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Una fábula sobre vientres de alquiler en gorilas reflexiona sobre la gestación y la diferencia

La autora de 'Quien esté libre de culpa', Gema Nieto.

Carmen López

7 de noviembre de 2021 21:30 h

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La ciencia ha avanzado tanto que los problemas de ética que se plantean con la gestación subrogada desaparecen porque los vientres de alquiler ya no son de mujeres, sino de gorilas. No es algo que ocurra a día de hoy, pero sí en el mundo futuro en el que se desarrolla la novela Quien esté libre de culpa, de Gema Nieto, que acaba de publicar la editorial Dos Bigotes. Un porvenir imaginario en el que el ser humano se centra en su bienestar individual impulsado por la maquinaria capitalista para la que trabaja sin reparar en ello. Se presenta como un libro de ciencia ficción aunque la realidad que describe en algunos momentos no dista demasiado de la actual.

Esta es la tercera novela de la autora –sus predecesoras son La pertenencia (Caballo de Troya, 2016) y Haz memoria (Dos Bigotes, 2018)– y en ella ha querido abordar el tema de los vientres de alquiler desde un punto diferente al habitual: el de los niños gestados de esa manera, un aspecto que considera crucial. “El foco se ha situado siempre sobre las mujeres gestantes y la denuncia de su situación, algo por supuesto necesario, pero me preocupaba que estos mismos debates olvidaran a los niños, el desarrollo de su conflicto y de su identidad, la posible existencia del vínculo con sus gestantes y la necesidad de conocer sus orígenes”, explica Nieto.

En España, las personas adoptadas tienen derecho a solicitar su expediente una vez alcanzada la mayoría de edad si quieren conocer sus orígenes. Asimismo, el Comité de Bioética publicó el año pasado un informe en el que considera que debe primar el derecho a conocer su origen biológico del hijo nacido a través de las técnicas de reproducción humana asistida sobre el anonimato del donante, una propuesta sin carácter retroactivo. La necesidad de saber cuál es su origen es habitual en las personas adoptadas, pero en las que han nacido por donación o gestación subrogada aún está por ver.

“No se trata de cuestionar el amor de los padres o de las familias, sino de poner sobre la mesa que nadie sabe qué efectos puede tener en la propia psicología de un niño haber sido gestado en un vientre de alquiler, en su identidad y su necesidad de conocer sus orígenes cuando crezca”, plantea la escritora. “Quién sabe qué inquietudes, qué carencias, qué dilemas o conflictos desarrollarán cuando sean jóvenes o adultos, o si incluso podrán convertirse en detractores del método a través del cual fueron concebidos”. En el libro, como en la vida real, hay personajes que saben de dónde vienen y otros que lo ignoran y cada uno tiene dilemas derivados de su situación personal.

Hay un concepto esencial para el desarrollo de la trama que no tiene nada de ciencia ficción, porque en la actualidad es uno de los argumentos que se esgrime para justificar o reivindicar ciertas prácticas. Entre ellas, por supuesto, la de la aprobación de la gestación subrogada en España: el derecho a ser padres. Nieto se opone a dicha afirmación: “Estos dos conceptos se confunden mucho habitualmente, dando lugar a una falacia que es propiciada por el propio sistema mercantilista en el que vivimos, al considerar como derechos humanos lo que no son más que anhelos individuales. Existe el deseo de ser padres, no el derecho a serlo, igual que existe el deseo de ser felices, que la publicidad, el cine o la industria de los libros de autoayuda han convertido en el derecho a ser felices”.

La inercia opresora del ser humano

En el futuro que se plantea en el libro se han ganado luchas por derechos que aún se están teniendo que defender hoy en día, como puede ser la del colectivo LGTBI. Pero en su sociedad imaginada se sigue atacando a quienes considera diferentes de lo normativo, en este caso a los niños gestados por gorilas. Quienes les hacen bullying en el colegio les insultan, les agreden, les lanzan cáscaras de plátano y les llaman 'niños mono'. Son otros los que sufren la violencia, pero esta no deja de ser la misma. El ser humano, por lo que parece, siempre va a encontrar motivos para odiar y oprimir.

“Uno de mis personajes, Kay, reflexiona sobre esto mismo. Es una persona no binaria a la que no he identificado con ninguno de los dos géneros en toda la novela y lo tiene muy claro: observa a las personas y sabe que, aunque lleguen a superar ciertas barreras o prejuicios, siempre tenderán a crear sin descanso nuevas fuentes de discriminación y de conflicto con 'los otros' a quienes consideran diferentes. Es algo inherente a la propia esencia humana. Y en Quien esté libre de culpa, los 'niños mono' han pasado a ser el blanco de la ira de los intolerantes o los manipulables, son ese sentido un trasunto perfecto de las personas LGTBI”.

Y si el ser humano tiene la inercia de ir contra su propia especie, cuando se trata de otras, su falta de consideración se multiplica. La explotación animal es otro de los temas esenciales de la novela: al fin y al cabo las gorilas son protagonistas. Puede que no puedan verbalizar sus sentimientos, pero sí los transmiten a través de gestos y actitudes que dejan claro que no son sujetos pasivos. Aunque se trate de animales, también existen dilemas éticos que la empresa que gestiona el proceso en la novela intenta ocultar. Se supone que gracias a sus investigaciones los gorilas no se han extinguido sino que han aumentado en número, las gestantes viven en un ambiente de absoluto bienestar y en ningún momento experimentan sufrimiento.

Es Kay quien también medita sobre el abuso se ejerce sobre los animales en pos del progreso. Por ejemplo, recuerda al medio centenar de perros a los que el Gobierno ruso envió en el siglo XX al espacio para comprobar si eran capaces de sobrevivir y así poder mandar a astronautas humanos sin arriesgar sus propias vidas pero sin darle importancia a las de los caninos.

Una de las preguntas que lanza la autora es de dónde viene esa convicción de que el ser humano es mejor, superior y dueño de los animales. “Se cree el dueño supremo de las vidas animales, una especie de dios o de rey de la creación (un rol que él mismo ha validado a través de los textos mitológicos y sagrados) que puede disponer de ellas a su antojo tanto para su disfrute como para sus caprichos más sádicos, como en el caso de la tauromaquia”, sostiene Nieto.

Reducir el consumo animal

Para ella, la tortura animal no se puede tolerar en ningún caso, como tampoco se podría justificar el experimento o el beneficio bajo la premisa del progreso. Sin embargo, el uso de animales no solo se da en la industria cosmética o la cárnica, por ejemplo, sino que también sirve para investigaciones médicas que pueden curar enfermedades ¿Es posible trazar una línea que separe lo legítimo de lo injustificable?

“Estoy de acuerdo con los experimentos con animales que pueden desarrollar medicinas, vacunas o tratamientos que salvan vidas”, pero incluso en estos casos: “convendría que la investigación médica y la industria farmacéutica comenzaran a trabajar con alternativas para que el empleo de animales en los laboratorios (siempre con propósitos médicos, no cosméticos ni de otro tipo) se redujera cada vez más hasta llegar a convertirse en la excepción”, aclara. Asimismo, opina que en el caso de la industria cárnica alimentaria: “lo más justo y necesario también es reducir su consumo, o al menos hacerlo con responsabilidad, apostando por la producción que tiene en cuenta el bienestar de los animales”.

El tiempo que separa la realidad de la que plantea el libro no se especifica, aunque Nieto responde que todo lo que se narra podría suceder tranquilamente dentro de veinte o treinta años e incluso diría que: “la posibilidad ya se ha pensado”. “Si el ser humano tiene posibilidad de mercantilizar cualquier necesidad y de conseguir con ello una industria pujante aun a costa de vidas, lo hará. Lo llevamos viendo desde hace siglos. Lo que haría en este caso sería disfrazarlo de regalo maravilloso, envolverlo con un lazo y ofrecerlo como un adelanto incomparable cuyo fin es mejorar la vida de la gente en todos sus ámbitos, como explico en mi novela y como ya se viene haciendo con la gestación subrogada en muchos países”.

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