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Zellweger “humaniza al icono” Judy Garland en sus horas más bajas

Renée Zellweger con el premio de la crítica, SAG Award, por su papel en la película "Judy".

EFE

Londres —

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La niña angelical del “Mago de Oz” vivió sus últimos meses de vida en Londres arruinada, deprimida y atiborrada de barbitúricos. Con “Judy”, que llega este viernes a España, Renée Zellweger se propone “humanizar al icono”.

Metamorfosearse en Judy Garland para interpretar a la leyenda de Hollywood en sus momentos más bajos le ha reportado a la veterana actriz de Texas -hasta la fecha- un Globo de Oro y el piropo de la crítica mundial. Pero también una nominación a los premios BAFTA y su nombre suena como seria candidata a los Óscar.

A sus 50 años, Zellweger está más que acostumbrada a maltratar su físico con cambios radicales si el guion lo exige. Pero confiesa en Londres, durante la promoción de la película, que meterse en la piel de Garland en este biopic ha sido “una experiencia diferente”.

“Lo abordé más bien como una exploración; sentía la necesidad de entenderla y tenía curiosidad por ver cómo una persona que trabaja a ese nivel durante tanto tiempo y hace algunas de las películas más importantes de la historia cinematográfica se encuentra con esas dificultades al final de su vida”, reflexiona.

En permanente búsqueda del amor -tuvo cinco maridos-, con unos niveles de fama estratosféricos, sin blanca y dependiente de los fármacos, los últimos meses de Garland fueron una pesadilla emocional. Una espiral de destrucción que Zellweger consigue plasmar, en la que la artista batalló con duros episodios de ansiedad.

“Judy” se centra en el invierno de 1958, cuando la precaria situación económica de la cantante de “Over the rainbow” la obligó a mudarse a Londres para ofrecer una serie de actuaciones, dejando, a dos de sus tres hijos, los más pequeños -Lorna y Joey, fruto de su tercer marido, Sid Luft- en Estados Unidos.

En plena era de Instagram, Twitter o Facebook, Zellweger pone además en perspectiva el nivel de reconocimiento global del que gozó la leyenda desde que era una cría, en una época en la que aún no había internet ni redes sociales.

“Ella fue un icono desde que era jovencísima, celebrada a nivel internacional cuando no había internet y cuando tenías que hacer algo significativo para que tu nombre se conociera al otro lado del océano”, destaca.

Por eso, la inolvidable protagonista de “Bridget Jones” buscó conectar con el lado humano del mito: “He querido humanizar a esa persona icónica, que era una súper estrella, contar la historia de la persona, y poner en contexto sus circunstancias”.

Para muchos, Garland, que falleció a los 47 años por una sobredosis, siempre será “uno de esos seres humanos entre un millón, bendecidos con un don intangible y mágico, que resonará dentro de generaciones”.

Al director de la cinta, Rupert Goold, le movieron otros factores para ilusionarse con el proyecto. Confiesa que antes de ponerse a trabajar en la cinta, su relación con Judy era “inexistente” y tenía, incluso, “prejuicios equivocados o injustos”.

Sí estuvo clara la elección de Zellweger: “Pues al igual que la gente siente que quiere cuidar de Garland, y les parece que es como un miembro de su familia, con Renée ocurre algo similar, la ven como una vecina, como una persona normal”.

“Judy no era una Ava Gardner o una Elizabeth Taylor. En su época, era más bien como Neil Armstrong cuando fue a la luna. Frente a la era de Instagram, ella fue la primera en experimentar la fama sin límites”, reflexiona el director.

En este sentido, Zellweger “también ha experimentado algunas de las cosas geniales de Hollywood y otras de las que no se ha podido escapar”, algo que sin duda tuvo que ver en la elección para ese papel de la estrella texana.

“Renée es una gran actriz y tiene la ambición de alguien de 21 años. Y además es divertida, canta bien, es pequeña y tiene la edad adecuada”, agrega Goold.

En cuanto a Garland, esgrime que fue una interprete que pese a ser famosa desde que era una niña, nunca pudo evitar “sentirse fuera de lugar”.

“Pese a estar medicada, y sentirse atrapada, nunca dejó de ser muy divertida, exagerada y cariñosa. Era una rebelde y un icono transgresor. Alguien que se sentía sola y se hacía amiga de sus fans”, observa.

Patricia Rodríguez

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