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Guionistas de los Goya: “Es horroroso enfrentarse a presentar la gala en tiempos de lo políticamente correcto”

De izquierda a derecha: David Martos, Pilar De Francisco, Luis Fabra y Kaco Forns, guionistas de la gala de los Goya

Mónica Zas Marcos

Tras la pasada gala de los Goya, Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla se fueron a dormir tranquilos con la seguridad de haberlo hecho “bien”. De alguna forma sortearon las críticas y las malas lenguas que les bautizaron como los peores presentadores de la historia de los premios, y conciliaron el sueño aquella noche. A la mañana siguiente, fue otro cantar.

Pero si hay una noche en la que Reyes y Sevilla vayan a dormir a gusto, esa será la de este sábado. Sobre todo porque no son ellos los que se subirán al escenario de la gran fiesta del cine español, también conocida como el paredón de fusilamiento de los mejores humoristas de nuestro país.

Da igual cuántos monólogos lleven a sus espaldas, ovaciones tengan en su haber o millones de audiencia en sus programas, porque ninguno ha sido capaz de alcanzar un apoyo unánime en las 32 ediciones anteriores. En todo caso, no en las últimas, y menos con el cruel añadido de las redes sociales.

Aceptar un evento de cine es el nuevo deporte de riesgo de los presentadores, pero no es exclusivo de nuestro país. Ahí están los Oscar, huérfanos por primera vez en treinta años porque nadie se atreve a tomar el relevo al cómico Kevin Hart, apartado “voluntariamente” de la gala por unos chistes homófobos. A la presión del ritmo, los chistes y el equilibrio perfecto entre crítica política y distensión, se suma un chequeo exhaustivo de los antecedentes. Como si en lugar de dirigir un evento de tres horas, se estuviesen postulando para el Tribunal Constitucional.

Ni siquiera Ingrid García Johnson, consagrada como la persona más graciosa que ha pasado por La Resistencia (incluyendo a su presentador), esquivó las críticas tras los Feroz, especialmente por la arremetida contra Leticia Dolera. En su caso, al paredón también fueron llamados los tres guionistas que habían firmado el monólogo. Todos hombres.

“Cuando la gente se fija en los guionistas, es que la cosa ha ido mal. En cambio, si fluye bien y parece que el guion no existe, es cuando es bueno”, dice David Martos, integrante del equipo de Andreu Buenafuente y Silvia Abril para la gala del sábado.

El guionista de Late Motiv ha trabajado durante semanas con Antonio Castelo, Luis Fabra, Kaco Forns y Pilar de Francisco para sacar adelante la sección más crítica de los Goya: el monólogo y los sketches

Los cinco forman parte del círculo de confianza de Buenafuente y Abril, pero no se han encargado nunca de un evento de estas características. Sobre sus hombros, el peso de dos galas para olvidar y, en sus manos, la oportunidad de remontar con un par de caras nuevas y respetadas. “Ellos quieren hacer algo elegante, fino, con ironía e intención, que es un poco el estilo de Andreu, fusionado con la parte de Silvia, más explosiva y con mucho gag”, desvela Martos.

Aunque los antecedentes no son esperanzadores, él está convencido de que esos dos nombres son “garantía de que va a salir bien”. Su compañero, Luis Fabra, es el único con experiencia en galas porque ha escrito los monólogos de los premios Yago desde sus inicios, pero sabe que “no tiene nada que ver”, porque son más “underground, de batalla y sin presupuesto, con todo lo malo que tiene y lo bueno de no tener que dar explicaciones a nadie”.

En los Goya no solo deben pasar el filtro de Televisión Española y la Academia, sino de los tres millones de espectadores que siguieron el evento el año pasado. “Tienes que dirigirte a un público generalista medio y dejar fuera desde el humor más negro y políticamente incorrecto, hasta los detalles frikis que no van a entender el señor y la señora que estén viendo los Goya”, reconoce Fabra.

En la de este sábado, prometen lo que ya advirtieron Buenafuente y Abril en el spot promocional: que la gente se ría en paz. “Hemos creado una gala divertida y amable, también hay zascas, no te voy a engañar. Pero hay muchos chistes que son buenos y que son de humor blanco, a pesar de que suele estar denostado”, dice el guionista de Homo Zapping.

Pero debajo de la cautela hay un temor latente: “En los tiempos que corren, con la cantidad de haters  que están saliendo a raíz de lo políticamente correcto y los límites del humor, es horroroso enfrentarse a presentar una gala. Un chiste desafortunado o una pausa mal puesta, te puede granjear la enemistad de toda España. Es un riesgo que hay correr”, asume Fabra.

Tras la pantalla del televisor, este sábado habrá gente de cualquier edad, rango social y tinte ideológico, pero son inconcebibles unos Goya amables con la actualidad. Ellos lo saben y, aunque no tienen permitido desvelar detalles, afirman que algún dardo le caerá a Vox -“es inevitable celebrándose la gala en Sevilla”- y a la bajada del IVA del cine que no se ha sentido en el precio de las entradas.

“A nivel político, a mí personalmente me gusta que si recibe uno, reciba el otro”, dice Martos. Además, la coyuntura actual dificulta la figura del “villano” que hubo otros años con Wert, Rajoy, Méndez de Vigo y otros protagonistas del periodo negro del cine en la política española. “El año pasado estaba el tema del IVA cultural y la marea de las mujeres en el cine, por lo que era imposible no hacer una gala reivindicativa”, justifica Luis Fabra, quien asegura que aún así han encontrado otros “malos”.

El del machismo en el sector, sin ir más lejos, es uno que no caducó cuando bajó el telón de la gala pasada. Aquella vez fue el tema central, pero es imposible obviarlo en esta ocasión. Ahora bien, con mucho cuidado de no solventarlo subiendo a Dani Rovira a unos tacones rosas o bromeando sobre la femineidad de Álex de la Iglesia.

Guiones feministas sin mujeres

Los Goya bautizaron su 32ª edición como “el año de las mujeres” sin una sola en su equipo de guion. Les cayeron críticas preventivas, pero no fueron nada comparadas con lo que vino el día después de la gala. Este año, el equipo de guion cuenta con una mujer para cuatro hombres que escribirá por primera vez en seis años también para una presentadora. 

“Siempre ha sido un producto escrito por hombres y presentado por hombres, es una inercia”, afirma Pilar de Francisco, monologuista y escritora en Late Motiv. No tiembla al decir que, en las reuniones del Goya, alguna vez ha tenido que parar los pies a sus compañeros con algún gag  pasado de rosca, aunque reconoce que ella lleva las gafas violetas “desde hace solo tres años”.

Le han servido para identificar el machismo cotidiano en la industria del guion y del humor. “Me han llegado a decir en bares que no programan a mujeres porque una vez fue una cómica y no funcionó. Como si fuéramos una franquicia”, se lamenta. Sin embargo también ha percibido un ligero cambio a raíz del 8M porque “aunque ahora se haga, no se verbaliza. Que ya es algo”.

Sus compañeros de equipo reconocen esta lacra, pero “estadísticamente hay muchos más hombres con los que has trabajado y, en este caso, la confianza es un requisito”, piensa Luis Fabra. Aunque también espera que “gracias a esta toma de conciencia, haya más mujeres que se animen a ser guionistas y productores y productoras que se animen a contratarlas”.

A la sombra, para bien y para mal

El mayor logro de un guionista es que su trabajo pase desapercibido en boca ajena. Sin embargo, muchos confunden esto con el ninguneo absoluto, como se demostró hace tres años en los Goya, donde los guionistas nominados fueron apartados de la alfombra roja y de la celebración.

Entre risas, Kaco Forns cuenta que este año estuvieron a punto de correr la misma suerte. No son nominados, pero por un tema de presupuesto de la productora casi se quedan sin viajar a Sevilla, donde deberían supervisar los ensayos de Buenafuente y Abril. 

“Nuestra labor es más cómoda. La invisibilidad del guionista, cuando salen las cosas bien, da rabia. Todo el mundo va a decir ”qué gracioso es Andreu, qué graciosa es Silvia“. Pero, si sale mal, las leches también se las llevan ellos”, piensa Fabra. Además, recuerda que esta gala es un “monstruo inmanejable” donde su parte corresponde apenas a un 15% respecto a las entregas y a los discursos interminables.

A pesar de todo, los guionistas se muestran “extrañamente optimistas” porque, como dice Forns, los dos presentadores “tienen un cierto aura de respeto y les va a crear un pequeño escudo de protección ante muchas críticas”. Una incógnita que se resolverá en unas horas. ¿Qué les tocará este año? ¿Éxito o paredón?

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