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Hojas de contacto de Magnum, la segunda mirada del fotógrafo

Una llama en Times Square. 1957  ©IngeMorath Magnum Photos

J.M. Costa

En la fotografía publicada existen desde el principio dos grandes terrenos: la publicidad y la información. Hay otras como la arquitectónica, la técnico-científica, la microscópica, la biológica, de naturaleza y otras, pero suelen aparecer en publicaciones específicas y no mayoritarias. Por su parte, la fotografía artística, negando uno de los principios del medio, se ha resistido casi siempre a la reproducción masiva.

Dentro de la fotografía de información, la de reportajes siempre ha sido también de las más valoradas. Y a eso se consagró desde 1947 la agencia Magnum, cuya exposición sobre ese momento clave en la fotografía analógica que eran los contactos acaba de abrirse en la Fundación Canal de Madrid.

Antes de seguir con la exposición misma, hay que recordar una idea expuesta en el mismo trabajo fotográfico de Thomas Ruff: que la fotografía fue falseada desde sus orígenes, como en los primeros foto-reportajes de las guerras de Secesión norteamericana y de Crimea. Y que aunque no lo sea, el mero hecho de elegir un encuadre y no otro, ese sujeto y no otro, ya implica una manipulación.

Si a ello se suma la opinión del también fotógrafo artístico Jeff Wall sobre que solo hay que pensar dos veces para caer en la cuenta de que una fotografía, por algo también llamada instantánea, es un mal soporte para contar relatos, la historia de Magnum y muy específicamente esta de sus hojas de contacto adquieren un matiz adicional.

Breve historia de Magnum

Magnum nació como una especie de cooperativa de unos cuantos grandes fotógrafos internacionales entre Europa (París) y EEUU (Nueva York) en un momento muy preciso, poco después del final de la II Guerra Mundial. A lo largo de esta y en escenarios previos como la Guerra Civil española o las guerras italianas en África, los fotógrafos de grandes reportajes habían tenido encargos de sobra, tanto de las agencias como de diarios o semanarios. Más de un lustro de intensa actividad durante la cual, además de tener el trabajo asegurado, veían sus fotos publicadas con todo lujo. Es la era en la cual aquello de “una imagen vale más que mil palabras” se convirtió en cotidiano.

Llegado el final de la guerra, los medios tradicionales no estaban dispuestos a realizar los mismos dispendios cuando la situación, al menos económicamente, tampoco justificaba ya tener a un fotógrafo adentrándose junto a las tropas británicas en la jungla de Birmania.

Algunos de esos grandes nombres decidieron tomar su destino en sus propias manos y constituirse como agencia fotográfica. Robert Capa, David Chim Ourense, Henri Cartier-Bresson, George Rodger, William Vandivert y dos mujeres, Rita Vandivert y Maria Eisner, se constituyeron en una cooperativa bastante bien organizada desde el principio y que confiaba en la fama de quienes la componían para llevar adelante un tipo de fotografía que, en gran medida y de forma tampoco monocorde, acabó llamándose estilo Magnum.

Este estilo se deducía al principio de la personalidad de los socios y tenía como rasgo común dotar de un carácter artístico a la foto de reportaje. Esto de artístico resulta siempre algo cuestionable porque muchos foto-reporteros no artísticos sabían encuadrar, medir o ampliar con pleno dominio de la técnica y la expresión. Pero también es cierto que muchas veces se publicaban fotos de calidad más que dudosa simplemente por su oportunidad.

Los fotógrafos de Magnum incidieron en ese aspecto artístico y casi desde el principio desarrollaron la estrategia de participar en exposiciones de galerías y museos o en libros conjuntos y monográficos. En un estudio de 2002, la universitaria norteamericana Michelle L. Woodward realizó una descripción del estilo Magnum que ella llama “clásico”. Los comunes denominadores serían el drama, el realismo documental, lo narrativo y la expresión artística. Seguramente a ello cabría añadir la intuitiva idea del instante decisivo, formulada en 1952 por Cartier Bresson.

Sin entrar a discutir cada uno de esos puntos, lo cierto es que durante casi tres décadas, hasta los años 80, estos principios marcaron el trabajo de Magnum, donde se entraba al principio generalmente por recomendación de Robert Capa y a partir de 1955 mediante un procedimiento bastante más complejo con la participación de comités.

Diferentes enfoques y otras guerras

En los 80 y los 90, ya sin guerra de Vietnam, sin las tensiones raciales en EEUU y con la Guerra Fría en sus estertores, la fotografía de Magnum, acusan los críticos, se hizo más hedonista, fragmentaria, retiniana y se supone que algo cínica. Tampoco ha de exagerarse. Simplemente llegaron nuevos enfoques. De todas formas, tras el 11-S y el cúmulo de tragedias locales de los 2000 tuvieron como efecto un regreso a los orígenes del estilo Magnum.

Hasta aquí el apunte histórico, presente en la exposición dado que esta se ha montado siguiendo un riguroso orden cronológico. La disposición es sencilla pero efectiva. Bajo las bóvedas de El Canal se disponen hileras de mostradores normalizados con los siguientes contenidos: una hoja de contactos, una lupa, una historia de la fotografía en cuestión, su reproducción en una revista y una ampliación de la fotografía elegida. Es sencillo y funcional en días normales donde la asistencia parece continua pero moderada. Con más afluencia habrá que esperar a una lupa libre.

Se parte de la base de que los fotógrafos de Magnum son todos de primera fila, aunque tampoco son los únicos que publicaban grandes reportajes. Grandes revistas ilustradas como Life, National Geographic, Stern o muchas de moda disponían de elencos de fotógrafos de alto nivel. A partir de esta excelencia media, la visita no para de mostrar todo tipo de cuestiones relativas a unas imágenes que gran parte de la humanidad tiene ya interiorizadas.

Por ejemplo, es curioso comprobar que en el caso de Magnum es el mismo fotógrafo el que suele elegir qué foto publicar y cuál no. Pero tampoco siempre, porque el mismo fotógrafo tiene dudas. Prácticamente todo lo que hay era y sigue siendo en gran medida en blanco y negro, incluso mucho después de la aparición del color. Esto tenía que ver antes con las posibilidades de reproducción de los periódicos y revistas. Hoy viene a ser una afirmación del carácter artístico y dramático de Magnum.

La técnica del que mira y dispara

La mayor parte del trabajo aquí mostrado tiene que ver con guerras en escenarios llamados secundarios, porque desde hace más de medio siglo no hay confrontación directa de grandes o medianas potencias. También había enfoques directamente artísticos, sin vocación narrativa alguna como fotografías de las cumbres alpinas o de un invierno en Japón. Además, queda de manifiesto que aunque los fotógrafos de la agencia sean conocidos sobre todo por los reportajes, al menos buena parte de ellos eran grandes retratistas con imágenes comunicativas de Joan Crawford, Malcolm X, Miles Davis, Che Guevara y otros.

También se pueden seguir grandes sucesos históricos extendidos en el tiempo y que ocupan a más y más fotógrafos, desde la guerra del Vietnam a las luchas por los derechos civiles, las formas de vida alternativas, los conflictos del Ulster o la llegada a la información de las tragedias africanas. Trazar esos trayectos en los centros de gravedad de lo publicado es otra de las muchas lecturas que puede tener Magnum.

Luego hay pequeños detalles técnicos, como que estos fotógrafos tiraban relativamente pocas fotografías de cada sujeto, que aparte de corregir algo el encuadre no parecían manipular mucho las fotografías en la ampliación (un par de veces con efecto dramático), que a veces se nota mucho la especificación de lo que se pretende espontáneo... En fin, mil historias de este tipo.

Antes de finalizar, recordar que solo ha habido una fotógrafa española en Magnum, Cristina García Rodero, quien consiguió la entrada tras una larga carrera docente. Asombra un poco tan poca presencia hispana, porque apenas hay además una mexicana y un chileno. Pero es que Magnum es un club firmemente anclado en EEUU y Francia-Bélgica, de donde son la mayor parte de los socios. Un detalle que ayuda a entender lo que aparece fotografiado en estas hojas de contacto.

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