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Fernández de Mesa: de mano derecha de De Guindos cuando rescató Bankia a presidir la entidad que la asesora en su fusión con CaixaBank

Bankia y CaixaBank se encuentran haciendo estudios, informes y números antes de aprobar finalmente por sus respectivos consejos la operación de fusión que concluiría con la creación de la mayor entidad financiera española. Para ello, el grupo rescatado en 2012 tiene como asesores a EY y la banca Rothschild, según avanzaron distintos medios y ha confirmado elDiario.es en fuentes financieras.

De este modo, Bankia decide apostar por un antiguo socio en otras operaciones, Rothschild, para estudiar las condiciones para la nueva fusión. En 2017, BFA, la sociedad propietaria del 60% del grupo, ya se sirvió de este banco de inversión para desprenderse del 7% de la entidad, en la que ha sido su última desinversión hasta la fecha. Previamente, ese mismo año, el banco ya había acudido a Rothschild para que le asesorase en la fusión con la entidad levantina BMN. Así figura en los registros oficiales de sendas operaciones en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Por aquel entonces ya había aterrizado por Rotschild, entidad especializada en el asesoramiento de operaciones de fusiones y adquisiciones, Íñigo Fernández de Mesa, ex secretario de Estado de Economía en el Gobierno de Mariano Rajoy y, por tanto, mano derecha de Luis de Guindos. Desde que dejó su cargo en el Ministerio hasta que ingresó en la entidad financiera pasó apenas un mes. Según se explicó entonces, logró el visto bueno de la Oficina de Conflictos de Intereses puesto que era contratado por la filial británica como 'senior advisor' dedicado a tareas no ligadas a sus decisiones en el Ministerio. Un año después, a finales de 2017, ya era nombrado presidente de la filial española, que ahora asesorará el proceso de fusión de Bankia con CaixaBank. Entre los cargos que tiene actualmente Fernández de Mesa se encuentra también el de vicepresidente de la CEOE.

Vicepresidente del FROB

Fernández de Mesa conoce bien el caso de Bankia y su historia ya que no es la primera vez que los caminos de este banquero y la entidad se cruzan. Cuando en 2012 colapsa Bankia, Fernández de Mesa es el vicepresidente del FROB, el organismo que gestionó el rescate financiero y la inyección en las entidades en peligro tras la crisis de 2008 y que se convirtió en el máximo accionista del grupo, con más del 60% del accionariado del banco, que por aquel entonces presidía Rodrigo Rato, que fue sustituido con el visto bueno del FROB por José Ignacio Goirigolzarri. Fernández de Mesa había accedido al cargo en el FROB en calidad de secretario general del Tesoro y Política Financiera. 

Según figura en el documento de creación del cargo de dicha Secretaría General, cuyo primer responsable fue el propio Fernández de Mesa, el hoy banquero tenía entre sus responsabilidades “la dirección, desarrollo y ordenación de la política financiera y la elaboración y tramitación de las disposiciones relativas a las entidades financieras y de crédito”. Es decir, era el responsable en el equipo de Luis de Guindos de la normativa bancaria y, por ese puesto, accedió a la dirección del FROB, entonces presidido por Fernando Restoy, además de a los consejos del Banco de España y de la CNMV.

Siendo él vicepresidente del FROB, el Estado emprendió la primera de sus dos únicas desinversiones en Bankia. Fue en 2014, cuando se desprendió del 7,5% por algo más de 1.300 millones de euros. En una entrega de premios precisamente al Goirigolzarri, presidente de la entidad, como financiero del año, Fernández de Mesa fue el encargado de hacerle entrega del galardón y reivindicó aquella venta de acciones como el primer paso para recuperar las ayudas del rescate financiero. Desde entonces, solo en 2017 hubo otra operación similar.

De Guindos y Fernández de Mesa son viejos conocidos y la llegada al Ministerio de Economía del hoy vicepresidente del BCE no era su primera coincidencia en sendas trayectorias profesionales. Ambos ya habían coincidido en Lehmann Brothers justo antes del estallido de la crisis financiera de 2008: uno como su presidente para España y Portugal y el otro, como responsable de financiación del sector público e infraestructuras. Posteriormente ambos separaron sus caminos que volvieron a unir en 2012. Fernández de Mesa entró en el Gobierno como secretario general del Tesoro, pero entre 2014 y 2016 ejerció como secretario de Estado de Economía, antes de volver al sector financiero de la mano de Rothschild.

Ambos vivieron, muy de cerca el proceso de rescate de Bankia, que se acabó saldando con una inyección de más de 24.000 millones de euros, de los que hoy se ha recuperado apenas 3.000 millones. El colapso de la entidad provocó la salida de Rato, hoy pendiente de la sentencia sobre su responsabilidad en el desplome de la entidad, en favor de su sustituto, José Ignacio Goirigolzarri, quien todavía hoy es el primer ejecutivo de la entidad.

Días después de aquel 9 de mayo de 2012, en el que caía Rato, se cambiaba por completo el consejo de administración de Bankia por nuevos gestores. Rato cedió su puesto en la entidad a Goirigolzarri a la mañana siguiente de dos reuniones mantenidas entre el propio Guindos, el entonces presidente de Bankia; el presidente de Santander, Emilio Botín; el del BBVA, Francisco González; y el de CaixaBank, Isidre Fainé. En sendos encuentros, celebrados el viernes y el domingo antes de la dimisión de Rato, se trató la situación del banco y el plan de saneamiento que había sobre la mesa. Si bien, los allí presentes han discrepado en sede judicial, durante el juicio por la salida a Bolsa de Bankia donde declararon como testigos, si se acordó o no sustituir a Rato al frente del banco.

Caminos que se vuelven a encontrar en Bankia

Ocho años después de que Guindos y su equipo, en el que estaba Fernández de Mesa, afrontaran el mayor rescate financiero en España, los caminos de ambos vuelven a encontrarse en paralelo a Bankia. Aunque desde posiciones muy distintas a las de entonces. El que fuera ministro de Economía en pleno rescate, Luis de Guindos, es hoy el vicepresidente del Banco Central Europeo, mientras que el que llegó a ser su mano derecha en el Ministerio, Íñigo Fernández de Mesa, preside la entidad que asesora a Bankia en esta operación con CaixaBank. Ambos han cambiado de chaqueta pero siguen teniendo presencia en el devenir de Bankia. Tanto Rothschild como la entidad madrileña han preferido no hacer comentarios ante las preguntas de elDiario.es.

Aunque la operación es una absorción de Bankia por parte de la entidad de origen catalán mediante un canje de acciones, Goirigolzarri ha conseguido mantener su puesto como presidente de la entidad fusionada, según fuentes conocedoras de la operación.

En el sector se señala a De Guindos como el responsable de presionar y urgir a los bancos españoles y europeos a que emprendieran fusiones desde su posición en el BCE y solo hace unos días, en una visita a España, insistía en que la banca debía abordar fusiones de forma “rápida y urgente” para hacer frente a la crisis del coronavirus. Así apuntaba la revista The Economist al organismo como el “impulsor” de estas operaciones al cambiar sus exigencias contables para los bancos que lleven a cabo este tipo de acuerdos.

En repetidas ocasiones y declaraciones públicas, De Guindos ha mostrado la necesidad de que los bancos se unan para buscar rentabilidad, aunque en su más reciente aparición pública ha evitado valorar el camino de Bankia y CaixaBank que muchos ven como la primera pieza de un proceso de fusiones en el continente. “La consolidación es una de las recomendaciones (...) pero no hemos discutido el caso de CaixaBank y Bankia”, se limitó a señalar en la rueda de prensa del BCE de la pasada semana.

Fernández de Mesa también ha hablado desde su posición en el gigante financiero Rothschild en favor de las fusiones bancarias. A comienzos de año defendía que había margen en España para nuevas operaciones de fusiones entre entidades para buscar una mayor rentabilidad en su negocio pese a que “la situación de la banca española ha mejorado mucho”. Al mismo tiempo, criticaba la “sobrerregulación” que tiene el sector financiero como un lastre para su crecimiento.