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“Cerrarán más salas, pero somos optimistas”, el futuro de los cines independientes se juega este otoño

Imagen de archivo de una sala de cine vacía. EFE/EPA/FRIEDEMANN VOGEL

Javier Zurro

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Este lunes 18 de julio, los cines Conde Duque Santa Engracia y Alberto Aguilera cerraban para siempre. Dos salas míticas del centro de Madrid que no aguantaban la crisis post pandemia y bajaban su persiana, dejando el centro de la capital con dos locales menos. No son los primeros y no serán los últimos. Los cines se han enfrentado a un cambio de modelo de consumo que ha hecho que el público adulto y cinéfilo no esté volviendo a las salas. Sólo los jóvenes, adolescentes y familias lo han hecho y para películas muy concretas, grandes producciones de Hollywood. El resto de títulos han sido pequeños fenómenos y casi anecdóticos como Alcarràs o Cinco Lobitos.

Los dueños de las salas de cine miran con una mezcla de optimismo y miedo al último trimestre del año, cuando creen que el público adulto volverá y una situación parecida a la vieja normalidad se recupere. Para Adolfo Blanco, máximo responsable de la distribuidora y productora A Contracorriente y de los cines Verdi -y de las dos salas que han anunciado su final, “este cierre era, en el fondo, la crónica de una muerte anunciada”. “No hacía falta ser un gran matemático. Pasabas y había tres o cuatro personas y no se podían ni pagar las nóminas ni el alquiler. Eso es todo”, zanja sobre la noticia y recuerda que los Verdi serán, ahora, el centro neurálgico del cine en Chamberí, una zona que se ha ido quedando casi sin salas a pesar de que ellos han “hecho lo imposible” para que la gente fuera a sus cines.

Coincide en que, después de agosto, será “clave para ver si el público adulto, que en verano siempre se moviliza menos, vuelve”. Augura un “otoño con muy buen producto, y eso es fundamental”. Su diagnóstico es optimista, a pesar de que vienen meses complicados. Primero, “porque hay más cinéfilos ahora que hace tres años” y porque hasta las plataformas están dándose cuenta de que las salas son necesarias. “Netflix ahora tiene clarísimo que cualquier película buena que quiere que pase por un festival debe tener su pequeña exposición en salas. Y cada vez aceptan que la ventana sea un poquito más larga en cines. Habrá que llegar hasta una ventana para que el cine sea el escaparte de estas películas”, añade.

La situación requiere medidas y ayudas públicas que no han llegado y que, para Adolfo Blanco, “son absolutamente necesarias, oportunas y esenciales”. “Si no hay, si no hay una inyección por las salas, por el producto que va a las salas, estas salas que lamentablemente cerramos el 18 de julio no van a ser las únicas que cierren. Eso ya te lo digo yo. De aquí a final de año, yo pronostico un pequeño rosario de cierres. Va a haber unos cuantos”, avanza.

También se muestra partidario de ayudas para paliar esta situación Octavio Alzola, encargado de programación y marketing de la cadena de cines Renoir, otra de las catedrales del cine de autor. “Desde luego. Es importante. Hay que apoyar el tejido cultural. Hace poco estuvimos en unas jornadas con distribuidores independientes y cines y hubo muchas charlas y mesas redondas, y nos llamó mucho la atención una en la que había exhibidores y distribuidores franceses y mostraron sus números, y cuando los enseñaron y veías las partidas y restabas la ayuda pública, eran deficitarios. ¡Con lo que es mercado francés! Y es gracias a esas ayudas para proteger el tejido cultural, que es algo es fundamental”, opina. 

Destaca que en un momento como el actual, con la inflación por las nubes, la “actividad cultural más asequible es el cine”. Ve los cierres de Conde Duque y Alberto Aguilera como “excepciones”. “La mayoría estamos aguantando en una situación precaria y compleja, esperando lo que va a venir y buscando alternativas, buscando herramientas para que podamos traer al público”, cuenta y apunta que el verano siempre ha sido una época complicada para este tipo de cines, incluso antes de la pandemia. Este verano lo califica como de “paréntesis para el cine independiente” y pone también la mirada en “septiembre, cuando empiece a llegar todo el cine potente del circuito de festivales y las películas españolas que irán para los Goya”. “Ahí veremos la nueva realidad del cine independiente y de autor. Con el comercial la gente responde, y queremos pensar que también responderán con el cine de autor, pero no tenemos certezas. Tenemos ese umbral y ese es el momento que estamos esperando”, explica Alzola que pone el foco en otra pata, la de los distribuidores, que deben apoyar a las salas y no “poner sólo dos copias, una en Madrid y una en Barcelona”.

Con el cine comercial la gente responde, y queremos pensar que también responderán con el cine de autor a partir de otoño, pero no tenemos certezas

Los distribuidores también echan en falta más ayudas. “Dada la situación, por supuesto”, dice Lara Pérez Camiña, presidenta de la Asociación de Distribuidores de Cine Independiente (Adicine). También piden un esfuerzo para formar espectadores, darles una educación audiovisual, porque “los nuevos públicos les cuesta escoger el cine de autor y hay que atraer a los públicos más jóvenes”. Confían en este otoño que todos mencionan, pero apunta a ser “siempre cautelosos”. “Hay que ser optimista, aunque nos cueste. No volveremos a la situación de antes de la pandemia, pero hay que esperar a ver cómo queda la foto. Ahora hay mucha oferta, y las películas necesitan un camino más largo, que se les dé más oportunidades, porque el comportamiento del espectador era muy diferente. Antes mirabas el viernes con lupa y eso ya no sirve. Cinco Lobitos el viernes no funcionó y al final el boca a oreja ha hecho que tenga más de 100.000 espectadores”, subraya.

Para Adolfo Blanco, parte del problema es que este tipo de películas no están llegando a su público objetivo. La prensa y las campañas de promoción no están alcanzado a su 'target'. Los distribuidores tienen menos dinero para invertir en grandes campañas, y por supuesto mucho menos que una 'major', pero también los medios dedican menos espacio a ese tipo de cine y la cadena se rompe. “Creo que está pasando que el cine no está en los medios. Lo que decidís que no es noticia no existe y para el espectador adulto esa es la forma de informarse, porque no todos son tan activos buscando información. Hay gente que lee el periódico, ve la tele… y hay medios en donde el cine está desapareciendo. Al final, eso es márketing, y parece que estamos diciendo a la gente que el cine no es una opción bonita de pasar el tiempo”, critica Blanco que cree que la comunicación es fundamental. No vale con tener solo un buen producto, sino que hay que hacer que llegue.

Por su parte, la Federación de Cines de España (FECE), asociación empresarial que agrupa a más del 80% del mercado de espectadores de las salas de cine de nuestro país, ha trasladado al ICAA la necesidad de establecer una ventana de exhibición de 100 días, para todas las películas que se estrenen en cines, “como medida urgente y esencial para garantizar la recuperación de las salas de cine, piedra angular sobre la que se sostiene la industria cinematográfica en su conjunto”. 

“A raíz de la pandemia y tras el cierre de los cines la ventana sufrió una drástica reducción, desde estrenos simultáneos hasta lanzamientos en 45 días tras su estreno en salas, lo que ha lastrado la explotación de las películas en cartelera, creando un gran perjuicio a las salas de cine, desordenando la comunicación de sus lanzamientos y retrasando la recuperación del sector”, explican desde FECE. Quieren que se sigan los pasos de otros dos países europeos que defienden la experiencia en salas antes de llegar a las plataformas. En Italia acaban de aprobar una ventana de 90 días para todas las películas y Francia mantiene un sistema de ventanas como elemento fundamental para optimizar la explotación de las películas. Una defensa de las salas que en España estaba vigente hasta 2015 y que quieren que vuelva para proteger un negocio que necesita medidas para sobrevivir.

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