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ENTREVISTA
Escritora senegalesa

Zoubida Fall, escritora: “Las mujeres senegalesas tendremos que radicalizarnos para que el país nos escuche”

Zoubida Fall en su estudio de radio

Laura Feal

Dakar, Senegal —

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Zoubida Bengeloune Fall (Saint Louis, Senegal, 1983) es escritora, empresaria y creadora de Conversaciones Femeninas, un proyecto feminista que tiene por objetivo “amplificar la voz de las mujeres”. Desde 2022, por sus estudios han pasado 40 personalidades que ejemplifican para ella “modelos de nuestro territorio”: Senegal. 

En él han participado, por ejemplo, Diatou Cissé, primera africana vicepresidenta de la Federación Internacional de Periodistas; la política Marie-Angélique Savané, fundadora de Yeewu Yewwi, la primera organización feminista en Senegal, o la reconocida historiadora Penda Mbow, doctora honoris causa de la Universidad de Uppsala. Además de estas mujeres de avalado recorrido internacional, Fall acoge también profesionales rompedoras del ámbito de la cultura como la guionista Kalista Sy, autora de las atrevidas series “Mujer de un hombre casado” y “Madre 2.0” o la artista multidisciplinar Fatou Kande Senghor.  

Las entrevistas toman su tiempo, una hora, y se convierten, efectivamente, en conversación. Zubida Fall comenta con su invitada, completa lo que dice, se ríe con ella. Aunque a veces la critican por ello, se defiende: “No lo puedo evitar, ¡soy así!”.

Fall nos acogió en su estudio en un palpitante Dakar pre-electoral y en pleno mes de Ramadán. Estaba cansada pero espléndida. Hace unas semanas, estrenó la tercera temporada de Conversaciones Femeninas, en la que incorporará el wolof (lengua mayoritaria en Senegal), además del francés, y acaba de presentar su libro, del mismo nombre. 

Se trata de una selección de 18 entrevistas, publicadas por la editorial senegalesa Saaraba, y que le está permitiendo abrir su proyecto audiovisual a otros formatos. Se ha atrevido con el papel, pero también a crear un espacio de encuentro, una “biblioteca” con obras elegidas por sus invitadas y una playlist.

En el libro usted comienza los capítulos con un pequeño gesto hacia las invitadas. Un “sargal”, que en wolof significa honrar a alguien, al más puro estilo griot [narrador de historias tradicional]. Escribe para cada una una pequeña introducción personal en la que se fija en lo invisible, en lo que podría pasar desapercibido. Transmite mucho cariño. 

Es importante para mí que haya cuidado, bondad y respeto en el proyecto. Las mujeres elegidas nos han ayudado en nuestra construcción personal. Aunque podamos no estar de acuerdo en su percepción de la vida o en sus elecciones, todas ellas han sido pioneras de algo que ha tenido repercusión en la vida de otras mujeres. 

Confiesa en la introducción sentirse “nostálgica” de un tiempo que no ha conocido. ¿Considera que antes las mujeres vivían mejor?

No necesariamente, pero tengo la impresión de que hay una regresión en las últimas dos décadas en términos de toma de la palabra de las mujeres en el espacio público en Senegal. Entre los años 80 y principios de los 2000 hubo una revolución muy fuerte: había mujeres referentes que ondeaban el feminismo por bandera, que organizaban manifestaciones y campañas exigiendo avances, como la Ley de Paridad (conseguida finalmente en 2010), etc. Creo que actualmente hay un retroceso grande en las demandas.   

Tengo la impresión de que hay una regresión en las últimas dos décadas en términos de toma de la palabra de las mujeres en el espacio público en Senegal

Pese a que los temas a tratar difieren con cada invitada, siempre mantiene una pregunta: “¿Considera que está en el lugar que le gustaría?”¿Por qué esa cuestión y qué conclusiones saca de las respuestas que ha ido obteniendo? 

Es perturbador ver todas las respuestas juntas, porque te das cuenta de que muchas de nosotras nos hemos pasado la vida sin encontrar nuestro lugar, ya que no hemos tenido la oportunidad de elegir. 

La sociedad, la familia o el marco legal nos ha obligado a meternos en un molde en el que muchas veces no estábamos a gusto. Las mujeres que invito a mi podcast han salido de esas casillas y han pagado por ello, muchas veces costes muy elevados, pero nos han abierto las puertas a otras mujeres. Nos han ampliado el lugar donde podemos estar. 

¿Está eso relacionado con cuestionar la legitimidad de aquellas que llegan lejos? 

Por supuesto. Nadie cuestiona si los hombres son competentes, pero las mujeres debemos demostrar que somos válidas y legítimas, y además representar a “todas las mujeres”. A un hombre no se le exige representar a “todos los hombres” constantemente. El hecho de “estar” debería ser suficiente. 

Culturalmente, en Senegal, no se puede hablar de todo. El principio de la sutura (discreción) regula la palabra, sobre todo por asuntos íntimos que conciernen a las mujeres. ¿Cómo convive su programa con esta norma? 

La premisa es asegurarnos que ninguna de las invitadas esté a disgusto hablando. Aquí todas estamos sometidas a las normas culturales: sutura o maslah (negociación), que son parte del barómetro social que nos regula. Pero en este caso las invitadas defienden el tema del que hablan. Se trata de militantes de una causa: han decidido hablar de ello, aunque sea tabú, porque sus experiencias de vida las han conducido a ello y ya no tienen que enfrentarse a ningún cuestionamiento. Algunos temas son muy fuertes: las castas, la infertilidad, la presión política o familiar, etc. 

Dice usted que el proyecto intenta reconstruir una cadena de transmisión entre mujeres que hace tiempo se rompió. Explique un poco más esa idea. 

Sí y es algo que va más allá de Senegal. Cuando yo era pequeña jugaba a las cartas con mi abuela en el patio y me enteraba de cosas sin querer, era un círculo informal de transmisión en el que no se hablaba necesariamente de temas tabúes pero salían cosas, comprendías la dinámica social, construías parte de tu identidad… 

No digo que haya que transmitir todo, porque hay cosas que me han transmitido que no resisten a mi análisis actual, a la vida que he elegido, pero te ayudan en tu construcción. La evolución de la vida, la modernidad, ha hecho que las mujeres salgan de las casas, que trabajen y ya no convivan con sus familias extensas. 

El término feminista es a menudo criticado en África, acusando a quien lo reivindica de copiarlo de Occidente, ¿lo ve así?  ¿Ve necesario reivindicarse feminista?

Creo que todos los términos o acciones que tocan los derechos de las mujeres siempre están expuestos a críticas. Hay personas que dicen que el feminismo es algo traído de Occidente, que no está bien, que imitamos a las blancas, etc. 

La doctora en Historia Fatou Sow, entrevistada en el podcast, no se refiere ni al feminismo blanco ni occidental, sino al que bebe de la sabiduría local y se basa en nuestras realidades. 

Yo particularmente me niego a luchar por las palabras. Sé que hay desigualdades entre personas en razón de su género, y que hay ciudadanos masculinos que tienen más oportunidades que yo. Los medios de producción y el poder está en manos de los hombres y para saber eso no tengo que leer a Simone de Beauvoir. Prefiero escuchar a Coumba Touré (escritora, storyteller panafricanista, invitada del podcast) hablando del black feminism… 

Los medios de producción y el poder está en manos de los hombres y para saber eso no tengo que leer a Simone de Beauvoir

Según su experiencia, ¿cuáles son los principales retos de las mujeres senegalesas hoy en día? 

[Suspira] ¿Por dónde empezar? 

Soportar menos cargas. Aunque ellas lo nieguen -porque nos han educado en que debemos soportarlas-, la mayoría de las mujeres en Senegal están agotadas, al borde de la depresión, en modo supervivencia. 

Aunque hayamos ganado terreno en el ámbito laboral, no hay ni un solo deber que haya disminuido en la esfera familiar: el éxito o fracaso de tus hijos o de tu matrimonio depende de ti, y además tienes que ganarte la vida, y lo haces explotando a otras mujeres que trabajan como empleadas domésticas por una miseria. Y no les puedes pagar más porque tú también estás mal pagada: trabajamos porque queremos salir de la casa, porque el hogar es un lugar de opresión. 

¿Qué lecciones cree que se pueden extraer con su proyecto?

Escuchar a estas grandes mujeres permite a otras no sentirse solas, identificarse con referentes que han luchado y han conseguido sus retos. Permite saber que es posible. 

Por último, y viendo que en las presentes elecciones generales solo ha habido una candidata mujer, ¿cómo cree que será el Senegal que encontraremos en la próxima década? 

Lo veo con desesperanza. El panorama político tendría que cambiar mucho. Ninguna de las opciones hace de la situación de las mujeres una prioridad. El acento de la siguiente legislatura estará en lo que llaman “reconstrucción nacional” y hemos visto que ahí no tenemos espacio. 

Presiento que será violento, que los movimientos civiles tendremos que radicalizarnos para que se nos escuche… Viendo lo que acaba de pasar en Gambia debemos ser conscientes de que los derechos de las mujeres no hay que darlos por sentado. Necesitamos mujeres particularmente valientes y radicales que hagan avanzar las cosas, porque las oposiciones serán cada vez más violentas.

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