un ensayo, ha explicado.

Además de la relación entre alumno y profesor, Sergio del Molino ha querido explorar el sentimiento de culpa que se crea “cuando se deja atrás a los maestros” al crecer.

Antonio Aramayona tenía una vocación docente “fuera de lo común” pero su compromiso pedagógico “no le dio más que disgustos” con el sistema, “que no favorece a los profesores vocacionales”.

“Tener un profesor así es como que te toque la lotería”, ha indicado el escritor que ha reconocido que el docente fue radicalmente consciente de la admiración que despertaba en sus alumnos y que tenía incluso “un punto narcisista”.

Dice que el personaje público, la especie de “santo laico” en el que se convirtió, impidió que la gente le conociera como lo hicieron algunos de sus alumnos ya que era una persona que “obligaba a pensar y a tomar partido”.

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