Los vigilantes de la imagen de Tintin cierran una exposición inspirada en él

Elena Cabrera

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El artista Nacho Simal ha pasado cuatro años trabajando en una exposición inspirada en los cómics de Tintin. La muestra fue inaugurada en Barcelona el 8 de octubre y clausurada tres semanas antes de lo previsto. El brusco cierre ha sido debido a una reclamación de Moulinsart, la empresa radicada en Bruselas que protege la propiedad intelectual de la obra de Hergé, según informó ayer El Periódico y ha podido confirmar este diario.

Se trata de once piezas de gran tamaño que suponen “un homenaje, revisión y casi una especie de abducción, porque a veces haces cosas que no sabes por qué las haces”, explica Nacho Simal a elDiario.es. “Los cómics de Tintin son algo que todos hemos leído desde pequeños y que llevamos en nuestro subconsciente”, recuerda el artista.

Según la información de la galería que exhibía la exposición titulada Simalia, las obras consistían en “versiones libres de escenarios y personajes” y la muestra estaba guiada por “el permiso para imaginar”. El artista explica que son relecturas que parten de su obsesión por el álbum El cetro de Ottokar que no solo miran el universo de Hergé sino “aquello que Hergé miraba”. Un ejemplo: la obra que utiliza la galería para publicitar la muestra (y que no se reproduce en este artículo debido a la reclamación que hay sobre ella) refleja el rostro de un Tintin deformado por unas cuerdas que le envuelven, una imagen que se cruza, o se remezcla, a la manera de un mash-up, con la del mimo Les Bubbs.

La primera reacción del dibujante ante el requerimiento del cierre fue la de “incredulidad”: “todo el mundo en el arte se apoya en los de antes o lo revisita”, dice. Y añade: “lo nuestro es algo muy pequeño, no pensábamos que pudiera molestar a nadie”.

Pero el primer indicio llegó antes de la inauguración, cuando comenzaron a distribuirse por email las invitaciones para la apertura de una exposición denominada Syldavia, nombre del reino imaginario que aparece en Las aventuras de Tintin. Rápidamente llegó un burofax de “cónsul” de Syldavia en Barcelona. Esta embajada ficticia de un país ficticio y que expide pasaportes ficticios controla el uso de la palabra Syldavia como marca registrada. Curiosamente, Reverté también ha sido objeto del marcaje de Moulinsart.

De inmediato, Simal, su galerista Cromo y la comisaria de la exposición, Mery Cuesta, prefirieron cambiar el título a Simalia, jugando con la idea original y el apellido del artista. “A partir de ahí, tranquilidad. Inauguramos la exposición, que tuvo aceptación y estábamos contentos”, señala.

Pero hace unos días llegó un email del equipo jurídico de Moulinsart solicitando toda la información disponible de la exposición: fotografías, precio de las piezas y si se había vendido o no alguna de ellas. “Afortunadamente, o no, no se había vendido ninguna —aclara Simal—, les enviamos lo que pedían y les dijimos que no se estaba vendiendo ningún merchandising de Tintin”. 

Pero la empresa, que ostenta los derechos de explotación de todo el merchandising relacionado con el rubio periodista aventurero creado por Hergé, conminó a la galería a cerrar de inmediato la exposición, dejar de distribuir cualquier publicidad o promoción de ella y que las obras de Nacho Simal no sean mostradas en público ni vendidas. 

Los implicados han acatado pero hay algo que ya estaba en marcha: la publicación del nuevo número de la revista La Cruda, que realiza Simal junto a su socio Gonzalo Rueda y que sale este 18 de noviembre. De hecho, la llamada de este periódico encuentra a los artistas interviniendo tres páginas de la revista, que acaban de recibir de la imprenta, en la que se reproducen varias obras. Con un tampón grande están estampando la palabra “censored” (censurado) en color rojo y así poder ponerlas a la venta.

El lucrativo legado de Hergé está firmemente protegido. El guionistas de cómics Antonio Altarriba publicó en 2008 un tributo en el centenario del dibujante titulado Tintín y el loto rosa. Homenaje a Hergé en su centenario, el cual se convirtió en un libro de difícil acceso. Se trataba de una reunión de ensayos y relatos en los que se especulaba con el personaje. En esta ocasión Moulinsart no persiguió la utilización de los derechos de imagen sino la perversión de “la esencia del personaje”. Altarriba y la editorial que lo llevó a las librerías, Ediciones De Ponent, llegaron a un acuerdo para no volver a reeditar el libro cuando se agotara la primera edición.