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El auge ilustrado

Una de las ilustraciones de Paula Bonet que aparece en su libro 'Qué hacer cuando en la pantalla aparece THE END' y se puede ver en la galería Mad is Mad.

Prado Campos

Hablar de época “dorada” con la que está cayendo quizás sea muy osado. Vivir exclusivamente de su trabajo es un reto para cualquier artista. A ello hay que sumar el IVA del 21% y la caída de la inversión y las ventas. Estas son solo algunas de las zancadillas más comunes que vive el sector cultural pero no es menos cierto que, entre toda esta maraña, la ilustración está despuntando en los últimos años y vive uno de sus mejores momentos. Y lo hace gracias a una nueva generación de artistas jóvenes que han sabido aprovechar las circunstancias y el efecto multiplicador de las redes sociales para acercarse al público.

Un auge que, en definitiva, está colocando a la ilustración en el lugar que le corresponde dejando de lado esa concepción de arte de “segunda” para comenzar a ocupar espacios en galerías y museos y tener entidad como proyecto en sí mismo, ya que tradicionalmente los medios de comunicación, la publicidad y el sector editorial pero en colaboración con terceros han sido los reductos más comunes de la ilustración.

“La ilustración española vive un auge mundial demostrado, con nombres como Gabriel Moreno, Paula Bonet o Ricardo Cavolo que son auténticos casos de estudio en las redes sociales. A sus decenas de miles de seguidores, se suma su trabajo único y diferente que ha sabido conectar con el público joven de una manera más directa”, explica Mario Suárez, periodista experto en la materia, fundador de la exitosa Gunter Gallery (una galería de arte online que apuesta y hace accesibles a estos jóvenes talentos) y autor de libros como Ilustradores españoles. Dibujos, formas y colores que harán tu vida más bella, o Cocina indie y Cocina pop, ambos ilustrados por Cavolo.

La potencia viral de la imagen

Pero qué hay detrás de este fenómeno que ha puesto el foco en la ilustración. En España, no hay que olvidar que el álbum ilustrado somos uno de los referentes, la tradición de la ilustración viene de lejos: La Cordoniz, Blanco y Negro o los grandes nombres relacionados con la prensa como Forges o El Roto, por citar algunos de los ejemplos más conocidos. Pero ahora estamos ante una nueva generación de ilustradores que ha arrastrado a un público joven con sus mismas inquietudes y gustos culturales. “La ilustración fue considerada durante años una categoría inferior en el arte, pero esto no es así -añade Suárez-. Ya Picasso o Dalí ilustraban para revistas a mediados del siglo XX. Esta nueva generación de ilustradores españoles está posicionándose como creadores globales, que lo mismo te hacen una instalación, un dibujo, ilustran un libro o pintan un muro como si fueran artistas urbanos. Son artistas que trabajan con la esencia de las bellas artes, con el dibujo, y que deben ser considerados por la crítica como artistas geniales que son”.

Y, claro está, las redes sociales también han hecho muchísimo por la gran difusión que vive hoy la ilustración. Paula Bonet es uno de esos fenómenos (virales pero, sobre todo, muy reales) de la nueva ilustración española. Esta joven valenciana se estrena con su debut literario Qué hacer cuando en la pantalla pone THE END (Lunwerg), al que acompaña una exposición, comisariada por Gunter Gallery, que se inaugura esta tarde en la galería Mad is Mad (hasta el 22 de marzo). A partir del 28 de marzo, Barcelona acogerá la presentación y otra exposición en la Fábrica Moritz.

“Las redes sociales tienen un efecto exponencial”, asegura Paula, que tiene en Facebook más de 160.000 seguidores, más de 6.000 en Twitter y supera los 37.000 en Instagram. “Ilustración en España ha habido siempre y ahora se nos está haciendo más caso porque se está tildando como arte. La mayoría de los ilustradores ya no se vinculan a una marca o ilustran textos de otros, sino que tienen en la ilustración su forma de expresión. Yo soy pintora pero me expreso más cómodamente a través del dibujo. Llevo más de 10 años pintando y me considero una afortunada porque he conseguido sobrevivir pero la ilustración es una obra más cercana y menos elitista. E internet, sin duda, ha hecho mucho ya que una imagen puede volar como la pólvora. Somos consumidores de imágenes y una ilustracion es muy buena para ese canal. Además de que ha puesto en contacto casi directo al ilustrador con el público lo que facilita que consuma nuestro trabajo o conseguir una obra original”, agrega.

Bonet resume este momento al señalar que “la gente se está interesando, se está empezando a reconocer pero aún queda para que nos valoren igual”. Y agrega que “es complicado vivir de la ilustración. Yo ahora lo hago pero no me duermo. Llevo 13 o 14 años dedicándome a las artes plásticas y hace dos que puedo vivir de ellas exclusivamente. Es muy difícil”.

“Nos inspira nuestro entorno, lo que estamos viviendo. Según tus medios podrás acercarte más o menos, pero tú eliges qué música o qué libros lees. En ese sentido, creo que Cavolo o yo tenemos un tipo de lenguaje con el que se identifica mucha gente que vive lo mismo que nosotros”, agrega. Tanto es así que uno de los momentos más sonados de su carrera sucedió el otoño pasado cuando literalmente volaron los carteles con los que ilustró el Festival La Cabina de Valencia. “Me agobié muchísimo porque era un trabajo íntimo y bonito hecho para un festival pequeño que hacen unos amigos. No se arrancaron los 3.000 carteles pero me dio mucha rabia que se hablara más de eso que del propio festival. El objetivo era anunciarlo. E indudablemente también me honra que la gente quisiera llevarse mi trabajo a casa. Pero creo que el episodio se exageró y sacó de contexto”, explica ahora.

Si esto convirtió a Paula Bonet en un nombre mucho más viral y una ilustradora reconocida dentro del ambiente indie, su primer libro en solitario es el punto de inflexión de su carrera. “Lo es porque nunca había trabajado en un proyecto que me ocupara tanto tiempo. Yo soy muy impaciente y este libro me ha enseñado paciencia. Y también porque se ha involucrado mucha gente que está apostando por mí. Ha sido un año de trabajo con absoluta libertad. Y puedo decir que este libro soy yo”, explica.

En Qué hacer cuando en la pantalla pone THE END Paula Bonet construye 40 relatos ilustrados que hablan de esos finales que llegan sin avisar y vamos arrastrando, que generan nuevos principios y cuestionan nuestras decisiones. “Son historias independientes de amor pero no solo hay desamor o parejas, también habla de la amistad o el flashback a la niñez. La conexión que une a todos es que se toman decisiones que cierran las historias. Es un libro que habla de finales, de muchos tipos de finales de los que no se quedan ahí. Me gusta pensar que por el hecho de acabar esas relaciones que han sido buenas e importantes, la otra persona no desaparece y pueda mutar a otro tipo de relación que es gratificante en otros aspectos”, explica la autora. Y matiza: “No pienses que es dramático, de todos los relatos son un par lo son”.

La exposición que se puede ver en Mad is Mad reúne 15 de las ilustraciones que contiene el libro con esos personajes tan característicos y elegantes, hechos con acuarelas y tinta china, seleccionadas por la propia Bonet. Y completa el círculo social una lista en Spotify que pone banda sonora al particular universo de esta ilustradora.

Nombres a tener muy en cuenta

Uno de los grandes ilustradores del momento es Ricardo Cavolo. Tanto que sus coloridos series naifs son ya completamente reconocibles para el público. Cavolo comenzó a dibujar de pequeño gracias a los consejos de padre, pintor, pero en sus planes no estaba dedicarse profesionalmente a la ilustración. Trabajando en publicidad, empezó a colgar sus dibujos en la red para que sus padres, que vivían en otra ciudad, los vieran y así comenzaron a difundirse. Un cartel para Corteo del Cirque du Soleil fue el detonante de una existosa carrera que le ha llevado a hacer instalaciones para museos, pintar murales por ejemplo en el último MulaFest o en Montreal, colaborar con sus dibujos en discos y libros (además de los de Suárez, ilustró ¿Por qué me comprasteis un walkie-talkie si era hijo único? de Santi Balmes) o publicar los suyos propios. El año pasado sacó El desorganismo de Daniel Johnston y este mes llegará a las librerías su apetecible Historia de la música ilustrada con nombres como Iggy Pop, The Rolling Stones, Arcade Fire o Arctic Monkeys.

Hasta hace unos años los únicos dibujos que se veían en una galería eran unos bocetos de Tàpies o Barceló y alojados dentro de otras exposiciones. Ahora la ilustración, en los últimos cuatro años se viene notando más, tiene entidad propia y la gente conoce tus trabajos”, señala Ricardo. Además, pone el acento en el impulso difusor “al concepto global de la ilustración” que supone internet aunque, matiza, es una ventaja individual pero también un lugar en el que la competencia te hace tener que significarte. “Ha hecho mucho bien para que la ilustración tenga el reconocimiento que debía tener”, concluye.

Gabriel Moreno es otro de nuestros ilustradores más reconocidos internacionalmente. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, Moreno se mudó a Madrid siguiendo a una mujer. Desde entonces colabora con medios de comunicación de todo el mundo como Wall Street Journal, LA Times Magazine Esquire (Reino Unido)...

Además, también trabaja en muchos proyectos publicitarios. La sensualidad y la expresividad están muy presentes en los sinuosos trabajos de este cordobés que lleva en el sector desde 2007.

Otra figura que hoy despunta y comenzó en el streetart es Santiago Morilla, que también imprime su sello a unos icónicos y reconocibles personajes enmadejados cargados de crítica social. Este madrileño fue uno de los primeros ilustradores a los que el Museo ABC de Ilustración invitó a participar de forma individual y ha llevado su obra por otros centros culturales de todo el mundo.

A principio de año participó en una exposición colectiva en la Twin Gallery y el año pasado presentó sobre las canteras del Museo de Mármol de Carrara el proyecto Index Falls.

Aitor Saraiba o Littleisdrawing (o Carla Fuentes) son otros de los nombres más jóvenes de esta nueva generación cuya obra cada vez se ve más en exposiciones, portadas de revistas, discos... y paredes de muchas casas.

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