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El FMI rebaja a casi la mitad la previsión de crecimiento económico del Gobierno para 2023

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, junto al secretario de estado de Economía, Gonzalo García Andrés (a su derecha), y al del Tesoro, Carlos Cuerpo (a su izquierda).

Daniel Yebra

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) lanza otro aviso sobre las proyecciones de crecimiento económico respecto a las que el Gobierno ha construido los Presupuestos de 2023 (PGE). La institución ha rebajado este martes a casi la mitad la previsión de aumento de la actividad para el próximo año del Ejecutivo, desde el 2,1% del cuadro macroeconómico que la semana pasada defendió la vicepresidenta Nadia Calviño, al 1,2%. Aún así, la economía española duplicará el crecimiento de la media de la eurozona.

Son unos 10.000 millones de euros menos de Producto interior bruto (PIB.) Exactamente 9 décimas de diferencia, que principalmente son el resultado del choque entre el FMI y el Gobierno en el peso que dan al Plan de Recuperación, en un momento de frenazo global por el golpe de la inflación y la incertidumbre por la guerra.

Un contexto en el que Alemania y también Italia caerían en recesión por la debilidad de la industria, y Francia se quedará estancada, según las mismas previsiones. De hecho, desde el Ministerio de Asuntos Económicos defienden que “la economía española estará muy por encima de las otras grandes economías del euro”. Sin duda, sale mejor parada por el menor riesgo de racionamientos de gas.

Eso sí, el organismo que dirige Kristalina Georgieva apenas estima un incremento de la inversión en capital fijo de empresas y familias, la que favorecen directamente los fondos europeos, del 2,2%. Mientras, el Ejecutivo sí que proyecta un crecimiento de la inversión en bienes de equipo del 9,5% y en construcción del 8,4%.

Este mismo desacuerdo en el peso del Plan de Recuperación lo mostró el Banco de España en la actualización de sus previsiones, que dejaron el crecimiento del PIB en el 1,4% y su perspectiva para la inversión en el 4,4% (ver gráfico).



Y ya son el FMI, el Banco de España, la Autoridad independiente de responsabilidad fiscal (AIReF), que en su caso estima un crecimiento económico del 1,5% para el próximo ejercicio, y la mayoría de equipos de análisis de las entidades privadas -Caixabank y BBVA se quedan en un 1%- los que difieren del Gobierno.

Fortaleza del mercado laboral

En lo que sí coinciden prácticamente todas estas instituciones es en la resistencia del consumo privado pese al daño de las subidas de precios al poder adquisitivo de las familias. Y más importante todavía, en la fortaleza del mercado laboral. El FMI considera que la tasa de paro caerá al 12,3% en 2023, en línea con la previsión del Ejecutivo, también incluida en los Presupuestos.

Habrá “casi” 21 millones de ocupados en 2023, aseguró la propia Calviño el pasado martes, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros en el que se aprobó el proyecto de PGE. Esto implica la creación de algo menos de un millón de puestos de trabajo pese a que a uno de los sectores más importantes, como es el turismo, ya roza las cifras récord de 2019, según admitió la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos. El optimismo del Gobierno se asienta “en la reforma laboral”.

Esta confianza en el mercado de trabajo es crucial ante una inflación asfixiante, que si el Banco de España situó en el 5,6% de media en 2023, el FMI la modera ligeramente, al 4,9%.

“Cualquier país puede perder el rumbo”

La propia institución admitió la semana pasada que la situación es muy complicada. Y lamentó que las subidas de precios se han vuelto “más persistentes”, que el riesgo de recesión global está aumentando y que, incluso con crecimiento económico, las subidas de precios se sentirán como una crisis por el golpe a los salarios. Por eso, advierte que la clave es “evitar un dolor mucho mayor”, en referencia a la decisión de la Fed, el BCE o el Banco de Inglaterra de encarecer el acceso a financiación para frenar la actividad y el consumo y luchar así contra la inflación, asumiendo el riesgo de contracción.

Según trasladó Kristalina Georgieva a los bancos centrales en una conferencia en la Universidad Georgetown, en Washington DC, subir los tipos de interés “demasiado” provocará una “recesión prolongada”.

“Endurecer la política monetaria demasiado y demasiado rápido, y hacerlo de manera sincronizada en todos los países, podría empujar a muchas economías a una recesión prolongada”, incidió la directora del FMI, quien explicó que “los tipos de interés más altos están dañando la demanda interna, incluso en los mercados inmobiliarios. Pero la inflación se ha mantenido obstinadamente alta y generalizada, lo que significa que los bancos centrales deben seguir respondiendo”.

“Es lo correcto: actuar con decisión incluso cuando la economía inevitablemente se desacelera”, continuó. Pero admitió que “esto no es fácil, y no será sin dolor en el corto plazo”, para rematar recomendando que “la clave es evitar un dolor mucho mayor y más duradero para todos”.

Los riesgos que plantea Kristalina Georgieva van más allá de las consecuencias de una “recesión prolongada”, con un aumento del desempleo como la mayor amenaza para las familias trabajadoras. El principal riesgo es que, tras tres años de “conmoción, tras conmoción, tras conmoción”, la inflación implica en estos momentos que “cualquier país puede perder el rumbo”.

Entre las soluciones que propone el FMI, además de la advertencia a los bancos centrales, incluye “una política fiscal responsable, que proteja a los vulnerables, sin agregar combustible a la inflación [es decir, sin bajadas de impuestos generalizadas, sino dirigidas a las familias y empresas que las necesitan]”. Y, por último, ha pedido “mayor cooperación global”.

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