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Reediciones de Pata Negra: vuelve el blues de la frontera

Luis J. Menéndez

Pata Negra

Pata Negra

Guitarras callejeras / Blues de la fronteraNuevos Medios / LarvinMESTIZAJE9/10Guitarras callejeras / Blues de la frontera

A diferencia de otros artistas condenados al malditismo y el reconocimiento póstumo, no puede decirse que Pata Negra no fueran reivindicados a su tiempo. Así fue desde el preciso instante en que los hermanos Amador partieran peras con Kiko Veneno para imaginar su particular crossover entre flamenco y blues.

Blues de la frontera ha sido desde su lanzamiento en 1987 uno de los álbumes más reverenciados de la música popular de este país, habitual de los listados históricos y señalado en el año de su publicación como disco del año por la revista Rockdelux. Y el lanzamiento de un libro sobre ese álbum firmado por Marcos Gendre y las reediciones tanto de Blues de la frontera como de su inmediato antecesor Guitarras callejeras (1986) parecen poner de especial actualidad la obra de Pata Negra.

Aunque publicado en 1986, Guitarras callejeras en realidad mostraba unas sesiones registradas por (cómo no) Ricardo Pachón en 1979, más o menos en el momento en que la aventura de Veneno llegaba a su fin. En estas cinco canciones, que se convertirían en siete en sucesivas reediciones del disco tras incluir dos temas mas registradas en las mismas sesiones, los hermanos Raimundo y Rafael Amador sentaban las bases de lo que estaba por venir con su rock’n’roll gitano (Rock del Cateyetano y Pata palo) y miradas al folklore foráneo como el corrido Juan Charrasqueado.

Si Guitarras callejeras son Pata Negra en su estado más puro, Blues de la frontera lleva el sonido de la banda a su punto más álgido. Aquí no hay guitarras de palo, sino un sonido que por un lado define el nuevo flamenco y por el otro se convierte en banda sonora del polígono de las 3.000 Viviendas. A la producción una vez más de Ricardo Pachón se unen más de una decena de colaboradores que enriquecen una grabación donde el blues y el flamenco se deslizan hacia otros estilos: del reggae marciano de Lunático a la rumba o los aires africanos de su homenaje a Camarón.

Las reediciones que Larvin pone ahora en la calle son respetuosas con las ediciones originales de Nuevos Medios, y el vinilo de Blues de la frontera cuenta con el valor añadido haberse impreso en plástico blanco.

 

Aliment

Aliment

BrotherLa CastanyaPUNK7/10Brother

El trío barcelonés publica su tercer álbum, cada vez más enfocados a una escena internacional de la que se han ganado a pulso el respeto. Grabado en dos sesiones en La Atlántida Estudio, Barcelona, supone un giro notable frente a Silverback, el disco que en 2015 les abrió las puertas de otros países. Siguen cantando en inglés, pero el sonido sucio y garagero que dominaba aquel disco ha dado paso a una tensión de corte post-punk, más cercana a los referentes que habitualmente asociamos a su sello.

Snake Bite, el tema de apertura del disco es en ese sentido un ejemplo magnífico del momento que vive la banda: la base rítmica, pesada y contundente, como unos Jesus Lizard pisando el acelerador, conduce el tema a toda velocidad para que las guitarras de filiación hardcore y la voz desgarrada de Eduard aporten los detalles. Son diez temas en los que apenas un par de ellos alcanzan los tres minutos, y que sitúan al grupo grupo catalán muy cerca de los referentes actuales de este estilo.

 

Guadalupe Plata

Guadalupe Plata

Guadalupe PlataEverlastingBLUES8/10Guadalupe Plata

A Guadalupe Plata, hay que quererlos tal y como son, con sus excentricidades -lo de llevar cinco discos sin ponerles título o siquiera numerarlos no es, desde luego, la más comercial de las decisiones- y también con su innegables aciertos. Porque más allá de su lenta evolución, al trío de Úbeda hay que reconocerle un sonido personalísimo. Personalidad que además se hace extensible a cada una de las decisiones relacionadas con el grupo, del arte gráfico a su puesta en escena en directo. O dicho de otro modo: es bastante probable que si en vez de haber nacido en Úbeda lo hubieran hecho en cualquier población del Southwest de los Estados Unidos a Guadalupe Plata les rendiríamos una adoración rayando en lo fervoroso.

Grabado en los Estudios La Mina una vez más con poco margen para los overdubs y la marcha atrás, este quinto álbum desarrolla un poco más las ideas contenidas en su disco del 2017. Ahí están los aires mexicanos de Lo mataron con la voz del cantante chileno de boleros-rock Sebastián Orellana. Oigo voces por su parte, original de Screaming Jay Hawkins, recibe un tratamiento instrumental que la asemeja a una tarantela del Misisipi. Son los dos temas que en mayor medida se salen del blues-punk psicótico marca de la casa y que domina el resto del disco.

 

Mary Lou Lord

Mary Lou Lord 

 

Got no ShadowFire / Popstock!POP8/10Got no Shadow

Veinte años después de su publicación seguimos vinculando el debut largo de Mary Lou Lord con una serie de nombres que de una u otra forma colaboraron en este disco: el líder de The Bevis Frond Nick Saloman, Elliott Smith, Roger McGuinn, Money Mark... También con los ausentes, fantasmas por los que aún hoy muchos recierdan a este Got No Shadow: Some Jingle Jangle Morning es la canción con la que la cantautora de Boston recuerda su fugaz relación sentimental con Kurt Cobain. Más allá del morbo, la canción (que ya había aparecido unos años antes en un EP publicado por el sello Kill Rock Stars) es un vibrante ejercicio de rock noventero que por otra parte contrasta con el background musical de Mary Lou Lord.

Con Cobain nuestra protagonista compartía su amor por la música de Daniel Jonston, The Vaselines y otros ilustres representantes del lo-fi pop de la época, y eso se hace evidente en un primer álbum que se fue cocinando a lo largo de muchos años de experiencia tocando en el metro de su ciudad primero y en pequeñas salas de la comunidad alternativa de Estados Unidos después. En un momento como el actual en que artistas como Snail Mail, Courtney Barnett, Julien Baker, Lucy Dacus y un buen puñado más de cantautoras reivindican el pop entre confesional y arrebatado que se practicó en la era post-grunge, no está de más recuperar vía esta reedición de Fire Records un trabajo perfecto en su simplicidad. “Estrofa-estribillo-estrofa-estribillo-sentimiento-sentimiento-sentimiento”, así se refiere en las notas interiores del disco el periodista Dave Henderson a las canciones de Mary Lou Lord. Y efectivamente, la descripción, además de sintética, no puede ser más ajustada a la realidad.

 Sr. Chinarro

 Sr. Chinarro

Colección permanenteMushroom PillowPOP7/10Colección permanente

25 años de carrera y 16 LPs bien valen un recopilatorio. Colección permanente se presenta como el primero en la carrera de Antonio Luque, el hombre tras el alias de Sr. Chinarro. La propia configuración del disco, compuesto por 14 canciones, ya da señales que como retrospectiva de su trayectoria el disco se va a quedar corto. Un vistazo al listado de canciones no sólo confirma esa sospecha sino que revela una decisión sorprendente: el primer álbum aquí representado es El fuego amigo (y lo hace con tres canciones, El rito, Morado y El rayo verde). Eso es tanto como cargarse de un plumazo toda la primera etapa de Sr. Chinarro, el periodo que va de 1993 a 2003, en el que publicó siete álbumes con el sello Acuarela, entre ellos algunos tan relevantes como El porqué de mis peinados (1997), Noséqué-nosécuántos (1998) o el EP La pena máxima (2000).

Teniendo en cuenta que su sello actual Mushroom Pillow se hizo hace un tiempo con los derechos de esos discos y hasta los ha reeditado recientemente parece lógico pensar que la decisión de fundir a negro esa etapa probablemente haya correspondió al propio Luque, que siempre ha mostrado poco aprecio por aquellos discos. Tampoco se incluyen canciones de los tres últimos álbumes: Perspectiva caballera (2014), El progreso (2016) y su trabajo de este mismo año, Asunción (2018), en este caso tal vez sí por una cuestión de derechos y licencias.

En cualquier caso estas decisiones invalidan totalmente a este recopilatorio como repaso a la trayectoria de la banda. Ese y la nula información en forma de créditos, letras o textos que ayuden a contextualizar la importancia de Chinarro en el pop nacional son los puntos negativos de un disco que, por otra parte, funciona bien como contenedor de un puñado de canciones notables en el periodo que va de 2005 a 2013. Una etapa en la que Luque alcanzó algunas de sus cotas artísticas pero también dilapidó buena parte de su crédito con discos como ¡Menos samba! (2012).

 

The 1975

The 1975

A Brief Inquiry into Online RelationshipsDirty HitPOP7/10A Brief Inquiry into Online Relationships

Cuando hace dos años el histórico semanario británico New Musical Express señaló a I Like It When You Sleep, for You Are So Beautiful yet So Unaware of It de The 1975 como álbum del año muchos vimos en esa apuesta una señal inequívoca de la decadencia de la publicación británica -que efectivamente cesaría su actividad como revista de papel un año después- y hasta del pop que viene de las islas. De alguna forma en aquella decisión pesaba más la urgencia por encontrar una respuesta a la dictadura del rap y el r’n’b que viene del otro lado del Atlántico que una propuesta de verdadero peso en el terreno del pop del siglo XXI. Algo que aún se intuye cuando hoy el NME, ya reconvertido en web de tendencias, bautiza este nuevo trabajo como “la respuesta milenial al OK Computer”. De alguna forma la banda de Cheshire carga todavía con esa responsabilidad, un fardo demasiado pesado para cuatro chavales que más que reinventar el pop del siglo XXI parecen destinados a tender puentes entre los melómanos y aquellos que se aproximan a la música de nuestro tiempo de manera epidérmica.

Y en ese sentido su tercer disco puede considerarse un éxito. A lo largo de los quince temas que los componen A Brief Inquiry Into Online Relations sobrevuelan géneros variados: del pop ochentero de It’s Not Living (If It’s Not With You) al mainstream con autotune incluido de TOOTIMETOOTIMETOOTIME y I Like America & America Likes Me. También ejercicios de estilo como el jazz de Mine, temas cercanos a la abstracción (The Man Who Married a Robot / Love Them), emopop de guitarras en la senda de Death Cab For Cutie (I Always Wanna Die) y baladones de pop adulto pasados de azúcar (I Couldn’t Be More in Love).

Tanto golpe de timón llega a resultar desconcertante, pero al mismo tiempo evidencia la versatilidad de los cuatro integrantes de The 1975 y su capacidad para levantar casi de la nada hits de pop radiable: ahí está una canción como Give Yourself a Try, por la que los Strokes de los últimos años se partirían un brazo. Todo ello con la coartada de radiografiar la deriva de las relaciones sentimentales en la era de la comunicación aséptica y deshumanizada de internet.

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