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Digitalizan las cartas del escritor Francisco Ayala, testigo del siglo XX

EFE

Madrid —

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La Fundación Francisco Ayala ha digitalizado más de seiscientas cartas que el gran escritor granadino, uno de los intelectuales españoles más importantes del siglo XX, escribió a lo largo de su vida, destinadas a Max Aub, Victoria Ocampo, Camilo José Cela y Jorge Guillén, entre otros.

La edición digital de estas cartas se puede consultar ya en la página web de la Fundación (www.ffayala.es/epistolario). En el proyecto han colaborado el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y el Consello da Cultura Galega.

Ayala se consideraba “un buen corresponsal” y presumía de contestar a las cartas. Su epistolario, que contiene “algunas piezas excelentes, tiene sobre todo valor como mosaico de una travesía singularísima del siglo XX”, se afirma en la página web de la Fundación.

Las cartas disponibles abarcan un arco temporal de casi cincuenta años, desde 1928 a 1976, fecha esta última en la que Ayala se jubiló como catedrático en Nueva York y se instaló definitivamente en España.

Esta primera entrega incluye también cartas intercambiadas por Ayala con Manuel Azaña, Corpus Barga, Vicente Llorens, José María Ferrater Mora, Francisco Romero, Guillermo de Torre, José Medina Echavarría, Arnaldo Orfila (director de Fondo de Cultura Económica), José Luis Cano y Gonzalo Sobejano, entre otros corresponsales,

Además de un gran escritor, galardonado con premios como el Nacional de Narrativa, el Príncipe de Asturias de las Letras y el Cervantes, Ayala (Granada, 1906- Madrid, 2009) fue profesor, editor y traductor.

La correspondencia de Ayala es como “un pequeño mundo escrito”, le dijo hoy a Efe Rafael Juárez, gerente de la Fundación Francisco Ayala, quien destacó la importancia de “poner a disposición de todo el mundo” esta primera entrega de seiscientas cartas.

Pero habrá muchas más. En proceso de edición hay casi otras seiscientas que se irán incorporando a la página web cuando estén listas. “La edición digital permite la actualización constante”, afirmó Juárez.

Entre esas cartas aún no digitalizadas hay más de 250 escritas durante la etapa del autor de “El jardín de las delicias” en Puerto Rico, destinadas algunas de ellas al poeta Juan Ramón Jiménez y a su mujer, Zenobia Camprubí.

La correspondencia más abundante la mantuvo Ayala con Max Aub (138 cartas), José María Ferrater Mora (104), Arnaldo Orfila (58), Vicente Llorens (54), Gonzalo Sobejano (25 cartas) y Camilo José Cela (20).

El tono de las cartas dirigidas a Max Aub refleja la amistad que hubo entre ambos. En marzo de 1955, Ayala lamentaba que el autor de “Las buenas intenciones” hubiera tenido que ser operado de apendicitis:

“Es el efecto de las comilonas que con el más pequeño pretexto te propinas. La única ventaja es que después de la operación ya ese es un peligro eliminado para el futuro. Pero con los años uno va perdiendo las amígdalas, el apéndice los dientes y? no sigamos”, le decía Ayala.

La correspondencia con Cela se refiere sobre todo a la revista “Papeles de Son Armadans”, con la que el autor de “La colmena” pretendía “dar a conocer los españoles a los españoles” y en la que Ayala vio publicados algunos de los textos que luego conformarían “El jardín de las delicias”.

En abril del 62 Ayala le pidió a Cela su apoyo para proponer a la Academia Sueca la candidatura de Borges al Premio Nobel:

“Hemos pensado que la petición del premio tendría un gran refuerzo si se la apoyara desde Estados Unidos (...) Igualmente sería de importancia algún mensaje dirigido desde España a la Academia sueca, y sólo usted sería el escritor autorizado para encabezarlo y promoverlo, por razones obvias que resultaría demasiado halagüeño recordar aquí”, afirmaba Ayala.

A Manuel Azaña solo le escribió una carta, en octubre de 1935, en la que Ayala le daba su opinión sobre “Mi rebelión en Barcelona”, uno de los libros de quien fue presidente de la República.

“Con una raíz común, son dos Españas frente a frente. Usted, Don Manuel, representa hoy a la noble contra la abyecta, y su misión histórica está en crear las condiciones que hagan firme y sólida la jerarquía de los valores morales en una estructura que favorezca unos estímulos y cierre el paso a otros, evitándose así la desmoralización que produce el reiterado fracaso de la honestidad”, le decía Ayala.