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Namlieh, una ventana económica al cambio social de las mujeres en Oriente Medio

Productos de la cooperativa Namlieh.

Moha Gerehou

Un grupo de mujeres procedentes de zonas tan conflictivas como Líbano y Palestina une fuerzas para, a través del comercio justo, intentar sacar adelante a sus familias y contribuir al empoderamiento económico y social de otras mujeres en su misma situación.

Es la filosofía de Namlieh, iniciativa que esta semana, entre otras muchas, ha participado en Biocultura, la Feria de Productos Ecológicos y Consumo Responsable que este domingo se clausura en el recinto ferial Ifema de Madrid y en la que se dan cita productores, distribuidores, profesionales y consumidores del sector.

Entre las propuestas destaca la de Namlieh, que une los cuatro perfiles anteriores y suma la dureza de un entorno poco propicio con la lucha por los derechos de las mujeres. Englobada dentro del Proyecto Ruwomed (Rural Women Mediterranean) que ha sido impulsado entre otras por Asociación de Cooperación por la Paz (ACPP), la cooperativa con base en Beirut, capital de Líbano, se creó en 2012 y a día de hoy une a más de 500 mujeres del entorno rural, apoyándolas en la producción ecológica y la comercialización de más de 100 productos alimentarios asociados a culturas agrarias tradicionales.

Una de las mujeres asociadas a RUWOMED es Afaf A.S. Abughali, procedente de la Franja de Gaza y que define así la situación que les llevó a montar la cooperativa: “Como mujeres rurales, queremos vender nuestros productos y sobre todo mejorar nuestra situación económica, pero tenemos muchas dificultades para poder comercializarlos. No sólo por el entorno político, sino también por el hecho de ser mujeres”.

Mediante ferias como Biocultura y reuniones con colectivos dedicados a actividades similares, pretenden aprender de otras experiencias y establecer un vínculo que les permita desarrollar su negocio sin los impedimentos a los que se enfrentan en su día a día. “La economía es una puerta a través de la cual podemos evolucionar socialmente”, dice Afaf.

Entre las restricciones para vender sus productos desde Gaza están las condiciones que impone Israel, cuyas autoridades comprueban todo el material que se va a exportar y “eliminan las pruebas de que son productos hechos por mujeres de Gaza”, asegura. Una situación que se repite cuando intentan exportar sus productos desde Líbano, bloqueados en Egipto por el mismo motivo: haber sido elaborados por mujeres.

En zonas en conflicto, el papel de la mujer es muchas veces decisivo para la economía familiar, en la que en ocasiones los hombres no pueden trabajar debido a la situación de la zona. “Somos nosotras las que con estas pequeñas actividades mantenemos a toda la familia”, corrobora Afaf.

Gracias al comercio justo, una práctica que llegó a España con un retraso de 20 años con respecto a Europa, productores como los de esta cooperativa reciben un 33% del precio final de venta de sus artículos. Además, disponen de unas condiciones de prefinanciación y seguridad en el proceso (contratos de producción de varios años, ayudas a las familias…) que muy difícilmente pueden obtener mediante el comercio convencional.

No obstante, si en Europa este tipo de comercio supone un gasto medio por habitante de 13,4 euros al año, en España apenas representa 0,7 euros anuales. El principal motivo, el alto precio de estos productos en comparación con los convencionales.

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