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La compañía energética favorita de los administradores de fincas otea su salida a Bolsa

Pablo Abejas, consejero delegado de Visalia.

Antonio M. Vélez

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Visalia, una de las nuevas compañías energéticas de mayor crecimiento en España, muy centrada en comunidades de vecinos, se plantea una posible salida a bolsa a medio plazo, una vez cumplidos los objetivos de su plan estratégico a 2027.

Con unos 170 empleados y 110.000 clientes de electricidad, gas, gasóleo y autoconsumo, Visalia facturó 231 millones de euros en 2022, con un beneficio bruto operativo (Ebitda) de 32 millones, el triple que en 2021. Batió un récord de energía suministrada, más de 2 TWh, cuadruplicando su margen de Ebitda, según la empresa, los más altos entre las comercializadoras independientes sin redes de distribución o generación propia.

“Nuestro objetivo es posicionarnos en 2027 con un Ebitda de 50 millones, una facturación de más de 500 millones, llegar a 250.000 clientes y una plantilla de unos 250 empleados”, explica en conversación telefónica su fundador y consejero delegado, Pablo Abejas. El grupo ve como “posibilidad” una salida a Bolsa una vez cumplidos esos objetivos.

Esta no sería en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB): “No creemos en el MAB. Si nos planteamos una salida será al Mercado Continuo, y para eso nos queda cumplir todo nuestro business plan. Y no será hasta 2027, cuando ya podremos dar la talla para ello”.

El grupo barcelonés, con una deuda financiera neta de menos de 1,9 veces Ebitda, “de las mejores del sector”, debutó en febrero en el Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) con un programa de pagarés de 33,9 millones que está usando “con cautela”. Hasta ahora ha solicitado unos 2 millones.

Su punto fuerte es su penetración en las comunidades de vecinos, en contacto directo con sus gestores, los administradores de fincas. Entró en este mercado en 2021 con la adquisición de la madrileña Watium, que llevaba una década en ese segmento. Tras esa operación, que le permitió duplicar su tamaño, a finales de 2022 se reforzó comprando GasHogar.

Compras a las que se suman las de Syder, comercializadora de energía verde, o más recientemente, la también aragonesa Submëtrika, que mide depósitos de grano, trigo, propano o gasoil “y ayuda al industrial a saber cómo llenar los depósitos, si lo está haciendo un tercero. Gracias a nuestro aparato el Waylet [de Repsol] funciona”, afirma Abejas. Esta tecnología tiene gran valor en las comunidades de vecinos, donde “hay que medir muchas cosas. De qué te sirve invertir en calderas si no tienes datos”.

Actualmente, los suministros que gestionan los administradores de fincas suponen la mitad de la cartera de clientes de Visalia. En términos de facturación, su peso es mayor. Tras comprar Servigas (dedicada al calor de las comunidades de propietarios), copan en torno al 65% de las ventas. Estas ascenderán a unos 280 millones para este año, según Abejas.

¿Por qué apostar por los administradores de fincas? Es conocido que España vive en pisos, con un modelo de vivienda en vertical. “Estamos entre los tres países de Europa que más edificios tienen, cada edificio lo gestiona un administrador y hay más de tres millones de comunidades de propietarios”, enumera el ejecutivo.

Un nicho que Visalia quiere aprovechar: “Viene un mundo mucho más sostenible, menos ruidoso y contaminante, y es necesario que esos edificios se transformen, dejen de consumir gasóleo, gas, de ser improductivos, con fachadas frías. Hay que invertir mucho en ellos”.

El ejecutivo pone en valor a los administradores: “Tenemos suerte de que existan”. “Coordinar a 30-50 tíos, poner de acuerdo a la vecina del 5º con el del 4º y el matrimonio de no sé dónde, con edades distintas, necesidades, economías e intereses tremendamente diferentes… es un trabajo terriblemente duro, social. Me parece un cuerpo profesional increíble y al que prestamos muy poca atención, con un papel imprescindible”, dice.

Sin comisiones

Con los administradores, “lo único que hacemos es prestarles servicio”: según Abejas, no les pagan ningún tipo de fee o comisión por cliente: “Evidentemente hay una incompatibilidad, ellos tampoco la piden, tienen su retribución dentro de las comunidades de propietarios, y lo que quieren es servicio”. Asegura que los administradores le transmiten que para las grandes compañías ellos son solo “un número”.

Estos profesionales, unos 15.000 en España, “necesitan mucha ayuda. Son unos auténticos hombres orquesta que llevan seguros, ascensores, enfermedades, obras, paneles, electricidad, gas, telefonía…. Nosotros se lo ponemos fácil”, con una herramienta para ayudarles en la gestión de los suministros de luz y gas. “Estamos orientados por y para ellos”.

“Todo el mundo tiene un horario laboral. Hasta los autónomos. Estos señores tienen la desgracia de trabajar desde las 8 de la mañana” y no tener hora de salida, porque “las juntas no pueden celebrarse a las 12 de la mañana. Tienen un mérito terrible”.

Visalia apostó por este nicho con la pandemia. Al estallar la crisis del coronavirus, no llevaba ni un año en marcha y estaba enfocada a comercios y pequeños negocios. La COVID-19 “nos hizo un daño terrible: habíamos comprado energía a los clientes, que no consumían, y nosotros teníamos que pagarla. Perdimos la friolera de 6 millones en 3 meses”, algo “insostenible” para una empresa pequeña.

Ante esa difícil situación, dieron entrada a un fondo radicado en Chipre, Greenmont Energy LTD. Con varios partícipes de nacionalidad suiza, americana o de Azerbayán, esta firma tiene casi el 71% de Visalia. El resto lo controla Abejas.

El ejecutivo empezó en este sector “desde abajo, en una pequeña compañía que estaba en Reus”. De ahí pasó a Audax: “Llegué a dirigir todo el grupo en varios países y esto me dio una visión global de la energía en Europa”. Pero “llegó un momento en el que estaba más tiempo volando que en el suelo” y decidió marcharse.

Pasó al grupo cántabro Aldro Energía, luego adquirido por ENI, y tras desavenencias con su entonces propietario, el empresario Alfredo Pérez, presidente del Racing de Santander, decidió emprender su propio proyecto aplicando lo aprendido en Aldro y Audax, de cuyo fundador, José Elías, dice que enseñó “muchísimas cosas. Es muy especial. Un hombre al que admiro y del que tengo muy buenas referencias”.

No hay energética sin un ex alto cargo en sus filas y Visalia no es excepción. Desde finales de 2022 tiene como consejero al diplomático José Ramón Barañano, que participó en las negociaciones climáticas de la UE y ha sido embajador de España en la India, Australia o Malasia. “Un tío emblemático, bien relacionado y muy enfocado en el cambio climático”, dice Abejas.

Con una pata, Domestika, para particulares en comunidades de vecinos a los que dan productos diferenciados, Visalia desarrolla 130 megavatios (MW) fotovoltaicos, que espera ampliar a 250 MW a final de año, con más de 40 pequeñas plantas de suelo. “Nuestro objetivo es siempre pensar en energía para las ciudades”, con esa cartera y con inversión en tejados de edificios de viviendas.

En autoconsumo, el grupo desveló el año pasado un plan para invertir 50 millones. Hacerlo para terceros “no es nuestro target. Si una comunidad quiere pagárnoslo, nosotros encantados, le hacemos un presupuesto, competimos, lo instalamos. Pero no creemos que ese sea el modelo óptimo”. Son “los operadores los que tienen que motivar e invertir”, además de las administraciones públicas. “Lo cómodo es pedir que las familias se endeuden”, apunta.

Abejas asegura que el “primero” de los objetivos de Visalia, además de “lograr ciudades sostenibles”, es “intentar erradicar la pobreza energética”. La compañía colabora “seriamente” con una fundación, Luz Solidaria, porque “no todas las comunidades pueden gastarse 15.000 euros y somos nosotros los que invertimos y compartimos el beneficio con ellos para reducir sus costes”.

También buscan soluciones con las comunidades con problemas de impago. Tras extender el Gobierno a las comunidades de vecinos la tarifa regulada del gas (más barata, y que solo pueden suministrar las grandes del sector), el grupo “financió 16,9 millones en diciembre del año pasado a un montón de comunidades de gas con caldera centralizada que no podían pagar; en lugar de cortarles el gas, les hemos financiado”.

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